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Opinión: La sociedad en alerta

Volker Wagener6 de enero de 2016

Las agresiones sexuales contra mujeres en Colonia en Año Nuevo por parte de hombres musulmanes en la vía pública marcan un hito y son combustible para una sociedad ya de por sí muy irritada, opina Volker Wagener.

"Contra el sexismo; contra el racismo", reza un cartel de la protesta contra los ataques a mujeres en Colonia. (5.1.2016).
"Contra el sexismo; contra el racismo", reza un cartel de la protesta contra los ataques a mujeres en Colonia. (5.1.2016).Imagen: Reuters/W. Rattay

Ebrios a más no poder y protegidos por la oscuridad, actuaron en masa y metieron mano debajo de blusas y faldas. Eso, en el corazón de Colonia. No hay duda sobre quiénes fueron los agresores: eran jóvenes de origen norafricano. Tampoco quedan dudas acerca de que, con estos ataques a mujeres en la vía pública, el debate sobre los refugiados vuelve a escalar. Las redes sociales están que arden. Los ataques sexistas se dieron a conocer con mucha demora, y no fue la Policía quien publicó los brutales excesos, sino que fueron las mujeres, es decir, las víctimas, las que pusieron el tema a la orden del día. Un tema que representa un peligro masivo para la paz social.

La noche de Año Nuevo, esa turba de hombres que actuó sin inhibición alguna ante la Catedral de Colonia se suma al contexto del debate sobre los refugiados, que predomina sobre cualquier otro tema y polariza a la sociedad alemana como no se veía desde hace largo tiempo. La proveniencia geográfica de los atacantes y el tipo de delito que cometieron actúan como un combustible extremadamente volátil en esta sociedad, de por sí exasperada.

Volker Wagener, de DW.

Un giro peligroso

Es lo único que nos faltaba luego de un 2015 histórico. En solo el lapso de un año, más de un millón de refugiados piensan que Alemania es un país tan magnífico que quisieron quedarse aquí. El gobierno alemán trata de sostener desde hace meses la debilitada armonía social. Los defensores de la sociedad abierta deben defenderse ahora las críticas furiosas de las filas xenófobas.

Luego de estos lamentables sucesos en Colonia se puede producir un giro peligroso en la sociedad: ya es casi imposible alzar la voz contra las generalizaciones acerca de los “extranjeros”. La agitación en contra de los refugiados y de los solicitantes de asilo en las redes sociales es de una agresividad casi imposible de tolerar, y la xenofobia encuentra otra vez terreno fértil.

¿Quiénes son los que llegan a Alemania?

Sin embargo, este fenómeno no debe distraer del hecho de que el problema de la criminalidad de los inmigrantes fue negado durante mucho tiempo. Es obvio que no solo llegan personas decentes a Alemania. Los atacantes de la catedral eran hombres jóvenes, y la gran mayoría de los refugiados también lo es. El problema es que hay que enfrentar que, con la llegada de refugiados que traen consigo normas aprendidas en una sociedad que legitima la violencia machista, esa violencia se hace realidad en Alemania hoy, ya debido al aumento poblacional de personas de países musulmanes. Eso requiere nuevas formas de pensar y de actuar.

La Policía, sobrepasada

Entre esas nuevas medidas está el fortalecimiento de la Policía. ¿Cómo es posible que decenas de mujeres sean atacadas y no cuenten con protección alguna? La respuesta de un policía con vasta experiencia refleja la impotencia de las fuerzas del orden: “No podemos hacer más”. Probablemente no se llegará a juicio en ningún caso, teme el Sindicato de la Policía, ya que no hay suficiente personal para llevar a cabo una persecución penal como corresponde. Este diagnóstico ya no encaja en un país en el que la sociedad vive un cambio tan dramático.

¡Deportación! ¿Por qué no?

En este contexto, también es muy difícil comprender la legislación en cuanto a la deportación. Es una falta de respeto hacia el sentido común que no se pueda deportar a personas que han cometido claramente, y más de una vez, delitos penales. A cualquier alemán que arme alboroto en un bar se le prohíbe la entrada al local. Quien dispara bengalas en un estadio de fútbol debe permanecer afuera. Pero los refugiados y solicitantes de asilo tienen que cometer asesinato para que se los pueda expulsar del país. Después de los ataques contra mujeres en Colonia, este marco legal encontrará cada vez menos aceptación en la sociedad alemana.

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