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Opinión: ¿Tiene futuro el “Plan Merkel” para África?

Claus Stäcker
13 de junio de 2017

Con nuevas alianzas, Alemania quiere ayudar a África a salir del subdesarrollo. Pero la iniciativa germana, presentada en el marco del G20, enfrentará problemas, opina Claus Stäcker.

Deutschland G20 Afrika Treffen
Imagen: picture-alliance/dpa/K. Nietfeld

Con actitud cómplice, el presidente de la Unión Africana y mandatario de Guinea, Alpha Condé, se instaló a un costado de la canciller Angela Merkel. Al llamado "Plan Marshall” de apoyo a África planteado por el ministro de Cooperación Económica y Desarrollo de Alemania, Gerd Müller, los dirigentes africanos le pusieron "Plan Merkel”. A la canciller se le esbozó una sonrisa en el rostro cuando escuchó el concepto.

 

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Los invitados al encuentro con líderes africanos en Berlín expresaron su agradecimiento por el nuevo enfoque de ayuda. Poner la propuesta en la agenda del G20 ya es de por sí un éxito, un cambio de paradigma. Incluso los millonarios africanos prodemócratas Mo Ibrahim y Alika Dangote hablaron de una "coalición de buena voluntad”. El moderador pronunció el apellido de Merkel de manera tal que sonó como si dijera "miracle”, milagro. De repente, al caluroso Gasómetro de Berlín Schöneberg, donde se realizó el encuentro, entró una brisa de ilusiones.

Múltiples necesidades

El "Plan Merkel”, que es mucho más que una idea de Merkel, podría parecer un distanciamiento de lo que clásicamente conocemos como planes de ayuda, el fin de un método que ha demostrado no funcionar. Cuatro billones de dólares han sido quemados en África desde 1960 sin que las condiciones de vida de sus habitantes hayan mejorado visiblemente. La participación de ese continente en el comercio mundial disminuyó en ese mismo período de un 7 a un 3 por ciento.

¿El plan? Los países con ánimo de reforma que creen buenas condiciones para la inversión serán recompensados. Deberían convertirse en faroles que iluminen al resto del continente y generar puestos de trabajo que disuadan a los jóvenes de sus sueños de emigrar a otras latitudes.

Claus Stäcker.

El gobierno alemán estima que solo este año llegarán al país cerca de 400 mil inmigrantes de África. Se calcula que para 2030 unos 440 millones de jóvenes africanos estarán buscando un empleo. Para que ellos tengan alguna perspectiva en sus respectivos países, deben crearse anualmente 20 millones de nuevos puestos de trabajo, de modo tal que el crecimiento de la ocupación supere al crecimiento de la población.

Sonaba casi cínica la forma en que los primeros candidatos al programa de apoyo -Costa de Marfil, Ruanda, Senegal, Túnez- hablaban de una situación "win-win” y de su "capital humano”. El presidente de Níger, Mahamadou Issoufou, cuya población se ha multiplicado por 7 desde 1960 y que en promedio tiene 15 años, hablaba seriamente de "activos demográficos” que gracias a estas nuevas alianzas se convertirían en "dividendos demográficos”.

Cooperación bajo condiciones africanas

Incluso los más portentosos avances en seguridad alimentaria se ven anulados por el crecimiento demográfico de Níger. El tema del control de la natalidad, que en su momento aseguró el crecimiento económico de China, es algo tabú en África. Ahora, los africanos esperan aportes en cooperación por cientos de millones de euros al año. Todos recalcaron en Berlín que los puntos de referencia para estos nuevos planes y futuros modelos deben ser propuestas propias, como la Agenda 2063 de la Unión Africana.

En otras palabras: no habrá más condiciones. Luz verde al desarrollo de dictaduras como Ruanda o modelos afrochinos capitalistas como el de Etiopía. Un escenario incluso peor que el actual, donde Alemania y Europa habrían de colaborar con regímenes dudosos como los de Sudán o Eritrea.

Merkel y sus colegas africanos.Imagen: picture-alliance/dpa/M. Kappeler

Con el "Plan Merkel”, los africanos tendrán menos tareas. Justamente el autócrata mandatario de Ruanda, Paul Kagame, exigió a viva voz que "esta vez hay que hacerlo de otra forma, más rápido”. Voces como las del jefe de Estado de Ghana, Nana Akufo-Addo, que abogaban por combatir la corrupción y la evasión tributaria, se apagaron. Otros abogaron por redefinir las relaciones comerciales con la Unión Europea.

¿Puede un plan acabar con todos los problemas?

Ni un "Plan Marshall”, ni el G20, ni un "Plan Merkel” ni nada puede, por sí solo, ante estos desafíos. A pocas semanas de las elecciones generales en Alemania, ni siquiera hay unidad dentro del mismo gobierno federal. Hay iniciativas paralelas sobre África en varios ministerios. Los potenciales inversionistas buscan interlocutores en el Ministerio de Economía, en el Ministerio de Desarrollo y en el Ministerio de Exteriores. Y el ministro de Exteriores, Sigmar Gabriel, no asistió a la reunión en Berlín, como si esto no tuviera nada que ver con su cartera. En vez de eso, invitó a una fiesta alemano-africana, a la que ninguno de sus colegas pudo asistir.

Todo está relacionado con todo, dijo el ministro de Desarrollo, Gerd Müller, al cierre de la ronda africana del G20. El "Plan Merkel” es un enfoque nuevo y quizás correcto. Pero para ello se requiere de aliados fuertes, tanto en la Unión Europea como en el mundo. Si hay problemas dentro del propio gabinete, no vale la pena ni imaginar lo que sucedería con otros miembros del G20, entre ellos Donald Trump. El "Plan Merkel” puede verse superado rápidamente por las dimensiones del desafío. Mejor sería entenderlo solo como un ladrillo de un proyecto centenario.

Claus Stäcker (DZC/ERS)

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