Hace un año la canciller dijo su famosa frase “lo lograremos” y abrió las puertas para que cientos de miles de refugiados llegaran a Alemania. Alexander Kudascheff lanza una mirada crítica.
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No lo lograremos, porque no sabemos qué es lo que queremos lograr. ¿Queremos solo preocuparnos de los refugiados o además integrarlos?
Porque no sabemos cuándo podremos decir “lo logramos”. Después de más de 25 años de reunificación, muchos alemanes dicen que aún no estamos realmente unidos.
Porque entendemos el desafío solo como algo técnico en vez de cultural, esto es, deberíamos aprender a aceptar la diferencia. En lugar de eso, creemos que los refugiados solucionarán nuestro problema demográfico.
Hacemos refugiados de inmigrantes
No lo lograremos, porque no entendemos que los inmigrantes son, en promedio, más conservadores y religiosos que nuestra sociedad moderna.
Porque ni siquiera nos imaginamos los esfuerzos que son necesarios para hacer que personas que vienen de otra cultura se sientan en casa.
Porque si bien tenemos una hermosa palabra como patria, los inmigrantes raramente tienen la sensación de que ésta también podría ser su patria, lingüística, cultural y políticamente.
Porque no somos un país de inmigrantes, es decir, no enfrentamos de forma racional, sino de forma emocional, a las personas que vienen hasta acá.
Y porque nosotros no escogemos a los inmigrantes, sino solo los aceptamos.
Porque tenemos una relación resquebrajada con nuestra propia nación y por ello no tenemos una imagen positiva de nosotros mismos. Dicho de otra forma: no tenemos una cultura rectora, porque tenemos una patria desgarrada.
Porque a pesar de todos los discursos, no estamos preparados para vivir en ese país colorido y variado que nuestro presidente describe a veces con tanto entusiasmo.
Porque la integración será una tarea de tres generaciones y no debemos cerrar los ojos ante ese desafío.
Porque muchos inmigrantes de Siria o Afganistán no lo lograrán, pues no están acostumbrados a un país con alto desarrollo industrial, sus necesidades y sus ritmos.
Porque muchos inmigrantes no pueden ni saben acostumbrarse a nuestras normas.
Porque “lo lograremos” es, en el mejor de los casos, una frase que significa “soy optimista”.
Porque el optimismo no pertenece a las características de los alemanes, sino más bien el llamado “miedo alemán”.
Y porque un día diremos “lo logramos”, aun cuando no lo hayamos hecho.
Refugiados: qué nos dicen las estadísticas
¿Es la crisis de los refugiados un problema europeo? ¿De dónde vienen estas personas que huyen de la guerra o la persecución? ¿Dónde han encontrado mayor acogida? Le ofrecemos los datos de ACNUR.
El efecto empuje de la "fortaleza europea"
Ceuta, Melilla, Grecia o Bulgaria no les dejan alternativa. El cierre de las fronteras terrestres de la UE no ha frenado a quienes huyen de sus países: su ruta se ha desplazado, viéndose abocados a cruzar el Mediterráneo. El precio, en muchos casos, es mayor que el que pagan a los traficantes: según la Organización Internacional de las Migraciones, 3.224 personas murieron en sus aguas en 2014.
Alemania, destino soñado
El cierre de la frontera de Serbia con Hungría ha obligado a los refugiados a tomar la vía croata. El viernes 25 de septiembre fueron 10.000 los refugiados llegados en un solo día a territorio de Croacia. Todos quieren llegar a Alemania, donde la popularidad de la canciller Angela Merkel ha descendido a raíz de su compromiso con la acogida de refugiados.
¿Quién huye y de qué?
En 2014, ACNUR contabilizó 59,5 millones de desplazados por la fuerza en el mundo, la mayor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial. A pesar de ser el grupo más numeroso, y el que recibe mayor atención mediática, los sirios solo suman el 27 por ciento del total de refugiados del mundo, es decir, ni siquiera una tercera parte.
Más allá de Europa
La llamada "crisis de los refugiados" no es ni de lejos un problema exclusivamente europeo. De hecho, los países europeos no figuran en los primeros puestos de la clasificación mundial de países de acogida. El mundo desarrollado, al menos en 2014, no ha hecho ni de lejos el esfuerzo que han hecho muchos países considerados más atrasados, menos democráticos o más inseguros.
¿A cada uno según sus capacidades?
Este argumento, esgrimido por algunos mandatarios europeos en el reparto acordado hace unos días, se cae por su propio peso. Líbano (con más de un millón de refugiados en su territorio) y Jordania (con más de medio) sí son países desbordados por la llegada de refugiados. La financiación que los países ricos habían prometido para sus campos de refugiados, por cierto, aún está por llegar.
La odisea invisible
Los refugiados que llegan a otros países son solo una minoría de las personas desplazadas por los conflictos o la persecución. Valga Siria como ejemplo: según el Centro de Vigilancia de Desplazamiento Interno, una ONG noruega, el 40 por ciento de su población ha tenido que desplazarse. Al no cruzar las fronteras, no tienen derecho a la protección internacional que debe recibir un refugiado.