Opinión: Scaramucci era un síntoma, el problema es Trump
Michael Knigge
1 de agosto de 2017
Incluso tratándose del gobierno de Trump, el caos de los últimos días en la Casa Blanca no tiene precedentes. Aun cuando la partida de Antony Scaramucci sea un avance, el problema de fondo persiste, opina Michael Knigge.
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Quizás la meta secreta de Donald Trump sea efectivamente establecer el récord de los períodos más breves y los más rápidos cambios de personal en la Casa Blanca de toda la historia de Estados Unidos. Si ese fuera el caso, con el sorpresivo despido del director de Comunicaciones Anthony Scaramucci, nombrado apenas pocos días antes, su Gobierno iría "por buen camino" para cumplir tal objetivo.
Pero el relevo del portavoz Sean Spicer, del jefe de Gabinete Reince Priebus, y del recién designado director de Comunicaciones, en tan corto lapso, en realidad es demasiado problemático como para bromear al respecto. Porque las circunstancias en las que todos ellos abandonaron al Casa Blanca son tan dramáticas que ni siquiera habrían tenido cabida en la serie "West Wing" (El ala oeste de la Casa Blanca).
Permanentes disputas en la Casa Blanca
Las inevitables intrigas son una constante en la Casa Blanca de Trump desde su llegada a la presidencia, y hacen que la sede de Gobierno luzca acéfala y caótica, en tiempo de innumerables desafíos nacionales e internacionales. En circunstancias normales, la tarea de la Casa Blanca es elaborar una agenda política consistente para el Gobierno y organizar un trabajo fluido entre los diversos ministerios, reparticiones estatales y el Congreso. En lugar de ello, con Trump, la Casa Blanca está ocupada únicamente de querellas internas y traiciones.
La inexperiencia política y profesional de muchos de los más cercanos asesores de Trump de seguro ha contribuido a esta situación. Pero ese no es el motivo principal de que este centro gubernamental sea incapaz de hacer avanzar la presidencia de Trump.
Seamos sinceros: el problema principal por el cual esta Casa Blanca no funciona hasta ahora en grandes áreas es el propio presidente. Donald Trump no solo eligió personalmente a la mayor parte de sus colaboradores (a menudo contraviniendo los consejos de observadores con experiencia), sino que cree que una enconada cultura de confrontación entre los diversos individuos y facciones dentro de la Casa Blanca arrojará buenos resultados. No es así.
Falta la cadena de mando
Tan problemática como el ambiente de trabajo imperante en la Casa Blanca es la incapacidad del presidente de permitir, y menos de exigir, una clara cadena de mano que no lo involucre en cada paso. Scaramucci, que se comportaba como el alter ego de Trump, no solo había predicho la salida de su rival Priebus, sino que también se había jactado de informar directamente al presidente y no al jefe de Gabinete, como es usual. A todas luces Trump disfruta de inmiscuirse en todo y de no ceñirse al protocolo establecido.
A ello se suma la inclinación de Trump a provocar controversias a través de su cuenta de Twitter con su, llamémoslo "poco convencional", punto de vista sobre acontecimientos de actualidad. Como resultado, este comportamiento del presidente redunda en que la Casa Blanca y todo su Gobierno, de facto, sea incapaz de gobernar.
Los límites del poder de John Kelly
El ejemplo más reciente: pocas horas después de la salida de Scaramucci, un tweet de Trump terminaba con las palabras "no hay caos en la Casa Blanca". Ese solo mensaje plantea dos interrogantes: "¿Creerá el propio presidente lo que escribe? Si es así, sería un gran problema, porque un presidente que pierde el sentido de la realidad no puede ser un buen presidente. Por eso, la segunda pregunta es aún más importante: ¿Permitirá Trump a su nuevo jefe de Gabinete, John Kelly, tomar decisiones no solo en el ámbito de la Casa Blanca sino también en el áreas de competencia formal del presidente?
Sobre la base de lo que se ha visto en los pasados seis meses, no cabe apostar eso. Aun cuando sigue siendo imposible prever nada de lo que ocurrirá en este Gobierno, si fracasa también este intento de poner orden en la Casa Blanca, sería un claro indicio de que la presidencia de Trump está condenada al fracaso.
