Kosovo declaró la independencia hace diez años, pero sus problemas no han disminuido desde entonces. El país necesita reformas. Su impulso debe venir tanto del interior como del exterior, dice Vilma Filaj-Ballvora.
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"Lo único que hemos conseguido ha sido la independencia". Es la breve respuesta de un estudiante de Kosovo a la pregunta de cómo se siente un joven en el Estado más joven de Europa. Resume la esencia del problema: nada ha avanzado en Kosovo. Los kosovares hicieron historia hace diez años cuando, después de décadas de conflicto y de guerra, proclamaron la independencia en un proceso pacífico facilitado por la ayuda de diversas organizaciones internacionales. La euforia del momento fue abrumadora, como el deseo de dar forma finalmente al ansiado Estado propio.
Pero, diez años después, el balance es desalentador: la economía, estancada; el desempleo, enorme; prevalecen la pobreza, la corrupción y el nepotismo. Y los jóvenes no tienen perspectivas. La consecuencia fatal: en los últimos años, la gente ha emigrado en dirección a occidente.
Ya no hay "paisajes florecientes"
¿Cuál es el problema? ¿Por qué en Kosovo, con tanta inversión internacional, no se divisan "brotes verdes" ni han aparecido los proverbiales "paisajes florecientes"? Hay varias razones. Por un lado, el factor internacional: a pesar de que Kosovo actúa oficialmente como un estado soberano, el país no esta reconocido por todos los miembros de la ONU y aún está bajo control internacional. La misión UNMIK de Naciones Unida continúa siendo la autoridad decisiva en la administración del país. Los soldados de la KFOR bajo el mando de la OTAN todavía tienen que proporcionar seguridad hoy en día. Y EULEX, la Misión del Estado de Derecho de la UE, está a cargo de construir un Estado constitucional.
Las estructuras internacionales, destinadas a ayudar en la creación de un Estado, a menudo se interponen en el camino de las nacionales y viceversa. Además, los casos de corrupción masiva han dañado la imagen de los trabajadores de ayuda extranjera. ¡Un país no puede ser soberano y al mismo tiempo seguir tutelado como un protectorado!
Disputas a pesar del diálogo
Por otro lado, Serbia: Belgrado todavía no reconoce la independencia de Kosovo. Durante años, la UE ha mediado en un largo diálogo entre Pristina y Belgrado para normalizar las relaciones. Pero las discusiones encallan una y otra vez por demandas incompatibles de ambas partes. Bruselas ha convertido un acuerdo vinculante para ambos países en una condición previa para la prevista adhesión a la UE. Las conversaciones están estancadas de nuevo.
Y no menos importantes son los mismos kosovares: el desarrollo del país todavía se caracteriza por crisis políticas internas y está paralizado. Varias leyes medulares todavía no se pueden aprobar en el parlamento. Por ejemplo, la ley sobre un Tribunal Especial Internacional, que busca esclarecer los presuntos crímenes de guerra de los albaneses contra los serbios, sigue siendo cuestionada por los parlamentarios. Es necesaria para el proceso de reconciliación en el país. Del mismo modo está pendiente la aprobación del acuerdo fronterizo con Montenegro para la obtención de visados, tan importante para Kosovo.
Desde el final de la guerra en 1999, los ex comandantes de UÇK han moldeado las políticas del país: Hashim Thaçi, que ahora es presidente, y Ramush Haradinaj, que se convirtió en primer ministro por segunda vez en septiembre de 2017. Pero ambos cultivan una relación de amor y odio mutuo desastrosa para el país. Demasiado grandes son su rivalidad y sus ambiciones personales. Tras la guerra, fueron aclamados como héroes. Y todavía disfrutan de un amplio apoyo social. Pero las críticas son cada vez más fuertes.
Hacen falta reformas
El tiempo apremia: el estancamiento permanente daña al joven país y a toda la región. Y podría traer problemas a Europa, que es el "destino de Kosovo", como siempre, declaran Thaçi, Haradinaj y los suyos. Pero convertirse en parte de Europa significa primero completar con éxito su tarea.
Sin presiones para las reformas, que deben venir tanto de dentro como de fuera, Europa seguirá siendo un sueño. Se necesita pragmatismo. Los propios kosovares no deben rehuir su responsabilidad. Pero también Serbia debe superar el resentimiento del pasado. Y la UE debe aclarar a Pristina y Belgrado sus condiciones, creando al mismo tiempo más incentivos.
Autora: Vilma Filaj-Ballvora (LGC/MS)
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La intervención de la OTAN contra Serbia
El bombardeo de Serbia por parte de la OTAN terminó con la violencia de las tropas serbias contra los albano-kosovares. Sin embargo, esa guerra, que se realizó sin el mandato de la ONU, sigue siendo controvertida.
