El Gobierno alemán de coalición logró poner fin a la disputa sobre las zonas de tránsito para refugiados. No obstante, el esfuerzo por frenar la afluencia no ha generado muchas ideas convincentes, opina Bernd Gräßler.
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El hecho de que ya no vaya a haber vallas vigiladas y muros tras los que miles de refugiados tengan que esperar si serán deportados o no es una buena noticia. El partido bávaro CSU había propuesto estas llamadas zonas de tránsito, en un intento torpe por deshacerse lo más rápido posible de las personas sin “perspectiva de recibir asilo” en la Baviera desbordada. Campamentos de este tipo no solo son controvertidos a nivel jurídico, sino que no están a la altura de su tiempo.
En lugar de las zonas de tránsito se acordó la creación de “centros de acogida especiales” con registro y tramitación exprés. Los refugiados tienen libertad de movimiento, pero deben permanecer en el distrito administrativo. Esto es un requisito para que se resuelva la petición de asilo, así como para recibir prestaciones sociales.
Probablemente muchos inmigrantes evitarán estos controles y vivirán en la clandestinidad, puesto que saben que no tienen oportunidad de recibir asilo. Ya en las semanas pasadas miles de personas entraron al país sin ser registradas. El tiempo nos dirá qué hacer con ellas. España, por ejemplo, ha legalizado a miles de personas “sin papeles” que se han integrado a la sociedad.
No es más que un acuerdo razonable
La gran coalición llegó a un acuerdo razonable en lo que respecta al conflicto sobre las zonas de tránsito. No obstante, aún así no tiene razón para ufanarse. Mientras que en todo el país se espera que la atención y el alojamiento de los refugiados, la tramitación de las solicitudes de asilo y también la deportación de las personas a las que se les ha negado asilo avancen más rápido, los jefes de los partidos que integran la coalición, Horst Seehofer, Angela Merkel y Sigmar Gabriel, estuvieron a punto de perderse en su disputa.
La coalición tiene otro motivo para no congratularse. Incluso si el registro de los refugiados llegara a funcionar mejor y las deportaciones se llegaran a llevar a cabo más rápido: es casi imposible responder a los retos con la misma velocidad con la que la ola de refugiados se dirige a Alemania.
Cada vez vienen menos personas de los países occidentales de los Balcanes -considerados seguros- que podrían ser mandadas de vuelta. Aparte de las personas que huyen de la guerra civil en Siria, cada día llegan alrededor de 2.000 refugiados de Afganistán, así como personas procedentes de Irak, Irán y Eritrea – todos considerados países no seguros.
No expulsar a los afganos
No obstante, la coalición quiere revisar esta clasificación, y está sopesando expulsar a afganos que hasta ahora no corrían peligro de ser deportados. Como si no escucháramos todos los días noticias sobre el terror de los talibanes. El Ejército alemán incluso podría crear “zonas protegidas” en Afganistán para que los afganos se queden en su país.
Este concepto es tan poco convincente como el de las zonas de tránsito en Alemania. Tanto la oposición como las organizaciones humanitarias arremeterán contra estos planes. Además, no es de esperarse que esta idea, que aparentemente apoya el jefe de los socialdemócratas, Sigmar Gabriel, vaya a recibir el visto bueno en sus propias filas.
El negocio con los refugiados (29.10.2015)
Miles de refugiados atraviesan Serbia rumbo a los países occidentales de Europa. Para los comerciantes en las proximidades de los campamentos representan un negocio lucrativo. Diego Cupolo reporta desde los Balcanes.
Imagen: DW/D. Cupolo
¿Conductor de autobús o coyote?
En los Balcanes, el negocio del transporte crece vertiginosamente. En la entrada del campamento de refugiados en Presevo (Serbia), el albanés Liridon Bizazli ofrece un servicio de transporte en autobús a Croacia por 35 euros. Como mesero solo gana unos ocho euros al día. Con la venta de boletos de autobús entre 50 a 70 euros.
Imagen: DW/D. Cupolo
Todos se ayudan
Pese a la ganancia que genera su negocio, Bizazli no está orgulloso de él. Asegura que a veces también transporta gratuitamente a familias con niños que no tienen dinero para pagar el pasaje. “Yo también fui un refugiado”, cuenta. “Los viajes en autobús deberían ser gratuitos. Europa da dinero a Serbia para que ayude a los refugiados, pero el Gobierno no hace nada.”
Imagen: DW/D. Cupolo
Demanda y oferta
Cada día, entre 8.000 a 10.000 refugiados arriban a Presevo. Debido a la creciente demanda, los negocios en la región han extendido sus horarios de apertura. A las tiendas de alimentos y cocinas rápidas no les faltan clientes. Los precios se han duplicado, en algunos casos hasta triplicado. “En ningún otro lugar en Serbia he visto una hamburguesa tan cara como aquí”, dice Bizazli.
Imagen: DW/D. Cupolo
Desde tarjetas SIM hasta carretillas
Aparte de comida, lo primero que los refugiados buscan en un nuevo país son tarjetas SIM para poder comunicarse con sus familias y amigos. Por ello, cerca de los campamentos de refugiados, muchos habitantes venden tarjetas telefónicas prepagadas. Pero también ofrecen otros objetos útiles, como esta carretilla para transportar a las personas débiles, como esta mujer kurda de Siria.
Imagen: DW/D. Cupolo
Vendedor de zapatos
Pese a la inminente llegada del invierno y el aumento de las lluvias, muchos refugiados continúan su camino descalzos. Stefan Cordez, coordinador para el sur de Serbia de Médicos Sin Fronteras, explica que por ello muchos sufren infecciones de la piel y se lastiman los pies. Bajo estas condiciones, la venta de calzado y calcetines es un negocio lucrativo.
Imagen: DW/D. Cupolo
Documentos de segunda mano
Los países a lo largo de la Ruta de los Balcanes deben registrar a todas las personas nuevas que arriban. Frente a algunos campamentos de refugiados las filas son kilométricas. La voluntaria Daniela Gabriel, de Presevo, cuenta que algunos conductores de autobuses recogen los documentos de las personas que han transportado a Croacia para vendérselos a las personas que no quieren hacer fila.
Imagen: DW/D. Cupolo
Falsas informaciones
En tanto, algunos taxistas y choferes de autobuses llevan a los refugiados que han pagado pasaje hasta Croacia a ciudades serbias, donde sus documentos son tramitados en oficinas de registro inexistentes, prosigue Gabriela. A fin de evitar que los refugiados sean víctimas de falsas indicaciones, reparte información al respecto en el campamento.
Imagen: DW/D. Cupolo
Robo en las autopistas
Otros ayudantes, que prefieren permanecer en el anonimato, cuentan que han sido amenazados de muerte por advertir a los refugiados de taxistas peligrosos. Alexander Travelle, voluntario de Presevo, relata que una familia fue asaltada con arma de fuego, después de haber pagado 80 euros por persona para ser transportada a Croacia.
Imagen: DW/D. Cupolo
Todos reciben su pedazo del pastel
Bizazli admite que paga cien euros de "mordida" o coima a la semana a la Policía local para poder vender sus boletos de autobús enfrente del campamento de refugiados en Presevo. “Simplemente les das lo que piden y te dejan en paz”, dice. También otros ayudantes saben de taxistas que sobornan a los agentes policiales.
Imagen: DW/D. Cupolo
Precios exagerados
Con la caída de las temperaturas, cada vez más hoteles ofrecen hospedaje a los refugiados. Sin embargo, aquellos que no pueden pagar los precios exagerados de las habitaciones son rechazados.