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Opinión: La OTAN traiciona sus principios

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Maximilian Hofmann
7 de diciembre de 2016

No solo en Turquía, sino también dentro de la Alianza Atlántica, el régimen de Erdogan sigue una línea dura contra presuntos conspiradores. La OTAN no debe permitirlo, dice Max Hofmann.

Imagen: DW/T. Schultz

Militares turcos de alto rango al servicio de la OTAN son despedidos de manera fulminante, obligados a entregar sus pasaportes y regresar a Ankara con salvoconductos especiales que no les permiten volver a salir de Turquía. La historia es ampliamente comentada entre periodistas en Bruselas, desde principios del otoño pasado. Investigaciones del estudio de DW en la capital belga muestran lo que sucede con estos militares y sus familias. Algunos de quienes han sido perseguidos después del intento de golpe de Estado del pasado julio contaron a DW sus historias. Son relatos conmovedores de familias que han sido separadas. De madres que deben dar sustento a sus familias sin contar con ingresos, preocupadas permanentemente por la posibilidad de que sus esposos vayan a dar a la cárcel. Personas que necesitan asistencia médica y que de repente se encuentran con que no tienen nada.

Aun dejando de lado la dimensión humana: el caso puede tener amplias consecuencias militares si militares turcos que ocupaban posiciones en la OTAN son detenidos y posiblemente torturados. Funcionarios no turcos de la alianza Atlántica advierten que parte del personal más experimentad ha desaparecido de repente. Es perturbador constatar cuán lejos llega el largo brazo de Erdogan y cuán rabiosa es su estrategia.

Demasiados secretos

Pero empecemos por el principio, en el amplio sentido de la palabra. Lo dice el prólogo del Acuerdo Noratlántico de 1949: "Las partes de este acuerdo están decididas a garantizar la libertad de sus pueblos, basadas en los principios de la democracia, de la libertad individual y del imperio del derecho.” Es claro que el régimen de Erdogan ya no se atiene a tales principios. Por el contrario, en Ankara incluso parecen rechazarlos. ¿Es todo esto razón suficiente para sacar a Turquía de la OTAN? Si ese país sigue el curso actual, la respuesta debería ser "sí”. Pero por el momento sería bueno si por lo menos los representantes de la OTAN fueran más abiertos y guardaran menos secretos en cuanto a lo que sucede dentro de su cuartel general.

Max Hofmann, corresponsal político de DW en Bruselas

No basta con que el secretario general de la OTAN "se refiera” al tema en su diálogo con el gobierno turco; tampoco que se dé por satisfecho con que los puestos de aquellos que han sido víctimas de la "purga” sean ocupados de nuevo. La OTAN aspira a ser la alianza de mundo libre. La materia de la cual están hechas las pesadillas de Vladimir Putin. Una organización que no teme condenar abiertamente lo que sucede en Turquía. ¿Y qué es lo que en lugar de ello se escucha en Bruselas? Palabrería estéril que a nadie afecta. Quizá uno que otro lamento, detrás de puertas cerradas, por la "terrible situación”.

La OTAN debe clarificar su posición, y no solo cuando suceden acontecimientos terribles en Ucrania o Siria, sino también cuando ocurren escándalos en su propio interior. Eso es lo que implica ser defensor del mundo libre, aunque a veces duela. De otro modo, se destruye la confianza. Las investigaciones de DW muestran que hay total decepción entre los oficiales afectados. ¿Cómo expresarlo? De un día para otro, se ven abandonados "sin historia y también sin futuro.” Nuestras entrevistas muestran cómo la desconfianza crece en las familias, los círculos de amigos y los grupos de colegas.

Traición de principios

Esto es posible no solo porque la OTAN, con su silencio, traiciona sus propios principios. También porque este silencio podría debilitarla militarmente. Cientos de funcionarios turcos de la OTAN han debido dejar sus empleos en toda Europa y en América del Norte. Estos soldados experimentados y bien entrenados, la mayoría de ellos identificados con valores occidentales, no pueden ser sustituidos así como así.  En primer lugar, porque en Ankara desde hace tiempo la capacidad profesional ya no es criterio de selección, sino solo la lealtad al régimen. Un régimen que es cada vez más peligroso y cuya política es cada vez más impredecible.

Es comprensible que la OTAN proceda con cautela. Turquía es, debido a su tamaño y su ubicación estratégica, uno de los miembros más importantes de la alianza. Dispone del segundo mayor ejército en la OTAN, luego del estadounidense. Pero si la OTAN quiere mantener la credibilidad y la confianza de parte de quienes debe proteger, tiene que dejar de señalar solo a los demás. Debe ver la paja en el ojo propio. Si el régimen de Erdogan extiende su largo brazo hasta el cuartel general de la OTAN, los socios de la alianza deben abordar el tema de manera abierta y decisiva. Del mismo modo como la OTAN encara otros problemas.

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