La UE siempre tiene el diálogo al alcance de la mano. La operación militar lanzada por Turquía en el norte de Siria, y la desestabilización que ello ha generado, fueron condenadas drásticamente y por unanimidad por los ministros de Asuntos Exteriores europeos. Pero del dicho al hecho... Por ejemplo, no se ha decretado un embargo conjunto de armas contra Turquía y solo se ha exhortado a los estados miembros a no vender más armas al presunto agresor. Difícilmente esto afectará de alguna manera al gobierno turco.

Los europeos intentan una difícil caminata por la cuerda floja. Por un lado, quieren mantener en alto la moral política. Por otro, no quieren lastimar demasiado a Turquía, su aliado y socio en la OTAN, ni tampoco quieren molestar demasiado al presidente turco Recep Tayyip Erdogan. Ésto porque, desde una perspectiva europea, se necesita una Turquía lo más estable posible en el flanco sureste de Europa, a modo de baluarte contra los terroristas islamistas, migrantes y la creciente influencia de Irán y Rusia.

Una Turquía debilitada no beneficia a la UE

Nadie en la UE tiene la intención de castigar seriamente a Turquía. La UE podría dañar seriamente la economía turca, si consideramos que ésta depende fuertemente de las compras europeas. Pero sanciones como las que que quiere imponer Estados Unidos están muy lejos. Turquía es una de las partes involucradas en el llamado "Acuerdo de refugiados de 2016", lo que ha llevado a que el número de asilados en Grecia haya disminuido significativamente. La Unión Europea depende de Ankara en este ámbito. Por supuesto, el presidente Erdogan lo sabe y, por lo tanto, amenaza regularmente con cancelar el acuerdo. ¿Se puede chantajear a la UE? ¿O actúa de manera realista de acuerdo con sus intereses? Uno de los ministros de Asuntos Exteriores de la UE, Jean Asselborn, dijo: "No tenemos Ejército. La Unión Europea no puede obligar a Turquía a poner fin al conflicto en Siria”.

Las relaciones con Turquía ya son muy tensas. Las negociaciones de adhesión con la UE están detenidas. El alejamiento de Erdogan de la democracia y de Europa es evidente. La UE debería, al menos, evitar que Erdogan se acerque aún más a Rusia y a su aliado Irán. Una Turquía que oscila entre estos dos bloques se vuelve completamente impredecible.

La OTAN podría entrar en crisis

Es por eso que el rumbo que sigue el presidente estadounidense, Donald Trump, en su relación con Turquía es muy peligroso para la UE. Primero, Trump permitió a Erdogan que iniciara su campaña en el norte de Siria retirando las tropas estadounidenses del país en guerra, abandonando a sus aliados kurdos. Pocos días después, Trump decidió castigar a Turquía con sanciones económicas. Esta acción está abriendo una brecha entre la Alianza Atlántica del Norte (OTAN) y una Turquía que podría asumir una deriva que la lleva con rumbo a Rusia. Estados Unidos, ahora también exigirá a los otros aliados de la OTAN que sancionen a Turquía, pero esto no es, en ningún caso, algo que le interese a los europeos. Ya es previsible que la próxima semana la administración Trump presionará en la reunión de los ministros de Defensa europeos en Bruselas. Para Trump, el hecho de que la OTAN no lo siga ciegamente será una prueba más de que la alianza es realmente superflua y más bien un obstáculo para Estados Unidos.

Por lo tanto, la invasión turca en Siria puede tener consecuencias de gran alcance para la seguridad y la cooperación en Europa, así como en lo que se refiere a las relaciones con Estados Unidos y Rusia. Las consecuencias inmediatas del conflicto que afecta a las milicias kurdas y a la población civil en el norte de Siria apenas comienzan a surgir. El mundo se está volviendo un poco más inestable y confuso para los europeos.

(mn/jov)

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