En muchos aspectos, la política de refugiados de Merkel se considera un fracaso. Pero la canciller defiende su posición y la última palabra aún no está dicha, cree Barbara Wesel.
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Angela Merkel defendió su política de refugiados en la tertulia televisiva de Anne Will, en la primera cadena alemana, porque cree que es lo más lógico y lo más correcto. Lucha por el centro político de su país y por la Unión Europea, para que la razón triunfe sobre la histeria. Y también defiende su cargo y su herencia política. Frente a la frialdad de otras veces, Merkel se expresa con pasión demostrando cuán serio es para ella defender su política ante las críticas que le llegan desde su propio partido, de la nueva derecha alemana y de parte de los medios.
Merkel no desea que se impongan cuotas arbitrarias para aceptar refugiados como hace el Gobierno austríaco. Ni tampoco cierra las fronteras alemanas para frenar la entrada de los que necesitan ayuda, dejando relegando el problema al país vecino. Exige que se ayude a Grecia y continúa buscando un consenso en Europa, probablemente el más difícil de sus cometidos. Cree que lo correcto es mantener a Europa unida y mostrar humanidad. Pero los demás jefes de Gobierno, o no conocen ese concepto – como el húngaro Viktor Orban o el bávaro Horst Seehofer-, o sobrepasan con sus miedos los principios de la derecha populista- como Francoise Hollande o el Gobierno de coalición de Viena. Solo por esa frase y por su firmeza, la canciller merecería el premio Nobel de la Paz y que la canonizaran. Ya en serio: deberíamos estar contentos de que ella no se deje confundir.
Un esfuerzo de política práctica
En la práctica, la vida de la canciller es más difícil. El intento de cerrar la entrada de refugiados con la ayuda de Turquía plantea dudas y podría salir mal. Dentro de la UE, el egoísmo nacional se ha despertado de tal forma que hace peligrar su futuro. No es por culpa de la canciller alemana. Ella no es la que divide Europa, sino muchos Gobiernos débiles que marcan a la UE y no tienen valor para mantener sus convicciones.
Si Merkel actuase así, solo se vería la cara más populista de Europa. Ahora mismo, traicionar los valores parece ser oportuno. El problema de la política de refugiados es la imposibilidad de tratar razonablemente el tema de la inmigración. Si Turquía puede acoger a dos millones y medio de refugiados sirios sin problema, la UE también debería poder acoger cifras similares. Pero en vez de solucionar en común los problemas de una forma practicable, la política de refugiados se ha convertido en el objetivo de populistas e ideólogos: desde las teorías de la pureza nacional hasta los miedos a la islamización y la envidia social.
Último baluarte contra la histeria
Angela Merkel es la única que aguanta ante esa histeria, en parte también fomentada por los medios. Todavía no abandonó la idea de Europa como una Unión política dirigida con la razón. Podría ser que perdiese su lucha por el erróneo cálculo cortoplacista de sus colegas. Podría ser que se tuviese que echar atrás y hacer concesiones tras la cumbe de la UE y Turquía del 7 de marzo. Pero por lo menos, habrá luchado por sus convicciones y lo habrá intentado todo para mantener Europa unida y para ejercer una política humana hacia los refugiados. “Es una fase importante de nuestra historia”, dijo la canciller. Y tiene razón, solo que algunos no lo han entendido.
El año de los refugiados
Nunca antes hubo tantos refugiados como en 2015. Muchos han llegado a Alemania. "Es un desafío histórico", señaló la canciller Angela Merkel. Una mirada retrospectiva a un año estremecedor.
Imagen: Reuters/O. Teofilovski
Grecia: una puerta hacia la UE
Estos jóvenes procedentes de Siria superaron una peligrosa etapa de su viaje. Llegaron a Grecia y, por ende, a la Unión Europea. Pero con ello no alcanzaron todavía su meta. Quieren seguir rumbo al norte, hacia otros países de la UE. La mayor parte huyó en 2015 a Alemania y Suecia.
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Peligro en el Mediterráneo
El camino que han recorrido encierra peligros mortales. Reiteradamente zozobraron embarcaciones no aptas para la travesía. Estos niños sirios y su padre tuvieron suerte. Fueron rescatados en el Mediterráneo por pescadores griegos de la isla Lesbos.
