Nunca se ha visto tanta unidad como se vio en París, donde Estados europeos y africanos acordaron detener la ola de migración de África. Pero, ¿cuál será el precio? pregunta Bernd Riegert.
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En un ambiente idílico en el Palacio del Elíseo de París, el presidente francés, Emmanuel Macron, reunió a líderes europeos y africanos para hablar sobre un tema desagradable. Los mandatarios de Alemania, Italia, España y Francia, en conjunto con los líderes libios y los presidentes de Níger y Chad, se congregaron allí para hablar sobre el destino de cientos de miles de personas, inmigrantes de África que se encuentran varados en Libia o aún en sus países, con la aspiración de abandonarlo todo para ir a Europa.
El presidente francés actúa como el decidido impulsor de una nueva política inmigratoria y de refugiaos rápida, eficaz y con un firme propósito. Busca presentarse como el hacedor de esa política, algo que podría ayudarlo a reponerse de la caída libre de su nivel de popularidad. Los comparten su objetivo de cerrar la ruta del Mediterráneo y mantener a los potenciales migrantes en África, dejando en claro que la posibilidad de que logren obtener asilo y puedan vivir legalmente en Europa es muy escasa.
Rapidez y falta de sensibilidad
De ese modo, la Unión Europea actúa de manera cada vez más insensible, ya que no tiene encuenta la grave en el tema de la inmigración irregular, lo que ha agravado la situación humanitaria en Libia y el norte de África. Italia ya no quiere recibir más inmigrantes, ya que la planeada distribución entre los países de la UE no se ha concretado. España teme convertirse en una ruta alternativa, ahora que descienden las llegadas a las costas italianas. La canciller Angela Merkel, por su parte, desea prevenir que los que ya se encuentran en Italia crucen los Alpes y lleguen a Alemania. La mandataria desea, después de todo, ganar las próximas elecciones generales de septiembre en su país.
Italia ya ha pactado un acuerdo con Libia para que la guarda costera libia recoja a los migrantes en medio del Mediterráneo y los regrese al continente africano. El presidente Macron logro sorpresivamente que los dos lados contrarios del conflicto político libio, el jefe de Gobierno y el líder rebelde, se sentaran juntos a negociar con él sobre este tema a principios del verano boreal. Entre las soluciones, ha renacido hasta el plan de crear campos de refugiados en suelo africano para mantener ahí a los migrantes varados. La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y otras organizaciones no gubernamentales podrán protestar todo lo que quieran, pero ya la UE ha decidido cerrar las puertas.
Y la receta está funcionando. En el mes de julio disminuyó el número de migrantes que cruzaron el Mediterráneo en comparación con junio. Así que la estrategia disuasiva funciona. Pero lo que les suceda a los migrantes entre Nigeria y Libia, en el peligroso cruce del Sahara, les da igual a los responsables de la clase política europea. Cerrar los ojos a lo que realmente ocurre es también la actitud de Merkel. La mandataria urge a Libia a que acate las leyes, pero nadie puede verificar su cumplimiento y nadie lo quiere hacer. Sin embargo, esta nueva política europea podría contar al menos con un éxito concreto: echarle a perder el negocio a los traficantes de personas.
El objetivo de la reunión en París es lograr consolidar el cierre de la frontera marítima con la inclusión de países de tránsito como Chad y Níger. A estos se les pide impedir que los inmigrantes logren llegar a Libia. Estos son dos de los países más pobres del mundo y el control político de sus élites gobernantes es muy débil. Así que Europa también ignorará lo que realmente pase allá, mientras que las alarmas de la ACNUR continuarán siendo ignoradas.
Quien busque una mejor vida tendrá que volver a su país
El 70 por ciento de los inmigrantes son considerados como "inmigrantes económicos”, según estima la ONU. El argumento de los partidos de derecha, como el populista AfD alemán, es que estos inmigrantes no están forzados a huir de sus países. Dicha lógica ha permeado la campaña electoral, de modo que Merkel puede asumir que la mayoría de los votantes ya piensan lo mismo.
Cerrar la frontera en el norte de África le trae a la UE muchas ventajas. Le da un respiro a Italia, que enfrenta la incesante ola migratoria en sus costas. Las tensiones sobre el mal manejo de la distribución de refugiados que llegan desde Grecia e Italia se aliviarían.Si la frontera marítima se cerrase completamente, los controles fronterizos de la zona Schengen se podrían eliminar en un futuro no muy lejano. En París, Europa se ha cerrado aún más para separarse de África, lo que Macron, Merkel y compañía han de celebrar. Pero será una pérdida amarga para muchos inmigrantes.
Bernd Riegert (JCG/ CP)
El destino de los refugiados: huir hacia una vida incierta
Las imágenes de las grandes masas de refugiados de camino hacia Europa en 2015 y 2016 dieron la vuelta al mundo. Nunca se había documentado de forma tan amplia el sufrimiento que implica el proceso de la huida.
Imagen: Getty Images/AFP/A. Messinis
El objetivo principal: sobrevivir
Un viaje vinculado a las penurias y a los peligros para el cuerpo y el alma: huyendo de la guerra y la miseria, más de un millón de personas, sobre todo de Siria, se pusieron en camino en 2015 y 2016 hacia Turquía y Grecia. En las islas de Lesbos, Quíos y Samos todavía aguantan más de 10.000 personas en los campamentos. Desde enero hasta mayo de 2017, llegaron más de 6.000 nuevos refugiados.
