Los dos candidatos presidenciales son tan diferentes, que la decisión debería ser fácil. Pero los estadounidenses que quieren un cambio real no tienen elección, dice Miodrag Soric.
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Dos meses antes de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos y todo parece todavía posible. Hillary Clinton va por delante en las encuestas, pero por poco. Ella sí mantiene bajo control a los de su partido. Los demócratas están muy bien organizados, mucho mejor que los republicanos, que actúan de modo un tanto confuso. Clinton sabe por propia experiencia cómo funcionan las elecciones presidenciales.
Todo lo contrario que Trump. En estados clave como Florida u Ohio apenas tiene colaboladores. Parte del estamento republicano le da fríamente la espalda y prefiere concentrarse en las simultáneas elecciones al Congreso. Pero, a pesar de todo, Trump tiene un público fiel: en su mayoría trabajadores de raza blanca sin educación superior y de clase media-baja. Es curioso que Trump haya encontrado últimamente muchos nuevos seguidores entre los militares, en activo o retirados. Esto es remarcable porque la senadora Clinton fue secretaria de Estado y se le debe presuponer cierta competencia en cuestiones de seguridad. Ella es un 'halcón'. Pero crecen las dudas entre los especialistas en seguridad sobre si Estados Unidos puede continuar financiando guerras en el exterior mientras se desmoronan sus infraestructuras o su propio sistema educativo.
Duras palabras, que nadie toma en serio
Como es algo que da popularidad, Donald Trump se presenta en campaña como un hombre duro. Sin embargo, muchos no toman muy en serio sus palabras. Si de algo está convencido, es de que Estados Unidos debería concentrarse en fortalecer su propia economía. A eso se refiere cuando dice en sus actos de campaña "América primero".
Por Estos días, los candidatos inauguran la fase caliente de campaña. Al mismo tiempo, cada vez más estadounidenses se muestran decepcionados tanto por el contenido político como por ambos candidatos como personas. No hay comparación con 2008, cuando millones de votantes mostraban públicamente, con pegatinas, bufandas o camisetas, su entusiasmo por el entonces candidato demócrata, Barack Obama.
Muchos se sienten incómodos cuando se les pregunta por las elecciones. Por un lado está Trump, con sus consignas xenófobas lanzadas en un país que históricamente es la nación de inmigrantes por excelencia. Por el otro, tenemos a una Hillary Clinton que a nadie gusta y de la que casi nadie se fía. La ex primera dama y ex secretaria de Estado es la encarnación de la clase política enriquecida a expensas de todos y de la que en el fondo la gente se quiere deshacer.
Los debates televisados pueden decidir todo
Serán determinantes las próximas semanas, cuando los dos candidatos se verán las caras en directo frente a las cámaras de televisión. De ocurrir un atentado, eso podría favorecer a Trump, que se presenta como el abanderado de la "ley y el orden". Clinton tendrá sin duda ventaja en caso de lograr que caigan en el olvido el asunto de los correos electrónicos y el escándalo de Bengasi.
El ocho de noviembre no supondrá en realidad ninguna renovación para la política estadounidense sino, en el mejor de los casos, "más de lo mismo". Porque, a pesar de las cercanas elecciones, muchos estadounidenses tienen la sensación de no tener en realidad ninguna elección.
Trátese de Merkel, Putin, Trump o Bush: cada quien tiene su propio estilo de hacer política y también reacciona de forma diferente a la sátira.
Imagen: ZDF Neo Magazin Royale
Angela Merkel
Durante el apogeo de la crisis del euro, muchas revistas y periódicos griegos retrataron a la canciller alemana, Angela Merkel, con símbolos nazis. En la portada que se puede ver en la imagen, la revista satírica "Mystiki Ellada" mostró en 2012 a Merkel vestida con el uniforme de soldado del Ejército de la Alemania nazi. En ningún momento la canciller sopesó proceder legalmente contra el medio.
