El Gobierno de Francia ha dado un espectáculo muy lamentable con el desalojo de la "Jungla de Calais", opina Barbara Wesel.
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De golpe, lo imposible se hizo realidad. Tras el anuncio realizado hace un mes por el presidente François Hollande, quien aseguró que se desalojaría el campamento de refugiados de Calais, la administración francesa encontró de un momento a otro 7.000 cupos en distintos centros de acogida repartidos por toda Francia para acoger a los habitantes de la llamada "jungla". Durante años, París se había negado a atender de forma digna a quienes habían llegado al norte de Francia con la esperanza de cruzar hacia Reino Unido. La respuesta siempre fue la misma: "No hay espacio, todo está lleno".
Signo de cobardía política
La llamada "jungla" de Calais fue el resultado de una política migratoria ciega. Y el campo muestra, además, el fracaso del gobierno de Hollande y su debilidad a la hora de enfrentar sus responsabilidades. La situación de Calais es conocida desde hace años: la enorme "jungla" surgió en las afueras del puerto luego que se cerrara el centro que existía antes, sin que se les ofreciera alternativas a las personas que vivían en él.
Este campamento de refugiados era una monstruosidad. En el verano apestaba y en el invierno se llenaba de barro. Pero Londres y París hicieron como si no tuvieran nada que ver con ello. Los británicos trasladaron sus puntos de control fronterizos en suelo francés, lo que traspasó la responsabilidad por los inmigrantes a manos francesas. París, de vuelta, consideró a los inmigrantes un problema británico y, en consecuencia, no hizo nada. Solamente el comienzo de las campañas políticas permitió que la situación se moviera, pues los radicales del Frente Nacional usaron a la "jungla" con éxito como artillería contra el Gobierno.
Una vergüenza para Europa
Desde el comienzo de la crisis de los refugiados, Gran Bretaña se ha escondido tras el canal de la Mancha. Como es usual, desde Londres hubo cero solidaridad. Y Francia, como consecuencia de su derecha radical, no se comprometió a instaurar una política de refugiados humanitaria y sencillamente desvió la mirada. Pero la permanente atención que prestaron los medios a la "jungla" hizo de ésta una vergüenza política que no podía seguir siendo ignorada.
Lamentablemente en esta historia el final no es feliz, pues los migrantes fueron repartidos por toda Francia, sin saber qué les depara el futuro. No les explicaron cuáles son sus derechos y no hubo compromisos humanitarios, salvo la promesa de un par de semanas de tranquilidad en alguna provincia francesa.
Seguramente muchos de ellos estarán de vuelta en un par de meses en la costa norte, para intentar nuevamente salir de Francia. Otros se ocultan en los alrededores de Calais, con la esperanza de cruzar el canal. Sus vidas en los nuevos campos improvisados de refugiados serán todavía peores que las que tenían en Calais.
Tema al olvido
El gobierno francés estará satisfecho cuando haya retirado el campamento y repartido a los refugiados por todo el país. Pero eso no ha resuelto el problema de la "jungla", sino que lo ha dispersado. Pero para París acá vale la premisa de "ojos que no ven, corazón que no siente". Si la prensa deja de escribir sobre el desastre de Calais, pronto nadie se acordará del asunto. Sin embargo, la responsabilidad política y humana debiera dictar otra cosa.
Autora: Barbara Wesel
Refugiados en Francia: la "Jungla" de Calais
Aumenta el nerviosismo en el campo de refugiados de Calais. Las autoridades francesas planean construir una "zona tapón" entre el campo de refugiados y el Eurotúnel que conecta el continente con Reino Unido.
Imagen: DW/D. Cupolo
Antes del desalojo
Voluntarios ayudan a los refugiados a transportar sus pertenencias. Anteriormente, las autoridades habían prometido a los migrantes la creación de un espacio para su realojamiento. Mediante esta zona, el Gobierno francés pretende bloquear el acceso al Eurotúnel, a través del cual muchos refugiados viajan a Inglaterra. "Les ayudamos a mantener su dignidad", aclara uno de los voluntarios.
Imagen: DW/D. Cupolo
El mar y las oportunidades
Tiendas de campaña frente a la entrada del Eurotúnel. En este punto muchos refugiados intentan subirse a los camiones que van a Gran Bretaña. Un enorme dispositivo policial vela por evitar que los polizones crucen a través del túnel. El joven sirio Mohammed Schakh enumera las opciones: el plan A, cruzar en un camión. El B, hacerlo en un tren. El C, atravesar el Canal de la Mancha en barco.
Imagen: DW/D. Cupolo
Mudanza urgente
El nuevo campo fue establecido el pasado jueves. Eso sí, no se sabe cuándo serán retirados los antiguos asentamientos. Para los refugiados significa mudarse. Alrededor de un centenar de alojamientos ilegales ya han sido trasladados con la ayuda de voluntarios. Hasta el momento se han construido otros 40 refugios "no oficiales".
Imagen: DW/D. Cupolo
Espacio para nuevas tiendas
Los miembros de la asociación "Care4Calais" limpian la zona de maleza y basura. El objetivo es crear espacio para los refugiados. "Cuando viví en Afganistán fueron muy hospitalarios conmigo. Por eso quiero devolverles algo", explica Ruth Boggiuth, una las voluntarias.
Imagen: DW/D. Cupolo
Esperando a que llegue el día
Entre 1.500 y 4.500 habitantes del campamento improvisado se han visto afectados por el reasentamiento. Algunos siguen esperando. "No pienso desmontar y volver a montar mi tienda en otro lugar", dice Saifullah Barat. Este afgano vive desde hace 4 meses en la "Jungla de Calais". "Si la policía quiere desmontar mi campamento, que lo haga. No voy a hacerles frente".
Imagen: DW/D. Cupolo
¿Huellas dactilares? No, gracias.
Las autoridades han establecido un nuevo campamento en las cercanías de Calais. En el asentamiento levantado con contenedores hay espacio para cerca de 2.000 personas. Muchos de los refugiados, sin embargo, rechazan trasladarse a estos alojamientos temporales ya que, con el fin de identificarles, las autoridades exigen una toma de huellas dactilares.
Imagen: DW/D. Cupolo
Francia: ¿una prisión?
"Vemos cómo nos tratan los franceses", dice el sirio Mohammen Schakh. "Las autoridades nos toman por tontos y creen que vamos a aceptar la toma de huellas dactilares. Esto es parecido a una cárcel. Una vez que entremos aquí, no nos dejarán salir nunca. No quiero vivir nunca en este país".
Imagen: DW/D. Cupolo
Aumenta la violencia
El anuncio del desalojo y el aumento de la presencia policial ha provocado un aumento de la violencia en la "Jungla de Calais", informa Médicos sin Fronteras. Las lesiones provocadas por los enfrentamientos entre los propios habitantes del campamento, o entre los refugiados y la policía han propiciado un aumento de la presencia de los integrantes de esta ONG.
Imagen: DW/D. Cupolo
Nuevos asentamientos en otros lugares
"Los habitantes del campo creen que Francia pretende reducir el campamento progresivamente", explica Maud Le Quintrec, de Médicos sin Froteras. "Por eso muchos refugiados han decidido levantar nuevos campamentos ilegales. De hecho, 120 habitantes de 'la Jungla' se han ido a Bélgica". Así, explica Le Quintrec, lo único que consiguen las autoridades es trasladar el problema. (18.01.2016)