Imagen: Getty Images/AFP/A. Messinis
A pie hacia Europa
Millones de personas intentaron llegar en 2015 y 2016 a Europa Occidental desde Grecia o Turquía siguiendo a pie la ruta de los Balcanes a través de Macedonia, Serbia y Hungría. Las masas de gente disminuyeron cuando se canceló oficialmente esta ruta y muchos países cerraron sus fronteras. Hoy, la mayoría de los refugiados llega a través de otra ruta muy peligrosa, de Libia a Europa por mar.
Imagen: Getty Images/J. Mitchell
Conmoción mundial
La imagen del niño de tres años, Aylan Kurdi, muerto en una playa turca dio la vuelta al mundo, causando una gran conmoción. Las imágenes de dicha tragedia se hicieron virales y se convierton en el símbolo de la crisis de los refugiados sirios. Europa no debe mirar hacia otro lado, era el mensaje que aparecía en las redes sociales.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/DHA
Caos y desesperación
Avalancha en el último minuto. Muchos sabían que su única vía de escape a través de Europa ya no estaba abierta, así que miles de personas intentaron desesperadas tomar trenes y buses abarrotados en Croacia. Unos días más tarde, Hungría también cerró sus fronteras. Al mismo tiempo, adecuaron contenedores, para que los refugiados pudieran quedarse hasta que llevasen a cabo su proceso de asilo.
Imagen: Getty Images/J. J. Mitchell
Ataques contra los refugiados
La irritación de la opinión pública fue enorme cuando una camarógrafa húngara puso una zancadilla a un hombre con su hijo en brazos, que intentaba cruzar un bloqueo principal en Röszke, Hungría, cerca de la frontera. En uno de los momentos más críticos de la crisis de los refugiados, en Alemania también aumentaron los altercados y ataques contra los refugiados.
Imagen: Reuters/M. Djurica
Fronteras cerradas
Cuando se cerró la ruta de los Balcanes en marzo de 2016, se produjeron muchos tumultos en las zonas froterizas. Miles de refugiados se quedaron atascados y la policía reaccionó de forma ruda. Muchos intentaron, como estos refugiados cerca de la frontera entre Grecia y Macedonia, evitar las fronteras, que se habían cerrado hacía poco tiempo.
Un niño bañado en polvo y sangre. La foto de Omran en Alepo, de cinco años de edad, dejó a la opinión pública en estado de shock y se convirtió en el símbolo de la crueldad de la guerra civil siria y la miseria del pueblo sirio. Un año más tarde, la red mostró nuevas fotos del menor en buen estado de salud. Los seguidores de Al Assad criticaron entonces que la imagen se usó como propaganda.
Imagen: picture-alliance/dpa/Aleppo Media Center
Incertidumbre en la nueva patria
Un hombre sirio carga a su hija, bajo la lluvia, en la frontera griego-macedonia, cerca de Idomeni. Espera encontrar seguridad para su familia en Europa. Según el Reglamento de Dublín, las solicitudes de asilo se deben procesar en el país de llegada de la UE. Muchos tuvieron que regresar al país de llegada. Grecia e Italia están sobre todo superados por la cantidad de solicitudes de asilo.
Imagen: Reuters/Y. Behrakis
Esperando el apoyo de Alemania
Alemania es el país de destino número uno de los refugiados, aunque su política de refugiados y de asilo se haya vuelto más restrictiva debido al gran flujo de inmigrantes. En Europa, ningún país ha acogido a tantos refugiados como Alemania: 1,2 millones. La canciller Angela Merkel se convirtió en un ícono para muchos de ellos.
Imagen: picture-alliance/dpa/S. Hoppe
Estado de emergencia en los campamentos de acogida
El campamento de acogida de refugiados en el norte de Francia, en Calais, fue desalojado. El lugar se incendió y las cerca de 6.500 personas tuvieron que ser evacuadas y ubicadas en otros centros. Medio año más tarde, los informes de organizaciones humanitarias aseguran que muchos menores siguen merodeando y viviendo en los alrededores de Calais.
Imagen: picture-alliance/dpa/E. Laurent
Ahogados en el Mar Mediterráneo
Las embarcaciones de salvamento marítimo civiles y estatales no paran. A pesar del peligro extremo que pueden correr sus vidas, muchos refugiados huyen de la pobreza o de la guerra en sus países con la esperanza de tener un futuro mejor en Europa. Solo en 2017, 1.800 personas han perecido en el viaje. En 2016, 5.000.
Imagen: picture alliance/AP Photo/E. Morenatti
Sin ley en Libia
Cientos de miles de refugiados del África subsahariana y de Oriente Próximo esperan en los campamentos de Libia para poder cruzar a Europa por mar. La situación en dichos campamentos es catastrófica, advierten las organizaciones humanitarias. Hay testigos que hablan de esclavitud y prostitución forzada. Y a pesar de todo, no dejan de soñar con Europa.
Imagen: Narciso Contreras, courtesy by Fondation Carmignac