Desde hace tiempo surgen voces pidiendo una política exterior alemana más asertiva. En un año de profundas pruebas para Europa, Alemania ha demostrado un liderazgo inesperadamente decidido, según Melinda Crane.
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A principios de 2014, el presidente federal Joachim Gauck, el ministro de Relaciones Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, y la ministra de Defensa, Ursula von der Leyen abogaban por que Alemania asumiera una mayor responsabilidad en el panorama político mundial. Expertos y políticos debatían entonces cómo sería una política exterior alemana más asertiva. Hemos tardado casi dos años, pero ahora lo sabemos: durante 2015, la canciller Angela Merkel y su ministro Steinmeier han dado una convincente lección de "nueva política exterior alemana".
Tres crisis han amenazado de modo insólito desde 1945 la estabilidad de Europa y, con ella, de Alemania. El país de la UE que comparte frontera con más estados apuesta por el mantenimiento del orden de posguerra, que garantiza la inviolabilidad de las fronteras nacionales. Pero este fue desafiado por la anexión de Crimea por parte de Rusia. Como principal potencia económica de Europa, apoyada en las exportaciones, depende de la estabilidad de la moneda. Y es una de las principales beneficiarias del sistema Schengen de fronteras internas abiertas, actualmente socavado por los países del sureste europeo, empeñados en erigir muros y vallas para contener la inmigración.
Un triple desafío para Alemania
En estas tres grandes crisis (conflicto en Ucrania, deuda griega y llegada de refugiados), Merkel ha trazado una línea propia y la defendido ante la oposición tanto interna como procedente del extranjero. Los medios anglosajones han denostado sus políticas de austeridad. Y aun así, la revista Time la consideró "persona del año", alabando incluso la tozudez con que afrontó el atolladero griego.
Un liderazgo fuerte es el requisito previo para una política exterior. Esta requiere una visión estratégica. Y la visión de Merkel es realista: ella sabe que Europa debe estar preparada para adaptarse, si quiere preservar lo mejor de sí misma, la tolerancia, la libertad y la humanidad. Y que la globalización no es una vía de un solo carril, sino que conlleva obligaciones, además de beneficios.
Ella no ha dudado en exigir cambios tanto a los socios de Alemania en la Unión Europea como a sus propios conciudadanos. En su discurso en el congreso de la CDU, a finales de año, señaló que la crisis de refugiados desdibuja los límites entre la política interior y exterior. Y reiteró su convicción de que los alemanes pueden ser "abiertos, curiosos, tolerantes e incluso vibrantes".
Vibrante fue también en muchos sentidos el año que acaba para Fran Walter Steinmeier. Para tener éxito una política exterior debe acompañarse esa visión estratégica con arte diplomático. Y el Ministro de Relaciones Exteriores ha aportado grandes dosis. En las noches de negociación para lograr el acuerdo de Minsk, en el rescate griego, en los viajes para alcanzar un pacto nuclear con Irán o soluciones para Siria, que ha construido puentes en conflictos aparentemente sin solución.
La revista Time elogia a Merkel por luchar "contra la tiranía y contra el oportunismo". Pero 2015 no fue en ningún caso color de rosa para ella. Al contrario. Los críticos la acusan de demasiada "realpolitik". Como en las recientes ofertas a Turquía para reducir el flujo de inmigrantes. O en el envío de una misión militar que pocos alemanes creen que vaya a servir para pacificar Siria, pero que Berlín considera un gesto importante de solidaridad con París.
El desafío que resta
La receta Merkel-Steinmeier no resuelve un dilema central: la política exterior de Alemania se ve muy limitada en la medida que no vaya coordinada con iniciativas europeas acordes. Esa es la lección de la crisis de los refugiados. No sólo desdibujó la línea entre la política interior y exterior, también dejó ver las carencias de la Unión Europea, que también son en parte responsabilidad de Merkel. En los diez años que lleva de mandato siempre había intentado desplazar las decisiones al plano nacional, alejando la perspectiva de una gobernanza supranacional. Ahora vuelve a verse la importancia de los foros comunitarios.
En esos foros, Alemania es un peso pesado, algo que se dejó notar, por ejemplo, en la crisis Griega. Después de pedir menos Europa, Alemania descubre que se necesita mucho más. Y, sin embargo, cuando Berlín trata de llenar los vacíos de la Unión Europea, provoca rechazos a una integración más profunda. El año que viene se verá si la nueva política exterior de Alemania puede responder a la última variante de la centenaria "cuestión alemana".
El año de los refugiados
Nunca antes hubo tantos refugiados como en 2015. Muchos han llegado a Alemania. "Es un desafío histórico", señaló la canciller Angela Merkel. Una mirada retrospectiva a un año estremecedor.
Imagen: Reuters/O. Teofilovski
Grecia: una puerta hacia la UE
Estos jóvenes procedentes de Siria superaron una peligrosa etapa de su viaje. Llegaron a Grecia y, por ende, a la Unión Europea. Pero con ello no alcanzaron todavía su meta. Quieren seguir rumbo al norte, hacia otros países de la UE. La mayor parte huyó en 2015 a Alemania y Suecia.
