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Opinión: las tácticas de Turquía están condenadas al fracaso

Seda Serdar
12 de octubre de 2017

Mientras Ankara llama a tener buenas relaciones con Occidente, continúan las detenciones de ciudadanos extranjeros en Turquía, con cargos relacionados con terrorismo. Esta estrategia aísla a Turquía, dice Seda Serdar.

Türkei Präsident Erdogan in Erzurum
Imagen: picture alliance/abaca/Y. Balbul

El Gobierno turco está obsesionado con poner a todos los seguidores deFethullah Gülen tras las rejas. Sin embargo, parece que el gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) no tiene una estrategia a largo plazo. En cambio, está actuando impulsivamente en un esfuerzo por torcerle el brazo a Occidente.

Tolu: una entre muchos

Turquía está en estado de emergencia desde hace más de un año, desde el fallido intento de golpe de Estado de julio de 2016. Más de 50 mil personas han sido detenidas desde entonces, entre ellas, 54 ciudadanos alemanes, 11 de los cuales son presos políticos detenidos en el marco de investigaciones terroristas iniciadas después del fracasado golpe de Estado. La traductora y periodista Mesale Tolues una de ellos. Su juicio comenzó el 11 de octubre, más de cinco meses después de su arresto. Está acusada de "ser miembro de una organización terrorista”.

Pero Tolu no es la única. Justo el pasado domingo, 8 de octubre, los fiscales turcos pidieron 15 años de cárcel para el activista alemán de derechos humanos Peter Steudtner por cargos relacionados con terrorismo. Y solo alemanes han sido víctimas de arrestos, sino también ciudadanos estadounidenses. El pastor Andrew Brunson, que dirigía una pequeña iglesia en Izmir, es considerado por el Gobierno "una amenaza para la seguridad nacional”.

Intercambio de prisioneros

Seda Serdar, redactora de DW.

La represión contra los presuntos "gülenistas” continúa. El presidente Recep Tayyip Erdogan no descansará hasta que tenga a Fethullah Gülen en sus manos, el hombre al que ha acusado de ser el cerebro detrás del intento de golpe. Gülen vive en un exilio autoimpuesto en Estados Unidos. En un discurso televisado, Erdogan ofreció al pastor Brunson a cambio de Gülen. El mensaje fue claro: el presidente no pondrá fin a los arrestos para presionar a Occidente a que cumpla sus demandas.

Un decreto emitido el pasado mes de agosto permite el intercambio de prisioneros mientras dure el estado de emergencia, previa aprobación del presidente turco.

El fin de la escalada de tensión se ve lejano

El gobierno turco está enviando señales mixtas. Por un lado, insiste en que quiere buenas relaciones con Occidente. Y por otro, las detenciones de ciudadanos extranjeros y turcos están alimentando la tensión entre Turquía y sus aliados.

Mientras Ankara carezca de una diplomacia sólida y de una estrategia a largo plazo, no se avizora una desaceleración de la tensión. Las relaciones bilaterales con Alemania podrían empeorar durante los próximos años si Cem Özdemir, de Los Verdes, se convierte en el nuevo ministro de Relaciones Exteriores.

El gobierno turco debe reconocer que su estrategia de utilizar a los ciudadanos extranjeros como medio para ejercer presión sobre sus aliados, a fin de que se cumpla su voluntad, provocarán a largo plazo el aislamiento diplomático de su país.

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