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Opinión: No basta solo el dinero

Felix Steiner7 de septiembre de 2016

Naciones Unidas tenía un ambicioso plan educacional que ahora corre el riesgo de fracasar, según la Unesco. Y no solo en los países más pobres, advierte Felix Steiner.

Imagen: picture alliance/dpa-Zentralbild/T. Schulze

La Unesco hizo sonar las alarmas: teniendo en cuenta las “tendencias constantes”, los objetivos de desarrollo sustentable en materia de educación se encuentran en peligro. Estas metas fueron aprobadas hace un año en la cumbre de Naciones Unidas y prevén que todos los seres humanos deben gozar hasta 2030 de una “educación inclusiva, justa y de calidad”. Y la Unesco vincula el desilusionante diagnóstico con algo que siempre hacen las organizaciones de este tipo: exigir dinero.

¿Pero es solo una mayor cantidad de dinero -que obviamente saldrá de los países más ricos del hemisferio norte- la respuesta a todos los problemas? Una mirada al recientemente publicado Informe sobre la Educación Mundial 2016 ayuda bastante a salir de dudas. En la actualidad, el 9 por ciento de los niños del mundo nunca ha ido a la escuela, es decir no sabe leer, escribir ni sumar.

Millones de analfabetos

Los números absolutos clarifican mejor la magnitud del problema: 61 millones de niños que deberían ir a la escuela son analfabetos. Por ende, nunca tendrán la oportunidad de obtener un buen empleo con el que ganarse la vida. Otros 60 millones de niños quedan fuera de la escuela secundaria, que es la puerta de ingreso a la formación profesional o instancias educacionales superiores. Los problemas sociales del futuro, incluido el crecimiento demográfico en los países más pobres, se vislumbran ya claramente en esa cifra.

Y de nuevo la pregunta: ¿podrá el dinero del norte por sí solo resolver los problemas? La respuesta es clara: no. Ya en sus objetivos del milenio del año 2000 los países del mundo habían acordado que hasta 2015 todos los niños tendrían acceso a educación primaria. Y es evidente que eso no sucedió. Sin embargo, gracias a esa voluntad política clara, muchos Estados africanos y del sur de Asia lograron éxitos reconocibles y el número de niños sin educación se redujo a la mitad. Pero las manchas en el mundo de la educación global son fácilmente localizables y las mismas desde hace una eternidad: se llaman Níger, Sudán del Sur, Burkina Faso, Mali, Chad y Afganistán. Países que son zonas de guerra o zonas de crisis. Y es en esos lugares, y esto lo sabe Unesco, donde colapsan los sistemas educacionales. El dinero por sí solo no puede generar una educación para todos si persisten las guerras y los dictadores solo se preocupan de su propio beneficio.

Felix Steiner.

Uno de cada 10 no termina

Pero también los países de la rica Europa y América del Norte reciben críticas por parte de Unesco, pues también ellos serán incapaces de cumplir sus objetivos para el 2030: que todos terminen la secundaria o ingresen a la formación profesional. Una mirada al caso alemán deja más claro el problema: casi el 10 por ciento de los estudiantes abandona la escuela, es decir, queda sin formación profesional. En un país donde cada vez son más las tareas sencillas automatizadas, esto significa que la pobreza queda garantizada. Pero acá también la pregunta es si el dinero, por sí solo, sirve para mejorar un sistema educacional.

No, pues también hay una cuota de responsabilidad por parte de los jóvenes, el deseo de alcanzar un objetivo y utilizarlo para trabajar. Y faltan profesores que motiven a esos estudiantes, que no solo les exijan, sino que también los impulsen a mejorar. Profesores que entiendan su profesión como una vocación y que reciban reconocimiento en la sociedad. Y en todos esos casos, el dinero juega un rol apenas menor.


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