El maliense Ahmad al Mahdi fue condenado a nueve años de prisión por la destrucción de mausoleos en Tombuctú. El proceso ante la Corte Penal Internacional de La Haya sienta un positivo precedente, dice Stefan Dege..
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Con su traje gris, sus lentes y los largos cabellos negros peinados hacia atrás, Ahmad Al Faqi al Mahdi parecía más bien un erudito que un combatiente en la sala de audiencia de la Corte Penal Internacional de La Haya.
El proceso sienta precedente: por primera vez un tribunal internacional condenó a un islamista, y por primera vez se juzgó a alguien por la destrucción de bienes culturales. Y lo que es decisivo es que, por primera vez, la Justicia internacional determinó que la destrucción del patrimonio cultural universal constituye un crimen de guerra.
Justamente eso fue la orgía destructiva con hachas y buldócer que tuvo lugar entre el 30 de junio y el 11 de julio de 2012. Al Mahdi estaba al mando de la policía religiosa islámica en Tombuctú, cuando la ciudad medieval africana estuvo en manos de islamistas armados entre abril de 2012 y enero de 2013.
Fue él quién organizó y coordinó la destrucción de edificios históricos, entre ellos 16 famosos mausoleos. Desde el principio del proceso, Al Mahdi admitió su culpa, lo cual facilitó el trabajo de los jueces.
Tombuctú no fue un caso aislado
La pena acordada no sorprende. Y es que el proceso de Tombuctú tenía que sentar precedente. No olvidemos las estatuas monumentales de Buda destruidas por los talibanes. O los combatientes del llamado Estado Islámico que demolieron la ciudad siria de Palmira. Aquellos que destruyen intencionalmente el patrimonio cultural deben ser juzgados en todo el mundo y en todo momento.
Los talibanes derribaron las estatuas de Buda por considerarlas "blasfémicas”. En Tombuctú, los islamistas destruyeron testimonios del periodo de esplendor del islam en los siglos 16 y 17. Los agresores salafistas pretendían restablecer el "islam originario”. Ahora, el fallo de los jueces de La Haya ha dejado claro que el patrimonio cultural pertenece a la humanidad. Y quien atenta contra los bienes culturales comente un crimen de guerra.
Sería bueno que este mensaje también llegara a Siria. No obstante, ahí la situación es extremadamente compleja. Además, puesto que Siria no es miembro de la ONU, la Corte Penal Internacional no podría juzgar los crímenes culturales en el país árabe. Por un lado, el proceso y el fallo de La Haya en torno a Tombuctú son esperanzadores, por otro, aún está por verse que impactó tendrán a largo plazo.
Manuscritos de Tombuctú: legado para la eternidad
Cuando los islamistas conquistaron el norte de Malí en 2012, se vieron amenazados miles de escritos históricos. Pero los malienses no desconocen el valor de su patrimonio cultural y organizaron su rescate.
Imagen: DW/P. Breu
Tesoros históricos
Los manuscritos de Tombuctú tienen un valor histórico incalculable, ya que contienen el fruto de cientos de años de investigación islámica. En ese momento, Tombuctú fue el Centro Africano de Estudios Islámicos.
Imagen: DW/P. Breu
Contrabando en cajas de latón
Al empezar los islamistas a destruir bienes históricos en el norte de Mali en 2012, los malienses comenzaron a transportar de contrabando cientos de manuscritos desde Tombuctú a la capital, Bamako. Ahora esperan en un edificio de apartamentos, metidos en cajas de metal, a ser catalogados, digitalizados y convenientemente conservados.
Imagen: DW/P. Breu
El salvador de los escritos
Abdel Kader Haidara dirigió la operación de rescate. Es propietario de una biblioteca familiar, pero no se preocupaba de salvar sus propios manuscritos, sino todos los que veía que podían estar amenazados de ser destruidos por los islamistas radicales en Tombuctú.
Imagen: DW/P. Breu
Una biblioteca digital
Ahora los manuscritos están siendo digitalizados en Bamako. Cada página hay que colocarla bajo una cámara, se fotografía, se comprueba y queda catalogada en una base de datos central. Google, el gigante de internet, ya ha expresado su interés por estos manuscritos.
Imagen: DW/P. Breu
Poner el conocimiento al alcance de todos
La digitalización tiene dos objetivos: preservar los textos para la posteridad, en caso de que los originales no sobrevivan al calor y la humedad de Bamako, y ponerlos a disposición del público.Antes del conflicto y de los esfuerzos por guardar todos estos manuscritos, no había plan alguno para digitalizar todos los documentos.
Imagen: DW/P. Breu
Cajas a medida
Tras la digitalización de los manuscritos, se depositan en cajas especiales libres de ácido, en las que se pueden almacenar de forma permanente. Como cada documento tiene su propio formato, las cajas deben ser creadas individualmente y a medida para salvaguardar los manuscritos.
Imagen: DW/P. Breu
Estanterías vacías
No está claro si algún día la biblioteca histórica Mamma-Haidara de Tombuctú volverá a custodiar documentos. Muchos piensan que los manuscritos están más seguros en Bamako. Otros ven en peligro el estatus de Tombuctú como centro cultural si no cuenta con estos manuscritos.
Imagen: DW/P. Breu
Biblioteca abandonada
El Instituto Ahmed Baba fue construido gracias a la aportación de la Fundación Aga Khan y a fondos procedentes de Sudáfrica y Arabia Saudita. No se trataba de una biblioteca cualquiera, ya que contaba con todo el equipo y accesorios necesarios tanto para la digitalización de documentos como para su conservación. Hoy día el instituto está vacío y abandonado.
Imagen: DW/P. Breu
Memorial de ceniza
Cuando llegaron los islamistas radicales, quisieron demostrar su poder a la UNESCO y, por ende, a Occidente. Amontonaron en el patio del Instituto Ahmed Baba los manuscritos que encontraron en Tombuctú y les prendieron fuego. Unos cuatro mil escritos se perdieron. Las cenizas y los restos a medio quemar se pueden ver todavía, como si de un monumento a su memoria se tratara.
Imagen: DW/P. Breu
Tombuctú al borde de la insignificancia
Después de que Tombuctú perdiera durante el siglo XX la importancia económica que había llegado a tener, el turismo seguía siendo una fuente de ingresos. Los turistas no han tardado en volver tras el conflicto de 2012, pero la riqueza cultural de Tombuctú parece perdida por completo, ya que apenas quedan manuscritos en la ciudad. Si alguna vez volverán, nadie lo sabe.
Imagen: DW/P. Breu
Algunos manuscritos sí quedan
Algunas bibliotecas privadas se han conservado. En Tombuctú llaman "biblioteca" incluso a una pequeña colección de un puñado de escritos, aunque quepan en un trozo de piel de cabra extendido a modo de alfombra. Un residente de Tombuctú, que recibió de su abuelo algunas páginas manuscritas, muestra con orgullo su preciada herencia.
Imagen: DW/P. Breu
Un futuro incierto
La situación política sigue siendo tensa en Mali y el Ejército es demasiado débil para garantizar la seguridad permanente. En 2012 muchos residentes huyeron de Tombuctú y todavía no han vuelto porque no se fían de que la paz sea permanente. La ciudad se enfrenta a un futuro incierto.