En Gran Bretaña se autorizó por primera vez la modificación genética de un embrión humano. Ya es hora para un debate pospuesto: ¿Queremos dejar la herencia genética en manos de ingenieros? Matthias von Hein opina.
Imagen: Getty Images/S. Platt
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De forma calculada se ha derribado un tabú. Y no debería sorprendernos. No es la primera vez que la ciencia confronta a la sociedad con hechos. Lamentablemente, el motor del desarrollo científico no siempre responde únicamente al puro deseo de sabiduría. Y el bien de la sociedad tampoco es la única motivación de los científicos. La ambición, la competencia y los intereses empresariales son fuerzas más eficaces. El lema reza: lo que se puede hacer, se hace – antes de que alguien más lo haga.
Ante esta realidad, parece casi imposible discutir sobre las ventajas y los riesgos sociales de nuevas técnicas, analizar de forma objetiva las consecuencias y –en el mejor de los casos– implementar estándares internacionales vinculantes. Sobre todo cuando, de repente, se cuenta con una nueva herramienta. En el caso de la modificación genética de embriones humanos, recientemente autorizada en Gran Bretaña, se aplica la novedosa técnica CRISPR/Cas9, conocida vulgarmente como "tijera genética".
Una tecnología rápida, precisa y barata
El descubrimiento de esta “tijera genética” hace tres años provocó un terremoto en la biología, que la opinión pública apenas empieza a sentir: el genoma de células vivas de todo tipo puede ser modificado de forma rápida, altamente precisa y, sobre todo, ¡barata!
Matthias von Hein, comentarista de DW.
Así, el nuevo método también se vuelve interesante para los laboratorios pequeños con un presupuesto reducido; ni hablar de los grandes laboratorios en países con bajos estándares. En abril de 2015, la noticia de que un equipo de investigadores chinos había modificado por primera vez embriones humanos -no viables- causó furor.
Y desde finales de septiembre el Instituto de Genomas de Pekín vende en la capital china cerdos modificados con la “tijera genética”: estos lindos animales solo llegan a medir un tercio de lo que miden sus parientes naturales. Además, el cliente puede decidir el color del cerdito. La conclusión: a partir de la cirugía genética, la biología se está transformando de una ciencia de la vida en una ciencia de la ingeniería.
De la investigación básica a la investigación aplicada
La gran pregunta es, ¿en qué campos queremos aplicar esta nueva ciencia de la ingeniería? ¿La queremos aplicar en nosotros mismos, los humanos? Antes de que fuera posible responder esta pregunta, la decisión británica derribó un dique. Ya en el pasado, el Reino Unido se adelantó a este tipo de preguntas: hace 20 años la oveja Dolly fue clonada en un laboratorio escocés.
Está claro que la investigadora de células madre Kathy Niakan, del Instituto Francis Krick en Londres, no pretende crear “bebés de diseño”. Solo quiere dedicarse a la investigación básica. No obstante, por lo general, a la investigación básica sigue la investigación aplicada.
Además, la aprobación por parte de muchos científicos hace pensar que pronto le seguirá una ola de nuevas investigaciones: actualmente se habla de un importante “primer paso”. Pero, ¿cuáles serán los próximos pasos? Un colega de Niakan, del Instituto Francis Krick, espera que la aprobación anime a otros científicos a solicitar permiso para realizar modificaciones genéticas en embriones humanos.
Apenas el verano pasado, los principales investigadores genéticos alemanes se pronunciaron claramente en contra de experimentos con la línea germinal humana. No obstante, una “cumbre genética” en Washington a finales del año pasado, organizada por academias científicas de Estados Unidos, Inglaterra y China, llegó a la conclusión de que la investigación básica en la placa de Petri es justificable. Ya es hora de que la opinión pública se pronuncie al respecto. Antes de que la ciencia nos confronte con otro hecho: el ser humano genéticamente optimizado.
Plutón en máxima resolución
Desde hace nueve años, la sonda espacial "New Horizons" de la NASA viaja a lo largo del sistema solar. La nave ha alcanzado ya un asteroide, así como el planeta Júpiter. Ahora, envía fabulosas imágenes de Plutón.
