El salario mínimo debería elevarse a más de diez euros, opina el economista y comentarista invitado Dierk Hirschel.
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El 1 de mayo es el día de los trabajadores. Hace más de 125 años, se manifestaban en Berlín, Hamburgo y Dresde por primera vez cientos de miles de personas pidiendo la jornada de ocho horas. Desde entonces, muchas cosas han cambiado. Pero algunos desafíos y algunos conflictos siguen siendo los mismos.
El mercado de trabajo no es un mercado de papas
Tanto ayer como hoy es en el mercado de trabajo donde se decide cuán justa es en una sociedad capitalista. Se trata de poder y contra-poder. El mercado laboral no es un mercado de la papa, donde el precio - es decir, el salario - está determinado únicamente por la oferta y la demanda.
Los sueldos y las condiciones de trabajo dependen del poder de negociación de los empleados. Los empleados y los empleadores no están en igualdad de condiciones. Los empleados tienen que vender su mano de obra por falta de activos para ganarse la vida. Solo sindicatos fuertes y un estado de bienestar efectivo pueden corregir este desequilibrio.
Si los empleados se organizan bien, es posible mejorar significativamente sus salarios y las condiciones laborales. En las últimas décadas, sin embargo, los sindicatos han estado bajo una presión creciente.
Hoy ni siquiera uno de cada cinco empleados está organizado. Las consecuencias son salarios bajos, jornadas de trabajo más largas y diferencias crecientes entre los ingresos.
El debilitamiento del poder de negociación sindical se debe en gran medida a cuestiones políticas. La desregulación del mercado laboral y la reestructuración de los sistemas de seguridad social inundaron el país de empleos baratos e inseguros. Estos recortes sociales socavaron la negociación colectiva y debilitaron a los sindicatos. Tiene poco que ver con las fronteras abiertas o la transformación digital. La política hace la diferencia.
Una cuestión política
El gobierno alemán negro-rojo podrían cambiar el equilibrio de poder en el mundo del trabajo a favor de los empleados. Los convenios colectivos deberían durar hasta que un nuevo contrato tome su lugar.
En paralelo, debería promoverse el empleo regular, marginando a los trabajos precarios y estableciendo que a igual trabajo exista igual remuneración. El salario mínimo debería elevarse a más de diez euros.
Si estas propuestas prosperan o no, es una cuestión de voluntad política. Por supuesto, esto no exime de responsabilidades a los sindicatos. Ellos deben mejorar las condiciones para fortalecer a sus organizaciónes en pos de diversos objetivos: buen trabajo, seguridad social y una sociedad más justa.
Dierk Hirschel es economista del sindicato Ver.di
Autor: Hirschel, Dierk (DG/MN)
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De los enemigos de las máquinas al salario mínimo
El movimiento obrero y sus organizaciones han logrado mucho en los últimos 150 años. Sus raíces están en la época de la industrialización, cuando los trabajadores se rebelaron contra la explotación.
Imagen: Getty Images
Bendición y maldición de la industrialización
Con la industrialización, que comenzó a finales del siglo XVIII en Gran Bretaña, llegaron el progreso tecnológico y las crisis sociales: los trabajadores se defendieron contra los métodos de explotación de los dueños de las fábricas. Los primeros disturbios tuvieron lugar en Inglaterra. Los trabajadores destruyeron máquinas, por cuyo uso perdían sus puestos de trabajo.
Imagen: imago/Horst Rudel
El “Manifiesto comunista”
También los obreros en plantas industriales sufrían: largas jornadas de trabajo, bajos salarios y pocos derechos. Karl Marx y Friedrich Engels escribieron entonces un programa para los trabajadores: el Manifiesto Comunista en el que convocaban a una " lucha de clases" y proponían como objetivo la victoria del proletariado sobre la burguesía.
Imagen: picture-alliance /dpa
El movimiento obrero se vuelve político
En 1864 se unieron los trabajadores en la llamada Primera Internacional. Luego se fundaron sindicatos y partidos como la Asociación General de los Trabajadores (ADAV) y el Partido Socialdemócrata de los Trabajadores (SDAP), bajo la dirección de Wilhelm Liebknecht (en la foto con el brazo en alto ) y August Bebel ( a su derecha ). De la fusión de éstos surgió en Alemania el actual SPD.
Imagen: AdsD der Friedrich-Ebert-Stiftung
Socialdemócratas vs comunistas
La socialdemocracia alemana fue el modelo para otros países europeos. Después de la II Guerra Mundial, el movimiento obrero se dividió entre socialistas y comunistas. Lenin (en la foto), fundó el régimen comunista soviético que sobrevivió unos 70 años.
Imagen: Getty Images
Los nazis prohíben los sindicatos
A pesar de la división del movimiento obrero en la década de 1920, los sindicatos tenían tantos miembros como nunca antes. La toma del poder por los nacionalsocialistas en Alemania puso fin a su apogeo: los nazis disolvieron los sindicatos y muchos sindicalistas fueron perseguidos. Algunos fueron ejecutados.
Imagen: picture-alliance/dpa
Levantamiento obrero en la “Dictadura del Proletariado”
En la República Democrática Alemana (RDA) existía la Federación Libre de Sindicatos Alemanes (FDGB). Pero el 17 de junio 1953 los obreros y trabajadores del régimen comunista protestaron contra el Estado: cientos de miles de trabajadores que manifestaron su descontento fueron parados y tacados por las tropas soviéticas. El sindicato FDGB estaba de parte del régimen.
Imagen: picture-alliance / akg-images
Movimiento laboral sin trabajadores
En los estados democráticos la importancia del movimiento obrero empezó a perder significado desde 1945. El número de trabajadores industriales, otrora impulsores del movimiento obrero, disminuyó. Además, en los años 60 y 70 surgieron otros nuevos movimientos como el feminista o el ecologista.
Imagen: picture-alliance/dpa
De sindicalista a presidente
El sindicato polaco "Solidarność" es probablemente el más conocido del mundo. Fundado en 1980, se convirtió en pocos meses en un movimiento de masas que diez años más tarde influyó en el cambio hacia la democracia de Polonia. Su primer presidente, Lech Walesa (foto), fue luego el presidente de Polonia en 1990 .
Imagen: picture-alliance/dpa
Las luchas de hoy
Hoy en día, los sindicatos siguen luchando en Alemania por mejores condiciones de trabajo y de vida: competencia salarial, discriminación en el trabajo, o una pensión suficiente. El lema de la Federación Sindical Alemana (DGB ) en este Día del Trabajo reza: "Buen trabajo por una Europa social".