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Opinión: Las amenazas de Trump son inaceptables

Michael Knigge
22 de diciembre de 2017

La respuesta de Trump a la resolución de la ONU sobre Jerusalén es al menos tan importante como la misma resolución. El presidente de EE.UU. solo tiene los intereses de sus seguidores en la mente, opina Michael Knigge.

USA UN Botschafterin der USA Nikki Haley
Imagen: picture alliance/dpa/AAM. Elshamy

Para dejarlo bien claro desde el principio: Donald Trump tiene el derecho de reconocer a Jerusalén como capital de Israel, a pesar de que con ello se salte décadas de consenso entre demócratas y republicanos. Y también a pesar de que ignore así todas las advertencias de los socios en Europa y e el mundo árabe.

Del mismo modo, los miembros de Naciones Unidas también tienen derecho a expresar su insatisfacción sobre la decisión de Trump en una resolución. Lo hicieron sin mencionar de manera directa a Estados Unidos o su presidente. La mayoría de ellos votó a favor de aclarar el estatus definitivo de Jerusalén en negociaciones entre las partes en conflicto y en conformidad con las resoluciones existentes de las Naciones Unidas. Su voto no es jurídicamente vinculante y, por lo tanto, tiene un carácter principalmente simbólico.

Política exterior arruinada

Aunque la resolución de la ONU no tiene consecuencias prácticas, el gobierno de Trump no ha hecho una buena figura en el asunto. Es un buen ejemplo de una política exterior equivocada y desorientada.

Corresponsal de DW en Estados Unidos

A cualquiera que haya seguido el conflicto del medio Oriente en las últimas décadas desde cerca, le resultaba claro y previsible que los estados árabes reaccionarían a la decisión de Trump con los instrumentos de la ONU. Por lo tanto, una critica a la resolución de la ONU, junto con la promesa de que EE.UU. mantendrá su decisión, hubiese sido una reacción absolutamente suficiente desde Washington.

Sin embargo, el gobierno de Trump buscó la confrontación total. Lentamente ya nos hemos acostumbrado al hecho de que Trump insulte y ataque en Twitter a cualquiera que lo critique. Pero el hecho de que la embajadora de Estados Unidos ante la ONU haya adoptado ese estilo es una novedad y es una estupidez.

Sonidos autocráticos

Nikki Haley, representante de Estados unidos ante la ONU, amenazó por Twitter con "anotar los nombres de los partidarios" de la resolución sobre Jerusalén. Este suena al lenguaje de un autócrata que intenta intimidar a sus súbditos. Y no suena en absoluto como la manera de hablar de un país que se considera a sí mismo como un faro de la democracia.

Casi más inquietante es la amenaza de que EE.UU podría cortar ayudas a los partidiarios de la resolución. Porque eso no solo debilitaría a los países afectados, sino también a Estados Unidos, por limitar su influencia en el mundo.

Maestra de escuela primaria Haley

"El presidente observa esta votación atentamente y me ha pedido que le diga quién vota contra nosotros". Es una frase de Haley que suena a una maestra de escuela primaria amenazando a los niños rebeldes con delatarlos al director.

Ya se terminó la hora de reírse sobre estas cosas. Porque la diplomacia de Trump es inexistente. Su lógica es que todos hagan lo que el mande. Esa es exactamente la estrategia con la que llegó al poder en Estados Unidos. Además, sorprende la ingenuidad completa de creer que estados soberanos puedan ser amenazados de esta manera. El resultado de la votación en la ONU lo demuestra. Todo esto comprueba que Trump está dispuesto a sacrificar el último resto de simpatías de sus socios internacionales a favor de los intereses de sus seguidores en casa.

Autor: Michael Knigge (GG/ER)


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