¿Podría haber mediado la UE en el conflicto? Claro, si la hubieran dejado. Ahora hay que mirar al futuro y apoyar al gobierno de Madrid. No hay otra opción, opina Bernd Riegert.
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Para la UE la declaración unilateral de independencia realizada por el Parlamento catalán no cambia nada. No habrá fronteras entre España y Francia y Cataluña, ni tampoco aduanas, controles de tráfico ni restricciones al flujo de capitales y bienes. A los ojos de la UE, Cataluña sigue siendo parte de España y, por ende, territorio de la Unión Europea. Todos quienes viven en Cataluña siguen siendo ciudadanos de la Unión, lo que da una garantía legal de libertad de movimiento y protección de los valores fundamentales dentro de la UE, que incluso van más allá del derecho nacional.
En el caso de Cataluña, la UE es clara y precisa como pocas veces: la declaración de independencia contraviene la Constitución española. El depuesto gobierno catalán puso en peligro el estado de derecho. La Comisión Europea, el Parlamento Europeo y todos los estados miembros se negaron a reconocer la República de Cataluña. Ya hay suficientes quiebres en la Unión Europea, dijo con tino el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.
Nadie pidió la mediación
A la pregunta sobre si la Unión Europea no debió intervenir antes puede responderse con un rotundo "sí". Pero el hecho de que ello no haya ocurrido, no dependía de la UE. Para una mediación debe haber dos partes.
El Gobierno de España no quería un diálogo mediado y la UE no podía obligarlo. Quizás tanto Jean-Claude Juncker y el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, podrían haber sido más activos en su ofrecimiento, pero la clara y dura posición del Gobierno de Rajoy no dejó alternativas a Bruselas. La visión legal de unos y otros era totalmente congruente, y la integridad de España tenía prioridad en virtud de los tratados europeos como a la luz del derecho internacional. El derecho catalán a la independencia no puede construirse sobre la base del derecho internacional. El derecho a la autodeterminación no conlleva el derecho a separarse contra la voluntad del Estado dominante.
A juicio de la UE, en este caso no puede hablarse de represión o de violaciones masivas a los derechos humanos. España es una democracia que funciona. Precisamente el hecho de que los defensores del "brexit" y otras fuerzas nacionalistas de Europa acusaran a la UE es absurdo y no ayuda en nada a los catalanes. ¿No dicen siempre que la UE se mete en todo? ¿Y ahora Bruselas debería intervenir, sin una razón justificada? También la comparación con Polonia y Hungría flaquea. Allí no se trata de separatismo o secesionismo, sino de violaciones a principios estipulados en los tratados de la UE.
El futuro: elecciones pacíficas
El vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, ha justificado el uso proporcional de la violencia por parte del estado español contra las actividades de los separatistas. En las próximas semanas, el Gobierno deberá actuar con precaución ante una eventual resistencia por parte de los catalanes ante las medidas adoptadas por Madrid. Imágenes como las de la violencia policial aplicada durante el referéndum del 1 de octubre solo favorecerían a los rebeldes. Aquí la Unión Europea debería presionar, dentro de lo posible, a los partidos para que participen en las elecciones de Cataluña. Y también la UE debería buscar un papel más activo en las discusiones sobre el actual estatuto de autonomía y trabajar en la reconciliación de una región profundamente dividida.
Eso sería actuar en el interés de todos los ciudadanos de la UE, pues una España debilitada económicamente, una deuda renovada y una crisis financiera -y con ello la consiguiente amenaza sobre el euro- son escenarios con los que nadie quiere lidiar.
Ante la escalada de tensión en torno al movimiento independentista de Cataluña, repasamos los momentos históricos de esta comunidad autónoma española en los que ha contado con distintos grados de autonomía.
Imagen: Reuters/A.Gea
Cataluña: concentración de población
Cataluña es la segunda comunidad autónoma más poblada de las 17 comunidades autonónomas de España. Situada en el nordeste de la península Ibérica, tiene una población de más de 7 millones y medio de habitantes que viven en las cuatro provincias que la componen: Barcelona, Girona, Lérida y Tarragona. La ciudad de Barcelona, y su área metropolitana, aglutina a dos tercios de la población catalana.
Pasado colonial diverso
Cataluña vivió la colonización de los pueblos fenicio, etrusco y griego. Los griegos se establecieron en Rosas y también en Ampurias (foto), que tuvo una gran influencia en el territorio hasta la llegada de los romanos. Estos levantaron infraestructuras y ciudades, tal como hoy las entendemos. Fue una posesión del Imperio hasta que pasó a manos de los visigodos.
Imagen: Caos30
Condados catalanes, dominio independiente
Cataluña fue conquistada por los musulmanes que fueron expulsados con el apoyo de Carlomagno. Los llamados condados catalanes se convirtieron, con el tiempo, en un dominio independiente y se confederaron en 1137 con la Corona de Aragón, a raíz de una unión dinástica entre Aragón y Cataluña. En el siglo XIII y principios del XIV la Corona se expande con las conquistas de Mallorca (foto) y Valencia.
Imagen: picture-alliance/Prisma Archiv
Conservando autonomía hasta la Sucesión
En el siglo XIII surgen instituciones como la Diputación del General (Generalitat de Cataluña), las Cortes Generales y administraciones locales, como el Consejo de Ciento de Barcelona. La Corona de Aragón se unió a la Corona de Castilla en 1476, pero conservó sus instituciones autónomas de gobierno hasta el final de la Guerra de Sucesión Española (1714), posterior a la de los Segadores (foto).