Imagen: Reuters/Y. Behrakis
La imagen que conmovió al mundo
Aylan Kurdi, de tres años de edad, no sobrevivió. A comienzos de septiembre se ahogó con su hermano y su madre en el Egeo, cuando intentaban llegar a la isla de Kos. La foto de este niño sirio muerto dio la vuelta al mundo, conmoviendo a miles de personas.
Imagen: Reuters/Stringer
Contrastes a la vista
Kos, a menos de cinco kilómetros de Turquía, es la meta de muchos refugiados. Llegan a las playas donde solo solía haber turistas. Este grupo de refugiados paquistaníes logró arribar con un bote inflable.
Imagen: Reuters/Y. Behrakis
Caos total
Muchos refugiados quedan varados en Kos, porque solo pueden continuar viaje a tierra continental tras haberse registrado. En el verano, la tensión escaló cuando las autoridades hicieron esperar a los refugiados en un estadio para hacer ese trámite, a pleno sol y sin agua.
Imagen: Reuters/Y. Behrakis
Un transbordador para refugiados
Debido a la insostenible situación imperante en la isla se produjeron disturbios. Para reducir la tensión, las autoridades griegas arrendaron un barco en el que se habilitaron posibilidades de alojamiento para 2.500 refugiados y una oficina de registro.
Imagen: Reuters/A. Konstantinidis
El dilema de Europa
Por la misma época, más al norte, en la frontera greco-macedonia, policías fronterizos impiden el paso a la gente. En el tumulto hay niños que lloran, separados de sus padres. "Pura desesperación" se llama la foto tomada por Georgi Licovski. La Unicef la distinguió como la foto del año, ya que plasma "el dilema de Europa y su responsabilidad".
Imagen: picture-alliance/dpa/G. Licovski
Un símbolo negativo
A fines del verano, Budapest se convirtió en un símbolo del fracaso de las autoridades y de la xenofobia. Miles de refugiados acampaban en los alrededores de una estación ferroviaria de capital húngara. El gobierno les prohibió continuar su viaje. En consecuencia, muchos siguieron su camino a pie, rumbo a Alemania.
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Se abre el paso
El 5 de septiembre se despejó el camino para los refugiados. La canciller alemana, Angela Merkel, tomó con su par austríaco, Werner Feymann, la decisión de permitir a la gente continuar el viaje. Varios trenes especiales y buses se dirigieron por esos días a Viena y Múnich.
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Bienvenidos, refugiados
El primer fin de semana llegaron a Múnich cerca de 20.000 refugiados. En la estación central de la ciudad se reunieron innumerables voluntarios para atender a los refugiados y proporcionarles alimentos y vestimenta.
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"Lo lograremos"
Mientras Merkel era aclamada por los refugiados y los partidarios de darles asilo, en otros sectores de Alemania surgía el descontento. En una conferencia de prensa, Merkel respondió a las críticas con estas palabras: "Si tenemos que disculparnos por mostrar un rostro gentil en una situación de emergencia, este no es mi país". Otra frase se convirtió en su mantra: "Lo lograremos".
Imagen: Reuters/F. Bensch
Historias en el equipaje
A fines de septiembre, la policía publicó una imagen conmovedora. Una niña refugiada hizo este dibujo y se lo regaló a un policía de Passau. Muestra el horror que vivieron muchos refugiados y su gran alegría de estar por fin a salvo.
Imagen: picture-alliance/dpa/Bundespolizei
El drama continúa
A fines de octubre habían llegado a Alemania más de 750.000 refugiados. Pero el flujo no cesaba. Los países de la denominada "ruta de los Balcanes" se veían superados y cerraron sus fronteras. Solo se siguió permitiendo el paso a sirios, afganos e iraquíes. Como una forma de protesta, algunos refugiados de otros países se cosieron los labios.
Imagen: picture-alliance/dpa/G. Licovski
Sin final a la vista
"¡Ayúdanos, Alemania!", dicen los carteles de los manifestantes en la frontera con Macedonia. En Europa se acerca el invierno y miles de personas, incluyendo niños, se encuentran atrapadas en tierra de nadie. Entretanto, incluso Suecia, considerado un país abierto a los refugiados, estableció transitoriamente controles fronterizos. La UE cuenta para 2016 con otros tres millones de refugiados.