Imagen: Reuters/Y. Behrakis
Peligro en el Mediterráneo
El camino que han recorrido encierra peligros mortales. Reiteradamente zozobraron embarcaciones no aptas para la travesía. Estos niños sirios y su padre tuvieron suerte. Fueron rescatados en el Mediterráneo por pescadores griegos de la isla Lesbos.
Imagen: Reuters/Y. Behrakis
La imagen que conmovió al mundo
Aylan Kurdi, de tres años de edad, no sobrevivió. A comienzos de septiembre se ahogó con su hermano y su madre en el Egeo, cuando intentaban llegar a la isla de Kos. La foto de este niño sirio muerto dio la vuelta al mundo, conmoviendo a miles de personas.
Imagen: Reuters/Stringer
Contrastes a la vista
Kos, a menos de cinco kilómetros de Turquía, es la meta de muchos refugiados. Llegan a las playas donde solo solía haber turistas. Este grupo de refugiados paquistaníes logró arribar con un bote inflable.
Imagen: Reuters/Y. Behrakis
Caos total
Muchos refugiados quedan varados en Kos, porque solo pueden continuar viaje a tierra continental tras haberse registrado. En el verano, la tensión escaló cuando las autoridades hicieron esperar a los refugiados en un estadio para hacer ese trámite, a pleno sol y sin agua.
Imagen: Reuters/Y. Behrakis
Un transbordador para refugiados
Debido a la insostenible situación imperante en la isla se produjeron disturbios. Para reducir la tensión, las autoridades griegas arrendaron un barco en el que se habilitaron posibilidades de alojamiento para 2.500 refugiados y una oficina de registro.
Imagen: Reuters/A. Konstantinidis
El dilema de Europa
Por la misma época, más al norte, en la frontera greco-macedonia, policías fronterizos impiden el paso a la gente. En el tumulto hay niños que lloran, separados de sus padres. "Pura desesperación" se llama la foto tomada por Georgi Licovski. La Unicef la distinguió como la foto del año, ya que plasma "el dilema de Europa y su responsabilidad".
Imagen: picture-alliance/dpa/G. Licovski
Un símbolo negativo
A fines del verano, Budapest se convirtió en un símbolo del fracaso de las autoridades y de la xenofobia. Miles de refugiados acampaban en los alrededores de una estación ferroviaria de capital húngara. El gobierno les prohibió continuar su viaje. En consecuencia, muchos siguieron su camino a pie, rumbo a Alemania.
Imagen: picture-alliance/dpa/B. Roessler
Se abre el paso
El 5 de septiembre se despejó el camino para los refugiados. La canciller alemana, Angela Merkel, tomó con su par austríaco, Werner Feymann, la decisión de permitir a la gente continuar el viaje. Varios trenes especiales y buses se dirigieron por esos días a Viena y Múnich.
Imagen: picture alliance/landov/A. Zavallis
Bienvenidos, refugiados
El primer fin de semana llegaron a Múnich cerca de 20.000 refugiados. En la estación central de la ciudad se reunieron innumerables voluntarios para atender a los refugiados y proporcionarles alimentos y vestimenta.
Imagen: Getty Images/AFP/P. Stollarz
"Lo lograremos"
Mientras Merkel era aclamada por los refugiados y los partidarios de darles asilo, en otros sectores de Alemania surgía el descontento. En una conferencia de prensa, Merkel respondió a las críticas con estas palabras: "Si tenemos que disculparnos por mostrar un rostro gentil en una situación de emergencia, este no es mi país". Otra frase se convirtió en su mantra: "Lo lograremos".
Imagen: Reuters/F. Bensch
Historias en el equipaje
A fines de septiembre, la policía publicó una imagen conmovedora. Una niña refugiada hizo este dibujo y se lo regaló a un policía de Passau. Muestra el horror que vivieron muchos refugiados y su gran alegría de estar por fin a salvo.
Imagen: picture-alliance/dpa/Bundespolizei
El drama continúa
A fines de octubre habían llegado a Alemania más de 750.000 refugiados. Pero el flujo no cesaba. Los países de la denominada "ruta de los Balcanes" se veían superados y cerraron sus fronteras. Solo se siguió permitiendo el paso a sirios, afganos e iraquíes. Como una forma de protesta, algunos refugiados de otros países se cosieron los labios.
Imagen: picture-alliance/dpa/G. Licovski
Sin final a la vista
"¡Ayúdanos, Alemania!", dicen los carteles de los manifestantes en la frontera con Macedonia. En Europa se acerca el invierno y miles de personas, incluyendo niños, se encuentran atrapadas en tierra de nadie. Entretanto, incluso Suecia, considerado un país abierto a los refugiados, estableció transitoriamente controles fronterizos. La UE cuenta para 2016 con otros tres millones de refugiados.