Imagen: picture-alliance/dpa
Huellas de la guerra
El conflicto en Kosovo escaló a fines de 1990. Decenas de miles de personas huyeron y, cuando todas las tentativas de restablecer la paz se vieron frustradas, la OTAN inició un ataque aéreo a las bases y objetivos militares serbios, el 24 de marzo de 1999. Once semanas después, Slobodan Milosevic se rendía.
Imagen: Eric Feferberg/AFP/GettyImages
El fracaso de la resistencia pacífica
Ya a mediados de los 80 comenzaron en Kosovo las protestas contra los intentos de Belgrado de recortar los derechos de la población albana. En los 90, las represalias aumentaron. Ibrahim Rugova, que lideraba el movimiento político en Kosovo desde 1989, creía en la resistencia pacífica y trató de convencer a Slobodan Milosevic de un cambio de rumbo, pero sin éxito.
Imagen: picture-alliance/dpa
Guerra de guerrillas
En Kosovo comienza a formarse la resistencia armada. La autoproclamada Armada de Liberación UCK empieza una cruel guerra de guerrillas perpetrando violentos ataques contra los serbios, pero también contra los albanos, a quienes considera colaboradores. Serbia responde a los actos terroristas incendiando viviendas y saqueando tiendas. Cientos de miles personas huyen.
Imagen: picture-alliance/dpa
Expulsión sistemática
La guerra se vuelve cada vez más brutal. Para romper la resistencia de la UCK y el apoyo que le brinda la población, las fuerzas serbias atacan cada vez más a civiles. Muchas personas huyen a los bosques. Miles de kosovares son llevados en trenes y camiones a las fronteras del país, sin documentos que probaran que provenían de Kosovo.
Imagen: picture-alliance/dpa
El último intento
En febrero de 1999, EE. UU., Francia, Gran Bretaña, Rusia y Alemania llaman a las partes en conflicto a una conferencia en Rambouillet para lograr un acuerdo limitado de autonomía para Kosovo. Los representantes kosovares aceptan, pero los serbios no están dispuestos a hacer concesiones, y las negociaciones fracasan.
Imagen: picture-alliance/dpa
"Intervención humanitaria"
El 24 de marzo de 1999, la OTAN comienza a bombardear objetivos militares y estratégicos en Serbia y Kosovo para frenar la violencia contra los albanos. También Alemania participa en los ataques. La operación “Allied Force” es la primera guerra de la OTAN en 50 años que no cuenta con el respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU. Rusia juzga severamente la intervención
Imagen: U.S. Navy/Getty Images
Infraestructura paralizada
Además de los ataques a instalaciones militares, la OTAN también toma como objetivo vías de abastecimiento, líneas de ferrocarril y puentes. En 79 días y noches arriban más de 37.000 misiones de la alianza, y cerca de 20.000 misiles y bombas caen sobre territorio serbio. Muchos civiles pierden la vida. “Daños colaterales”, según el lenguaje que utiliza la OTAN.
Imagen: picture-alliance/dpa
Nubes tóxicas sobre Pancevo
También son atacadas las fábricas, como en Pancevo, cerca de Belgrado. Allí, las bombas de la OTAN destruyen un depósito de químicos y una fábrica de fertilizantes liberando grandes cantidades de sustancias químicas que contaminan suelos, ríos y el aire. Las consecuencias para la población son gravísimas. Serbia acusa a la OTAN de utilizar munición enriquecida con uranio, así como bombas racimo.
Imagen: picture-alliance/dpa
Guerra contra la propaganda de guerra
Para privar a Milosevic de un importante órgano de propaganda, la OTAN ataca la televisión estatal en Belgrado. Aunque se informó con anticipación al Gobierno serbio del ataque, éste no difunde la información. En el edificio de la emisora mueren 16 personas.
Imagen: picture-alliance/dpa
"Daños colaterales"
En Kosovo, las bombas de la OTAN caen por error sobre una caravana de refugiados albanos. Mueren cerca de 80 personas. La OTAN califica, además, de “daño colateral” el bombardeo de la embajada china en Belgrado, en el cual mueren cuatro personas. El incidente provoca una grave crisis diplomática entre Pekín y Washington.
Imagen: Joel Robine/AFP/GettyImages
Balance del horror
A comienzos de junio llegan las primeras señales de Belgrado que indican que Slobodan Milosevic está dispuesto a ceder. El 19 de junio la OTAN detiene los ataques aéreos. El balance de la guerra: miles de muertos y 860.000 refugiados. La economía serbia está por los suelos, y amplios sectores de su infraestructura están destruidos. Kosovo es puesta bajo administración de la ONU.