China puede ser un socio importante si se trata de defender el libre comercio. Pero es Europa, y no Alemania, la que debería negociar con Pekín. Hay que prestar atención a los valores propios, opina Jens Thurau.
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Un día dedicado a China en materia política, en Berlín. Banderas rojas frente a la cancillería. No solamente llegó el primer ministro Li Keqiang, sino que trajo con él a su gabinete. Se trata de consultas gubernamentales. Y un foro económico adjunto que explora las posibilidades de intensificar el comercio entre ambas partes.
¿China como socio, en lugar de Estados Unidos?
Alemania ve a China como un posible socio para defender al libre comercio de los enfurecidos ataques del presidente estadounidense Donald Trump. Con este antecedente, el gigante del lejano Oriente se ubica, casi automáticamente, al lado de Alemania. No obstante, todavía hay muchos problemas graves, incluso más que hace algunos años, según dicen los expertos. Al igual que antes, China se apropia del conocimiento occidental con medios desleales e impide la inversión justa en su propio país. Por no hablar de la hegemonía política en la puerta de su casa, con sus vecinos Taiwán y el Tíbet. La situación de los derechos humanos sigue siendo precaria. Y en cuanto a política de desarrollo, China tiene un comportamiento imperialista, por ejemplo hacia Pakistán o hacia África.
Mientras tanto, el líder de China apunta alto. Se reúne con 16 países de Europa oriental y central en Bulgaria, pronto será el anfitrión de la Cumbre UE-China en Pekín. Y entusiasma con su idea de una "nueva ruta de la seda" también a líderes empresariales alemanes, que siempre han alabado los procesos de planificación chinos, breves en comparación con la burocracia inamovible de Alemania y Europa. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que esto se debe principalmente al hecho de que en una democracia se debe consultar a un par de personas más, antes de simplemente construir aeropuertos, centros comerciales y plantas industriales. La democracia también puede ser complicada.
Sigue provocando deeazón el hecho de que Alemania o Europa se acercquen cada vez más a China, solo porque el aliado más importante al otro lado del Atlántico ya no es accesible de forma racional. Y sobre todo Europa, por difícil que sea el momento actualmente en la UE, debería encontrar respuestas comunes; y, por ahora, resistir la tentación de sellar acuerdos individuales con China. Porque el gigante en Asia es simplemente demasiado grande para que los países por sí solos sean socios verdaderamente iguales, ni siquiera Alemania. Especialmente no en un momento de inestabilidad del gobierno.
China no es una democracia
¿Es verdad lo que alguna vez dijo el ex ministro de Relaciones Exteriores, Sigmar Gabriel, en cuanto a que después de Donald Trump nada será como antes en la relación con EEUU? ¿Y que Alemania debería perseguir con aplomo sus propios intereses en alianza con otros socios? No importa si uno está o no de acuerdo con esta tesis. Con respecto a China, solo puede ser determinante el hecho de que pese al atractivo comercial, no podemos olvidar que no estamos tratando con una democracia. No compartimos muchos valores con los comunistas en China, a pesar de que actualmente hay intereses comunes como el libre comercio, el cambio climático y algunos otros temas. El valor de Europa por excelencia debería ser realmente la defensa de la libertad y la democracia. Y el Estado de derecho. Todo esto no es muy probable en China en este momento. Pero no debe aceptarse una alternativa. De cualquier manera, el siglo XX estadounidense no fue tan malo. El siglo XXI chino, es mucho más motivo de preocupación.
Author: Félix Steiner (PANA/ER)
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Las amenazas comerciales de Donald Trump (julio de 2018)
A la retórica de la campaña electoral de Donald Trump, le siguieron amenazas por Twitter, que luego se conviritieron en aranceles. Entre tanto, el mundo está al borde de una guerra comercial.