Imagen: picture-alliance/Prisma Archivo
Cada 'Diada' se celebra una derrota
Con la caída de Barcelona, el 11 de septiembre de 1714, el rey Felipe rey promulgó el Decreto de Nueva Planta y se abolieron los privilegios nobiliarios, los fueros locales y las instituciones de autogobierno que eran respetadas por la Casa Austria en todos los reinos declarados austracistas. Cada 11 de septiembre (foto) se recuerda la abolición de las instituciones y libertades civiles catalanas.
Imagen: Getty Images/AFP/L. Gene
Falta de apoyo a la figura monárquica
El Sexenio Revolucionario trajo el fin del reinado de Isabel II de España y la restauración de la dinastía borbónica en 1875. Con la redacción de la Constitución de 1869 surgió el problema de en qué figura debía recaer la monarquía española. Amadeo de Saboya fue elegido como Monarca constitucional en 1871. Lo fue hasta el 1873, al abdicar por falta de apoyo y la tercera guerra carlista (foto).
Imagen: picture-alliance/Prisma Archiv
Un federalista al frente de la Primera República Española
Tras la abdicación de Amadeo I, el 10 de febrero de 1873, se proclamó la Primera República Española que apenas duró un año. El republicanismo estaba dividido entre aquellos que querían una República unitaria (con un único gobierno para todo el país) y una federal (en la que los estados autónomos se ponen de acuerdo para crear un Estado de rango superior) como Francisco Pi y Margall (foto).
Imagen: picture-alliance/Prisma Archivo
Intento de creación de un Estado Catalán
La República tuvo que hacer frente a dificultades como las confrontaciones entre los republicanos unitarios y los federalistas, así como el intento de Cataluña de crear un Estado Catalán dentro de la República Federal Española. El pronunciamiento de Martínez Campos en 1874 restableció la Monarquía Española y la dinastía borbónica con el hijo de Isabel II, el rey Alfonso XII de España (foto).
Imagen: picture-alliance/Quagga Illustrations
El catalanismo republicano en lucha
Entre 1923 y 1930, la dictadura del General Primo de Rivera se instauró en España, con el apoyo del rey Alfonso XIII, el Ejército, de la burguesía, los terratenientes y la Iglesia. No obstante, Cataluña se convirtió en uno de los focos más activos de oposición a la dictadura con el crecimiento del catalanismo republicano cuyo líder, Francesc Macià, (foto), fue el luchador más comprometido.
Guerra Civil, consecuencia de poner fin a la Segunda República
En la Segunda República, diputados catalanes elaboraron el Estatuto de Núria que fue aprobado en las Cortes Españolas en 1932. Ese año, Macià fue ratificado como presidente en las elecciones al Parlamento de Cataluña. Luego fue sucedido por Lluís Companys en el cargo hasta el final de la Guerra Civil (1936-1939) que se produjo tras el golpe de Estado de 1936 contra el Gobierno de la II República.
Imagen: picture-alliance/AP Photo
Pérdida de libertades
El franquismo (1939-1975) supuso en Cataluña la anulación de las libertades democráticas, la prohibición y persecución de los partidos políticos no afines al régimen, la supresión del Estatuto de Autonomía (que ya había sido suspendido por el Gobierno de España entre octubre de 1934 y febrero de 1936) y sus instituciones derivadas y la persecución de la lengua y la cultura catalanas.
Imagen: picture alliance/AP Photo
Recuperando autonomía con un nuevo estatuto
Después de las primeras elecciones generales tras el término de la dictadura, en 1977, se restauró provisionalmente la Generalitat con José Tarradellas al frente. Este formó un gobierno de concentración (1977-1980) con doce consejeros para redactar el estatuto de Autonomía de Cataluña de 1979 y convocó elecciones al Parlamento de Cataluña (foto) donde fueron elegidos los primeros 135 diputados.
El nuevo Estatuto de Autonomía de Cataluña, que define a Cataluña como nacionalidad y reconoce el catalán como lengua propia, era superior al de 1932 en aspectos como enseñanza y cultura, pero inferior en otros, como justicia, finanzas y orden público. Tras su promulgación, se celebraron las primeras elecciones catalanas en 1980. Jordi Pujol estuvo al frente de la Generalitat hasta el 2003.
Imagen: Jose Gayarre
El auge de una reivindicación
El independentismo creció en los últimos años debido a los recortes del Tribunal Constitucional al nuevo Estatuto aprobado en 2006 y que establece una nueva
relación prácticamente federal con España, y al rechazo del gobierno de Mariano Rajoy al pacto fiscal, la promesa electoral de Artur Mas, que pretendía acabar con el déficit fiscal que sufre Cataluña con un sistema similar al concierto vasco.
Imagen: Reuters/A.Gea
Primer intento: 9N
Las manifestaciones multitudinarias a favor de la independencia siguieron creciendo en 2013 y 2014 y forzaron a Artur Mas, que firmó un acuerdo de gobernabilidad con ERC, formación política que quedó segunda en escaños por primera vez en la historia posfranquista, a convocar una consulta sobre la independencia en el 2014. La votación se llevó a cabo finalmente el 9 de noviembre de 2014.
Imagen: Reuters/G. Nacarino
Duelo de titanes
En enero de 2016, a raíz del acuerdo entre Juntos por el Sí (formado por Convergencia Democratica de Cataluña y Esquerra Republicana de Cataluña, entre otros) y la CUP, Mas fue sustituido por Carles Puigdemont como presidente de la Generalitat. Puigdemont ha continuado el proceso independentista convocando un nuevo referéndum para el domingo 1 de octubre, rechazado por el gobierno de Rajoy.