Si el indulto al exdictador Fujimori ha sido un trato sucio o no es casi irrelevante. El presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, definitivamente ha perdido la confianza de sus electores, opina Uta Thofern.
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¡Vaya sorpresa! Oportunamente en Navidad, el exdictador peruano Alberto Fujimori es indultado. Un hombre que es responsable de la muerte de 25 civiles –por lo que fue condenado–, que asignó a escuadrones de la muerte contra reconocidos opositores políticos durante su mandato en la última década del siglo pasado, que ordenó la esterilización forzada de decenas de miles de mujeres indígenas: Fujimori, uno de los últimos dictadores de América Latina que parece todavía tener poder por medio de su influyente familia.
Que un políticamente golpeado Pedro Pablo Kuczynski haya concedido el perdón presidencial a este criminal por razones humanitarias, es difícil de creer. Solo una enfermedad grave hubiera podido justificar un indulto humanitario en Perú, pero Fujimori padece desde hace mucho tiempo una afección cardíaca y Kuczynski, aún así, había rechazado reiteradamente su petición. A pesar de que Fujimori fue trasladado el sábado de la prisión a una clínica debido a una taquicardia, el exdictador de 79 años se mostró lo suficientemente animado como para hacer llamadas telefónicas, tomarse selfis con su hijo Kenji e incluso enviar un mensaje de "feliz Navidad" en redes sociales.
El presidente se queda sin amigos
Todo parece indicar que este indulto es, en realidad, el resultado de un trato sucio. La semana pasada, Kuczynski se salvó sorprendentemente de ser destituido solo porque algunos miembros del partido de la hija de Fujimori, Keiko, no votaron en contra de él, justamente a petición del otro hijo, Kenji. Se dice que Fujimori, padre, llamó por teléfono a los parlamentarios para convencerlos de no votar en contra del odiado presidente Kuczynski. El partido de Fujimori tiene mayoría en el Parlamento, y otros partidos ya no estaban convencidos de Kuczynski, por lo que su destino político parecía sellado. ¡Qué increíble coincidencia entonces que tres días después de que Kenji Fujimori hiciera campaña por Kuczynski, él mismo se siente ahora radiante al lado de su padre agradeciéndole al presidente!
A la larga, Kuczynski no se ha hecho ningún favor con este indulto. En Lima, ya hubo protestas poco después de la decisión, y en las redes sociales sus seguidores hablan de traición. Después de todo, muchos votaron por él en 2016 solo para evitar la victoria de Keiko Fujimori. Y los fujimoristas, a pesar de la alegría por la liberación de su ídolo, no apoyarán, así de repente, a Kuczynski, quien sigue y seguirá siendo su oponente político. Kuczynski ya no tiene amigos.
Un nuevo golpe a la confianza
El presidente finalmente perdió su credibilidad y le dio otro golpe a la confianza en la política latinoamericana. El pequeño y carismático economista de fama mundial fue, hasta hace poco, una persona confiable y libre de escándalos. Aunque Perú esté todavía profundamente dividido políticamente, económicamente le está yendo muy bien. Y el comedido liberal-conservador Kuczynski parecía ser la persona adecuada para salvar al país de la tentación del populismo, ya sea de izquierda o de derecha. No obstante, su manejo de las acusaciones de corrupción en su contra, que llevaron al proceso de destitución, fue, por decir lo menos, torpe. Probablemente no haya hecho ningún negocio ilegal dentro del escándalo de corrupción brasileño Odebrecht. Sin embargo, la defensa de Kuczynski expuso su falta de instinto político y su increíble desprendimiento; realmente fue poco convincente.
Con el indulto de Fujimori, Kuczynski pierde a los pocos seguidores que le quedaban. Ahora, completamente independiente de lo que realmente haya sucedido, el presidente carga alrededor de su cuello el letrero de "corrupto". Uno más en la clase política de Latinoamérica, pero uno de los menos esperados. Kuczynski deja un muy mal precedente para el futuro.
Autor: Uta Thofern (few)
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América Latina: escándalos judiciales de expresidentes
Empezamos con Perú porque es el país sudamericano con más expresidentes en prisión.