Donald Trump, el presidente de los despidos
En un abrir y cerrar de ojos, el presidente estadounidense, Donald Trump, despide a un alto funcionario de su administración tras otro. Estos políticos han tenido que abandonar la Casa Blanca.
Tillerson tenía a menudo opiniones diferentes a las de Trump. Se habría enterado de su despido al leer el tuit en el que Trump anunciaba su salida de la Casa Blanca, según algunos medios. La designación de Tillerson como secretario de Estado fue controversial desde el principio debido a que no tenía ninguna experiencia política: fue director por muchos años de la gigante petrolera Exxon Mobil.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/A. Harnik
Hope Hicks
La exdirectora de comunicaciones, de solo 29 años, renunció un día después de testificar ante el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes sobre la
interferencia rusa en las elecciones estadounidenses de 2016. Aunque Hicks reconoció en su declaración haber mentido en su puesto de trabajo, expresó que dejaba el puesto porque "sentía que había completado su ciclo".
Imagen: Reuters/C. Barria
Stephen Bannon
No quedó claro si renunció o fue despedido, pero el exestratega jefe de la Casa Blanca fue una pieza importante en la agenda nacionalista y antiglobalización que ayudó a Trump a llegar a la presidencia. La razón de la salida de Bannon pudo haber sido los constantes choques que tuvo con facciones más moderadas de la Casa Blanca y por haber criticado las políticas de Trump.
Imagen: picture alliance/dpa/AP/E. Vucci
Anthony Scaramucci
El exinversor de 53 años, apodado "The Mooch", solo permaneció diez días en su cargo como director de Comunicaciones de la Casa Blanca. El general John Kelly, nuevo jefe de Gabinete, había pedido la remoción del neoyorquino Anthony Scaramucci. Los insultos de éste contra empleados de Trump incluso habrían indignado al presidente norteamericano.
Reince Priebus, el exjefe de Gabinete de la Casa Blanca, fue despedido tras solo seis meses debido a una confrontación abierta con Anthony Scaramucci, el ahora exdirector de Comunicaciones de Trump. Al parecer, Priebus había rechazado con vehemencia la contratación de Scaramucci.
Imagen: Reuters/M. Segar
Sean Spicer
En su calidad de portavoz de prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer no tuvo la mejor relación ni con la prensa ni con su jefe, el presidente estadounidense. Spicer renunció después de que Donald Trump nombrara a Anthony Scaramucci director de Comunicaciones.
Imagen: Reuters/K.Lamarque
Walter M. Shaub Jr.
Walter Shaub, el exdirector de la Oficina de Ética Gubernamental, dejó su puesto en julio, después de que su oficina entrara en conflicto con la Casa Blanca debido a preguntas sobre la situación financiera del presidente estadounidense. Según informes de la prensa, Shaub habría calificado de "ridículo" el gobierno de Trump.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/J.S. Applewhite
Michael Dubke
Ya en mayo pasado, Michael Dubke, el antecesor de Anthony Scaramucci, tuvo que dejar su puesto como director de Comunicaciones de la Casa Blanca. Según el equipo de Trump, el experto en relaciones públicas había lidiado mal con las acusaciones relativas a la supuesta injerencia rusa en las elecciones estadounidenses.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/S. Walsh
James Comey
También James Comey, el exdirector del FBI, fue víctima de la impía política de personal de Trump. La Casa Blanca justificó el despido de Comey alegando que éste había manejado mal la investigación de los correos electrónicos de Hillary Clinton. Críticos creen que la verdadera razón del despido fue la investigación del FBI sobre el presunto apoyo de Rusia a la campaña electoral de Trump.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/J. S. Applewhite
Michael Flynn
El primer consejero de Seguridad Nacional del presidente Trump, Michael Flynn, dimitió tras solo un mes en el cargo. La razón: la prensa había revelado que, antes de que Trump asumiera oficialmente su cargo, Flynn había mantenido una conversación con el Embajador ruso en Washington sobre las sanciones estadounidenses contra Rusia. Además había mentido al vicepresidente Mike Pence al respecto.