Imagen: picture-alliance/Zumapress/C. Levy
America first! Ahora va en serio
Antes de convertirse en presidente, Donald Trump advirtió que nunca eludiría un conflicto siempre y cuando fuese a favor de los intereses de EE. UU. Después de un año, su lema es: lo prometido es deuda.
Imagen: picture-alliance/Photoshot/Yin Bogu
Aranceles a la importación de acero y aluminio
Rodeado de trabajadores del acero, Trump dio a conocer al mundo la primera de sus medidas arancelarias el 8 de marzo de 2018. Impuso aranceles a la importación de aluminio y acero. China fue el país más afectado por dicha medida. La UE y otros socios comerciales obtuvieron entonces una prórroga.
Imagen: Reuters/Leah Millis
El conflicto comercial llega a Alemania
Entretanto, la exportación de acero de la UE, como estas láminas de acero de Salzgitter AG, se ve afectada por los aranceles estadounidenses. Las pérdidas para la industria alemana de exportación son, no obstante, razonables. Sin embargo, eso podría cambiar si Trump hace realidad su próxima amenaza: aplicar a las importaciones automotrices de la UE aranceles del 20 por ciento.
Imagen: picture-alliance/dpa/J. Lübke
Amenazas a los fabricantes de autos por Twitter
Desde el principio, Donald Trump usó Twitter para presentar su visión de las cosas, para amenazar y plantear ultimátums. Su proyecto central es la reorganización de las relaciones comerciales de EE. UU. con sus principales socios, China, la UE y los países miembros del NAFTA, Canadá y México. Casi todos los días, Trump envía tuits desde la Casa Blanca.
Imagen: Twitter/realDonaldTrump
Los fabricantes alemanes tienen mucho que perder
Coches nuevos de Mercedes-Benz esperando a ser embarcados en Bremerhaven. Cuando amenaza con imponer a un auto de la UE un arancel del 20 por ciento, el presidente de EE. UU. apunta principalmente a Daimler y a otros fabricantes de automóviles alemanes. Sus éxitos de ventas en los EE. UU. son, según Trump, el principal culpable del gigantesco déficit comercial de los Estados Unidos.
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Nuevo acuerdo con Canadá y México
Un nuevo acuerdo con Canadá y México estaba en la lista de tareas de Trump desde el principio. El objetivo del presidente de los Estados Unidos es, ante todo, lograr una mayor protección de las empresas estadounidenses y acabar con la reubicación de la producción, como la fabricación de automóviles en México, donde es más barata.
Imagen: picture alliance/AP Photo/J. Bottoni
México, víctima de la política comercial de EE.UU.
No solo los fabricantes de automóviles estadounidenses también están construyendo vehículos en México. Volkswagen y otros fabricantes de automóviles también han estado produciendo durante décadas en el país vecino de Estados Unidos. Por la presión de Trump, empresas como Ford han cancelado recientemente sus planes de abrir nuevas plantas de fabricación en México.
Imagen: picture alliance/dpa
También Canadá nota la política de Trump
Canadá también está experimentando los efectos de la política comercial de EE. UU. Además del acero y el aluminio canadienses, las importaciones de madera del país vecino del norte son particularmente criticadas por Trump. Sin embargo, los aranceles impuestos a la madera blanda canadiense en abril de 2017, han originado el aumento masivo de los precios de las viviendas en EE. UU.
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Pekín responde también con aranceles
Los aranceles impuestos como represalia por el gobierno chino afectan también a productos de la industria alimentaria estadounidense. Como resultado, los frutos secos, la fruta y la carne de EE. UU. se han vuelto considerablemente más caros, como se aprecia en un supermercado especializado en productos estadounidenses en Hong Kong.
Imagen: picture-alliance/ZUMAPRESS/M. Candela
Los todoterreno de EE. UU., también con aranceles
Si dependiese de la voluntad del gobierno de Pekín, los vehículos de los fabricantes de automóviles estadounidenses deberían costar una cuarta parte más en China. En cualquier caso, se aplicarán aranceles adicionales de importación del 25 por ciento en el futuro.