Imagen: picture-alliance/dpa
Perú: Alberto Fujimori (1990-2000)
Se encuentra en la cárcel cumpliendo una condena de 25 años por varios delitos, como corrupción, peculado, usurpación de funciones, por desviar fondos y por su responsabilidad en el asesinato de estudiantes de La Cantuta.
Imagen: Reuters
Perú: Ollanta Humala (2011 -2016)
Humala y su esposa, Nadine Heredia, se encuentran en la cárcel cumpliendo prisión preventiva por dieciocho meses. A ambos se les acusa de lavado de activos por los aportes que recibió su partido político en las campañas electorales de 2006 y 2011.
Imagen: picture-alliance/dpa
Perú: Alejandro Toledo (2001-2006)
Se encuentra prófugo de la Justicia. Existe una orden de captura por presuntos delitos de tráfico de influencias, lavado de activos y colusión. Se le acusa de haber recibido sobornos por 20 millones de dólares de la constructora Odebrecht.
Imagen: picture-alliance/dpa/AP/K. Navarro
Perú: Alan García (1985-1990 / 2006-2011)
Se ha visto involucrado en varios casos judiciales, pero ha logrado salir airoso de todos. Sobre él pesaban acusaciones por corrupción, enriquecimiento ilícito y violaciones de los derechos humanos. El escándalo más sonado durante su gobierno fue el de los ‘petroaudios’, que revelaron un presunto manejo irregular en licitaciones de lotes petroleros en beneficio de una empresa extranjera.
Imagen: Mirra Banchon
Argentina: Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015)
Sobre Kirchner pesan varias acusaciones: por el presunto delito de administración fraudulenta en perjuicio del Estado y por presunto blanqueo de capitales. Además, fue acusada de encubrir a los sospechosos iraníes del atentado perpetrado en 1994. El próximo 9 de noviembre deberá declarar ante el juez por los supuestos delitos de lavado de dinero por el caso “Hotesur”.
Imagen: picture-alliance/dpa/L. La Valle
Brasil: Lula Da Silva (2003-2010)
En julio de este año, la Justicia lo condenó, en primera instancia, a nueve años y medio de prisión por los crímenes de corrupción pasiva y lavado de dinero. El 9 de septiembre el expresidente brasileño deberá declarar ante la Justicia por los supuestos sobornos que habría recibido del grupo Odebrecht.
Imagen: Getty Images/AFP/M. Schincariol
Brasil: Dilma Rousseff (2011-2016)
En el año 2016 afrontó un juicio político por presuntas manipulaciones de las cuentas públicas para ocultar el déficit fiscal, conocidas como “pedaladas fiscales” en portugués. Rousseff fue destituida como presidenta en agosto de 2016.
Imagen: picture-alliance/dpa/C. Gomes
Bolivia: Luis García Meza (1980-1981)
En 1993, fue condenado a 30 años de prisión, sin derecho a indulto, por crímenes de lesa humanidad. Actualmente se encuentra en prisión cumpliendo su condena, que concluye en el año 2025.
Imagen: GONZALO ESPINOZA/AFP/Getty Images
Bolivia: Gonzalo Sánchez de Lozada (2002-2003)
La Asamblea Legislativa Plurinacional de Bolivia aprobó en 2016 un juicio de responsabilidad en su contra por presuntos delitos de contratos lesivos al Estado. En 2003, renunció a la presidencia y huyó a Estados Unidos.
Imagen: AP
Colombia: Álvaro Uribe (2002-2010)
Fue acusado de haber presionado y amenazado a los magistrados que revisaban el proceso contra exfuncionarios por las chuzadas del DAS, escándalo surgido tras las interceptaciones telefónicas y seguimientos ilegales durante su pasado gobierno. En 2016, la Corte Suprema falló a favor de Uribe.
Imagen: picture-alliance/dpa/M. Duenas Castaneda
Paraguay: Fernando Lugo (2008-2012)
Fue destituido de su cargo como presidente por un controvertido juicio político alegando mal desempeño en sus funciones. La mayoría de los gobiernos latinoamericanos de ese entonces condenaron dicha destitución, calificándola de 'ruptura del orden democrático'.