Imagen: picture-alliance/Rolf Haid
Vladímir Putin
Las fotos vacacionales del presidente ruso, Vladímir Putin, sirven de inspiración a humoristas satíricos de todo el mundo. Desde que el hombre fuerte del Kremlin se dejó fotografiar montando a caballo a pecho descubierto, el torso desnudo del presidente es un motivo muy popular, por ejemplo en el Carnaval de Colonia de 2015.
Imagen: picture-alliance/dpa/R. Weihrauch
Donald Trump
El precandidato presidencial republicano Donald Trump es el blanco predilecto de muchos caricaturistas y humoristas. No obstante, el magnate es muy sensible a las críticas. El periódico Boston Globe publicó un encabezado ficticio, en el que hace parodia de las propuestas del precandidato en torno a la política de inmigración. Trump calificó al diario de “estúpido” y “despreciable”.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/The Boston Globe
Kim Jong-Un
El dirigente comunista de Corea del Norte no tiene mucho sentido del humor. Para impedir que la película satírica “La entrevista” se estrenara en 2012 en los cines estadounidenses, el régimen norcoreano lanzó una serie de ataques cibernéticos. Los estudios cinematográficos Sony fueron hackeados, y también se registraron muchas amenazas de atentados contra cines estadounidenses.
El expresidente estadounidense George W. Bush es uno de los políticos que más ha inspirado a los cómicos en Estados Unidos. La supuesta falta de intelecto del exmandatario de origen tejano ha sido motivo de burla por parte de los humoristas.
Imagen: Getty Images/M. Tama
Jaroslaw Kaczynski
A principios de año, un carro alegórico del desfile del Carnaval de Dusseldorf provocó tensiones diplomáticas entre Alemania y Polonia. Esta es representada como una mujer maltratada y pisoteada por el líder del partido de los nacionalconservadores, Jaroslaw Kaczynski. El ministro de Relaciones Exteriores polaco dijo que el carro mostraba el “desprecio hacia Polonia y los políticos polacos”.
Imagen: picture-alliance/dpa/F. Gambarini
Benjamín Netanjahu
El primer ministro israelí suele ser objeto de burla del programa de televisión “Eretz Nehederet” (Un país hermoso). En esta escena, los cómicos hacen una parodia de las negociaciones entre el jefe de Estado de Israel y la organización palestina Hamás. No obstante, Netanyahu nunca se ha indignado. Al contrario, en 2013 visitó el programa como invitado estelar.
Imagen: Getty Images/AFP/J. Guez
Winston Churchill
La sátira política tiene una larga tradición: esta caricatura británica de 1915 muestra a Winston Churchill, que en aquel entonces era ministro de Marina, como un Aquiles desaliñado en la guerra de Troya. El dibujo que lleva el título “La lucha de los barcos” hace alusión a la guerra marítima por los Dardanelos, que perdió Churchill.
Imagen: picture-alliance/akg-images
Hugo Chávez
El difunto expresidente venezolano Hugo Chávez tampoco se salvó de la sátira, como se puede apreciar en esta caricatura de 2012. Muchas personas cercanas al exmandatario aseguran que tenía un excelente sentido del humor y que sus bromas estaban cargadas de metáforas. Por ejemplo, se hizo famosa su frase “huele a azufre” con la que se refirió a George W. Bush.
Imagen: Roberto Weil
Jamenei y Carrell
En 1987 una sátira del líder de la revolución iraní, el ayatolá Jamenei, provocó un escándalo en la televisión alemana. El moderador Rudi Carrel había mostrado un montaje fotográfico de Jamenei: durante una visita de Estado a Alemania manifestantes supuestamente lanzan ropa interior contra el ayatolá. Como consecuencia, dos diplomáticos alemanes fueron expulsados de Teherán.
Imagen: picture-alliance/dpa/I. Wagner
Erdogan y Böhmermann
Aún está por verse si el poema del cómico alemán Böhmermann sobre el presidente turco llevará a una crisis diplomática parecida a la de 1987. Está claro que no es la primera ni la última vez que la sátira política provoca tensiones diplomáticas a nivel internacional.