Imagen: picture-alliance/dpa/NASA/JHUAPL/SwRI
Algo nunca visto
La NASA habla de que son posiblemente las mejores imágenes de Plutón obtenidas desde hace décadas. Muestran una sucesión de áreas montañosas y otras heladas, con cráteres. “Las nuevas imágenes nos dan una visión fascinante y en alta resolución de la geología de Plutón”, afirma la agencia espacial.
Imagen: Reuters/NASA/JHUAPL/SwRI
Más resolución de imagen
Según sus propias informaciones, la NASA utilizó tecnología poco usual como el telescopio Lorri (abreviatura de "Long Range Reconnaissance Imager", en inglés), que permitieron obtener una toma cada tres segundos. Otra cámara, entre tanto, hacía un barrido de imagen de la superficie del planeta. Así se logró acortar el tiempo de obturación de la cámara.
Imagen: picture-alliance/dpa/Nasa/Jhuapl/Swri
Una gran diferencia
Así se veía Plutón el verano pasado, desde la sonda "New Horizons". En cuanto a la calidad, no hay comparación con las imágenes actuales.
Imagen: picture-alliance/dpa/NASA/JHUAPL
A tiro de asteroide
La sonda se acercó a unos 17.000 kilómetros de Plutón. Como referencia: nuestro planeta y la Luna están alejados una distancia 30 veces mayor. Al fondo, puede verse la luna más grande de Plutón, Caronte.
Imagen: JHUAPL/SwRI
El planeta que dejó de serlo
Siete meses ants de que comenzara la misión de la sonda "New Horizons", la Unión Astronómica Internacional ajustó a la baja la categoría de Plutón como cuerpo celeste: lo declaró “planeta enano” debido a que su órbita no es lo suficientemente redonda. La reclasificación fue necesaria debido a que cada vez más cuerpos celestes son descubiertos en nuestro sistema solar.
A partir del Sol, se suceden los planetas Mercurio, Venus, Tierra y Marte. Luego viene el planeta enano Ceres, seguido de los gigantes Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. En la orilla aparecen dos puntos minúsculos: Plutón, con un diámetro de apenas 2.370 kilómetros (distancia medida con precisión por la sonda "New Horizons") y su luna Caronte.
Imagen: picture-alliance/dpa
No todas las lunas son redondas
Un objetivo de la sonda "New Horizons" consiste en desvelar los secretos de las lunas de Júpiter. Por ejemplo, cuán grande es realmente la Estigia, cuyo diámetro se calcula en entre 8 y 28 kilómetros. En enero y febrero pasados, la sonda tomó las primeras y poco claras imágenes de Caronte, Nix e Hidra. En abril, logró captar fotografías de Cerbero.
Imagen: NASA/ESA/A. Feild (STScI)
Danza espacial
Así gira la luna Nix en su órbita. Éstas no son imágenes tomadas por la "New Horizons", sino simulaciones hechas por la NASA en computadora, a partir de datos recabados anteriormente. Nix no solamente gira en torno de Plutón, sino también alrededor de Caronte. Es la luna de una luna.
La sonda "New Horizons" cuenta con tres instrumentos ópticos que realizan registros distintos. Dos espectrómetros de plasma analizan las partículas del polvo solar. Además, tiene otros instrumentos para analizar la radiación.
Imagen: JHUAPL/SwRI
Telescopio óptico
La imagen muestra cómo fue instalado el módulo Lorri en la sonda. A él se deben las imágenes de Plutón en alta resolución. La cámara digital del telescopio capta la radiación y la transforma en ondas de frecuencia visibles. Lo más pesado en esta cámara de 8,6 kilogramos de peso es el telescopio, que con todo y su lente pesa unos 5,6 kilogramos.
Imagen: NASA
De viaje desde 2006
La sonda "New Horizons" fue lanzada al espacio el 19 de enero de 2006, desde Cabo Cañaveral, a bordo de un cohete Atlas-V. Para poder evitar la gravedad tanto terrestre como solar, la sonda fue acelerada a una velocidad de 16,26 kilómetros por segundo, un récord mundial para naves espaciales.
Imagen: NASA
Siempre alejada del sol
La trayectoria de vuelo comenzó en el centro del sistema solar, y se prolongó hasta su orilla. En ese camino, la "New Horizons" pasó cerca del Asteroide 132524 APL, así como cerca de Júpiter, para quedar a una distancia de 2,3 millones de kilómetros. Ahí, recabó datos científicos acerca de la atmósfera, las lunas y la magnetósfera del planeta.