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Opinión: los drones no son juguetes

Marcel Fürstenau10 de junio de 2016

EE.UU ha dado muerte en forma selectiva a sospechosos de terrorismo posiblemente con ayuda de los servicios de inteligencia de Alemania. La mera sospecha debe preocupar, piensa Marcel Fürstenau.

Imagen: picture-alliance/dpa/W. Kumm

Matar al enemigo sin arriesgar la vida es el sueño de cualquier soldado. Gracias a la invención de los drones, ese sueño se hizo realidad. En la guerra contra el terrorismo, estos aparatos no tripulados son indispensables, según sus defensores. Que también mueran inocentes por estos ataques es algo que en el cínico lenguaje militar es llamado “daño colateral”. Solo por esta razón es moralmente rechazable el uso de los drones. Quien justifica esas muertes con el argumento de la seguridad toma un camino demasiado fácil.

En Alemania, la adquisición de estas máquinas es una de las prioridades en la lista de deseos del Ministerio de Defensa. Las tropas que ahora dirige la ministra Ursula von der Leyen cuentan con aviones de reconocimiento desde la década del 60 del siglo pasado. No se sabe si Ejército alemán ha utilizado drones como armas. Pero que Alemania forma parte de la guerra de los drones está claro. BAste mencionar la base militar estadounidense en Ramstein. Por allí pasan también señales de control emitidas al otro lado del océano.

Bryant abrió los ojos

Cómo funciona técnicamente y por qué Ramstein es tan indispensable quedó en evidencia en octubre de 2015 cuando el exoperador de drones Brandon Bryant declaró ante el Parlamento alemán, en el marco de las indagaciones por el escándalo del espionaje de la NSA estadounidense.Eel expresidente de la Oficina Federal para la Protección de la Constitución, Heinz Fromm, reveló a la misma comisión parlamentaria la ligereza con que el organismo trató datos sensibles. En concreto se trata de números de teléfonos celulares de sospechosos de terrorismo, entre ellos algunos ciudadanos alemanes. Con eso, los usuarios de esos aparatos podían ser ubicados sin problemas. Matarlos luego con drones podría ser cuestión de segundos.

Hay indicios de que el servicio secreto alemán entregó de manera informal a Washington este tipo de datos. Debido a que no hay comprobante alguno, certificar el uso posterior de dicha información es imposible. Adjudicar a los servicios de inteligencia alemanes una participación consciente en los ataques con drones sería infame. Que las autoridades no querían saber en detalle qué pasaba con esos datos una vez que eran entregados, es en cambio una suposición válida. Así lo expresió el presidente de la comisión investigadora, Christian Flisek.

Marcel Fürstenau.Imagen: DW/S. Eichberg

Ayuda, con o sin intención

Gracias a esta comisión es que el muy cuestionable uso de estos aviones no tripulados se discutirá en un contexto más amplio. Esto va más allá de la eliminación de enemigos, sean estos reales o supuestos. En cuestión está la pregunta sobre la ayuda intencionada o no para realizar asesinatos selectivos. Qué tan rápido se acostumbra alguien a matar a otro ser humano, con un joystick y a distancia, es algo de lo que también habló el exoperador Bryant.

Que hoy esté invadido por el remordimiento no debe extrañarnos. Las huellas que un trabajo como ese puede dejar es algo que también podemos ver en el teatro. En un proyecto del Teatro Estatal de Maguncia se presenta la obra “La base aérea de Ramstein: juego de drones”. También se podrá ver en Berlín los próximos 17 y 18 de junio. Recomendable, y no solo para los miembros de la comisión investigadora del Parlamento.


Para aprender: acá puede usted encontrar la versión en alemán de este texto



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