Fundamentalistas y autócratas amenazan la libertad, también en Alemania, como lo demuestran los recientes ataques de Recep Tayyip Erdogan, el presidente turco. Es hora de rechazarlos decididamente, opina Gero Schliess.
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No se sabe si Recep Tayyip Erdogan ha leído al Nobel de Literatura alemán Heinrich Böll. Podría aprender algo de él con respecto a la libertad del arte. Ni siquiera hay que leer todo un libro de Böll. Basta con buscar los términos “libertad” y “arte” en Internet y uno pronto se topa con el discurso de Böll con ocasión de la inauguración del Teatro de Wuppertal en 1966. “El arte es libertad”, dijo Böll en ese célebre discurso. Y prosiguió: “Nadie puede conceder libertad, ningún Estado, ninguna ciudad, ninguna sociedad puede darla, porque la libertad es por naturaleza: libre”.
La concepción que Erdogan tiene de la libertad del arte y de opinión está muy distante de la de Böll. Primero intenta hacer callar al presentador de televisión Jan Böhmermann, luego prohíbe la entrada a Turquía de periodistas extranjeros, ahora hizo detener a una periodista holandesa en Turquía por un tuit crítico.
Nuevo clímax del abuso
Paralelamente, con el reciente ataque a la Sinfónica de Dresde y su proyecto sobre Armenia, el fuego cerrado de los abusos turcos ha alcanzado un nuevo clímax. El proyecto “Aghet” llama por su nombre el genocidio cometido por Turquía contra los armenios hace 100 años. Que la Comisión de la UE haya cedido a la masiva presión turca y quitado pasajes de texto correspondientes de su página de Internet es una señal equivocada.
Que no quede ninguna duda: la libertad es el bien supremo. La libertad del arte, de opinión y de expresión, de reunión y de las formas individuales de vida. Tanto nuestra sociedad como nuestro sistema económico están basados en esas libertades.
No vender el alma
Para quien aún no lo ha notado: nuestra libertad está hoy amenazada más que nunca después de la Segunda Guerra Mundial, aquí, ahora, en Alemania, en el corazón de Europa.
Es hora de levantarse y rechazar los intentos turcos de intromisión. Nos declaramos completamente solidarios con la Sinfónica de Dresde, así como también con los otros artistas y periodistas cuestionados por Erdoğan.
Ceder a la presión de Turquía, como lo ha hecho la Comisión de la UE, llevará a que Erdogan se atreva a más. Es cierto, en vista de la incapacidad europea para dar una respuesta adecuada propia, a Angela Merkel, la canciller alemana, no le quedó otro recurso que sellar un pacto con Erdoğan en la cuestión de los refugiados. Pero esa dependencia no puede ser tan grande que por ello debamos vender nuestra alma.
Trátese de Merkel, Putin, Trump o Bush: cada quien tiene su propio estilo de hacer política y también reacciona de forma diferente a la sátira.
Imagen: ZDF Neo Magazin Royale
Angela Merkel
Durante el apogeo de la crisis del euro, muchas revistas y periódicos griegos retrataron a la canciller alemana, Angela Merkel, con símbolos nazis. En la portada que se puede ver en la imagen, la revista satírica "Mystiki Ellada" mostró en 2012 a Merkel vestida con el uniforme de soldado del Ejército de la Alemania nazi. En ningún momento la canciller sopesó proceder legalmente contra el medio.
Imagen: picture-alliance/Rolf Haid
Vladímir Putin
Las fotos vacacionales del presidente ruso, Vladímir Putin, sirven de inspiración a humoristas satíricos de todo el mundo. Desde que el hombre fuerte del Kremlin se dejó fotografiar montando a caballo a pecho descubierto, el torso desnudo del presidente es un motivo muy popular, por ejemplo en el Carnaval de Colonia de 2015.
Imagen: picture-alliance/dpa/R. Weihrauch
Donald Trump
El precandidato presidencial republicano Donald Trump es el blanco predilecto de muchos caricaturistas y humoristas. No obstante, el magnate es muy sensible a las críticas. El periódico Boston Globe publicó un encabezado ficticio, en el que hace parodia de las propuestas del precandidato en torno a la política de inmigración. Trump calificó al diario de “estúpido” y “despreciable”.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/The Boston Globe
Kim Jong-Un
El dirigente comunista de Corea del Norte no tiene mucho sentido del humor. Para impedir que la película satírica “La entrevista” se estrenara en 2012 en los cines estadounidenses, el régimen norcoreano lanzó una serie de ataques cibernéticos. Los estudios cinematográficos Sony fueron hackeados, y también se registraron muchas amenazas de atentados contra cines estadounidenses.
El expresidente estadounidense George W. Bush es uno de los políticos que más ha inspirado a los cómicos en Estados Unidos. La supuesta falta de intelecto del exmandatario de origen tejano ha sido motivo de burla por parte de los humoristas.
Imagen: Getty Images/M. Tama
Jaroslaw Kaczynski
A principios de año, un carro alegórico del desfile del Carnaval de Dusseldorf provocó tensiones diplomáticas entre Alemania y Polonia. Esta es representada como una mujer maltratada y pisoteada por el líder del partido de los nacionalconservadores, Jaroslaw Kaczynski. El ministro de Relaciones Exteriores polaco dijo que el carro mostraba el “desprecio hacia Polonia y los políticos polacos”.
Imagen: picture-alliance/dpa/F. Gambarini
Benjamín Netanjahu
El primer ministro israelí suele ser objeto de burla del programa de televisión “Eretz Nehederet” (Un país hermoso). En esta escena, los cómicos hacen una parodia de las negociaciones entre el jefe de Estado de Israel y la organización palestina Hamás. No obstante, Netanyahu nunca se ha indignado. Al contrario, en 2013 visitó el programa como invitado estelar.
Imagen: Getty Images/AFP/J. Guez
Winston Churchill
La sátira política tiene una larga tradición: esta caricatura británica de 1915 muestra a Winston Churchill, que en aquel entonces era ministro de Marina, como un Aquiles desaliñado en la guerra de Troya. El dibujo que lleva el título “La lucha de los barcos” hace alusión a la guerra marítima por los Dardanelos, que perdió Churchill.
Imagen: picture-alliance/akg-images
Hugo Chávez
El difunto expresidente venezolano Hugo Chávez tampoco se salvó de la sátira, como se puede apreciar en esta caricatura de 2012. Muchas personas cercanas al exmandatario aseguran que tenía un excelente sentido del humor y que sus bromas estaban cargadas de metáforas. Por ejemplo, se hizo famosa su frase “huele a azufre” con la que se refirió a George W. Bush.
Imagen: Roberto Weil
Jamenei y Carrell
En 1987 una sátira del líder de la revolución iraní, el ayatolá Jamenei, provocó un escándalo en la televisión alemana. El moderador Rudi Carrel había mostrado un montaje fotográfico de Jamenei: durante una visita de Estado a Alemania manifestantes supuestamente lanzan ropa interior contra el ayatolá. Como consecuencia, dos diplomáticos alemanes fueron expulsados de Teherán.
Imagen: picture-alliance/dpa/I. Wagner
Erdogan y Böhmermann
Aún está por verse si el poema del cómico alemán Böhmermann sobre el presidente turco llevará a una crisis diplomática parecida a la de 1987. Está claro que no es la primera ni la última vez que la sátira política provoca tensiones diplomáticas a nivel internacional.