Muchos creyeron imposible que Donald Trump lograra la nominación presidencial del partido republicano, pero ha logrado la cifra necesaria de delegados para su candidatura. Ahora todo es posible, opina Ines Pohl.
Publicidad
Ya es un hecho. Ahora, hasta la más mínima posibilidad de impedir su candidatura se ha esfumado: el candidato presidencial republicano de 2016 se llama Donald Trump. Esto es hoy un hecho gracias a que delegados no comprometidos decidieron apoyar al candidato líder. Así, el empresario se ha asegurado la mayoría que necesita para ser nominado el 21 de junio en la convención republicana.
Los delegados no han escogido al azar la fecha para este anuncio: justo un día después de que Hillary Clinton recibiera otro duro golpe a su campaña, sale Trump y domina los titulares, como es común, con noticias de victoria. El lunes, el Ministerio de Asuntos Exteriores había criticado fuertemente a su exjefe, Hillary Clinton, por haber utilizado su cuenta de correo privada, en contra del reglamento, para transferir datos sensibles.
Una reacción a las debilidades de Clinton
Entre más débil Hillary Clinton, más se suman adeptos a las filas de Donald Trump. Esto no es nuevo. Los ganadores son siempre la alternativa más atractiva. Los fenómenos Trump y Clinton son claramente complejos y están estrechamente entrelazados. Esto aplica especialmente a Trump, quien sin Clinton no sería posible.
Por lo menos fuera de los Estados Unidos no existen dudas de que no ha existido un candidato tan calificado para el cargo como ella, lo que hoy en Estados Unidos a pocos interesa. Peor aún, los años de experiencia de Hillary Clinton en política son vistos como una desventaja. Y no solo por los errores que se cometen, de manera inevitable, después de tanto tiempo de estar en política, sino sobretodo por su presunción casi dinástica de tener cierto derecho sobre la presidencia, lo que no casa bien con los conceptos básicos de una democracia.
Un punto de ruptura
Tal vez sea aún más grave el aura de “arrogancia de poder” que emanan ambos Clinton. Solo por eso es que el “escándalo de los correos electrónicos” –en otro caso relativamente inofensivo– causa tanto revuelo. El escándalo simboliza los derechos de más que se toman los Clinton, a los cuales el resto del mundo no tiene acceso. Ahora, además, empieza a verse un punto de ruptura hasta en los seguidores más fervorosos de Clinton. ¿Hasta cuándo se quiere seguir viendo la misma cara, las mismas frases y los mismos gestos?
Trump sabe muy bien cómo hacer uso de esta vulnerabilidad. Muchos de los republicanos lo empiezan a apoyar precisamente porque confían que él puede hacerle daño a Hillary Clinton. Y de eso se trata esta contienda electoral. No se trata de brindar ideas reales, creíbles y bien pensadas, ni de crear proyectos sociales realizables o estrategias de política externa. Hillary Clinton es vulnerable y Donald Trump es un tipo sin piedad; él sacará, a cualquier precio, provecho de las debilidades de su oponente.
Ególatra impredecible
Donald Trump se perfila como un triunfador que puede derrotar a Hillary Clinton. Por lo que cada vez más republicanos de corte moderado empiezan a concebir la idea de que un ególatra impredecible como él gobierne en la Casa Blanca.
Esta campaña electoral ha estado sellada por muchos momentos que pasarán a la historia. Y el 26 de mayo es uno de estos. No es solo el día en que Donald Trump se consolidó como el candidato republicano, sino un día decisivo que muestra cada vez más su probabilidad de ser el próximo presidente de los Estados Unidos.
Trátese de Merkel, Putin, Trump o Bush: cada quien tiene su propio estilo de hacer política y también reacciona de forma diferente a la sátira.
Imagen: ZDF Neo Magazin Royale
Angela Merkel
Durante el apogeo de la crisis del euro, muchas revistas y periódicos griegos retrataron a la canciller alemana, Angela Merkel, con símbolos nazis. En la portada que se puede ver en la imagen, la revista satírica "Mystiki Ellada" mostró en 2012 a Merkel vestida con el uniforme de soldado del Ejército de la Alemania nazi. En ningún momento la canciller sopesó proceder legalmente contra el medio.
Imagen: picture-alliance/Rolf Haid
Vladímir Putin
Las fotos vacacionales del presidente ruso, Vladímir Putin, sirven de inspiración a humoristas satíricos de todo el mundo. Desde que el hombre fuerte del Kremlin se dejó fotografiar montando a caballo a pecho descubierto, el torso desnudo del presidente es un motivo muy popular, por ejemplo en el Carnaval de Colonia de 2015.
Imagen: picture-alliance/dpa/R. Weihrauch
Donald Trump
El precandidato presidencial republicano Donald Trump es el blanco predilecto de muchos caricaturistas y humoristas. No obstante, el magnate es muy sensible a las críticas. El periódico Boston Globe publicó un encabezado ficticio, en el que hace parodia de las propuestas del precandidato en torno a la política de inmigración. Trump calificó al diario de “estúpido” y “despreciable”.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/The Boston Globe
Kim Jong-Un
El dirigente comunista de Corea del Norte no tiene mucho sentido del humor. Para impedir que la película satírica “La entrevista” se estrenara en 2012 en los cines estadounidenses, el régimen norcoreano lanzó una serie de ataques cibernéticos. Los estudios cinematográficos Sony fueron hackeados, y también se registraron muchas amenazas de atentados contra cines estadounidenses.
El expresidente estadounidense George W. Bush es uno de los políticos que más ha inspirado a los cómicos en Estados Unidos. La supuesta falta de intelecto del exmandatario de origen tejano ha sido motivo de burla por parte de los humoristas.
Imagen: Getty Images/M. Tama
Jaroslaw Kaczynski
A principios de año, un carro alegórico del desfile del Carnaval de Dusseldorf provocó tensiones diplomáticas entre Alemania y Polonia. Esta es representada como una mujer maltratada y pisoteada por el líder del partido de los nacionalconservadores, Jaroslaw Kaczynski. El ministro de Relaciones Exteriores polaco dijo que el carro mostraba el “desprecio hacia Polonia y los políticos polacos”.
Imagen: picture-alliance/dpa/F. Gambarini
Benjamín Netanjahu
El primer ministro israelí suele ser objeto de burla del programa de televisión “Eretz Nehederet” (Un país hermoso). En esta escena, los cómicos hacen una parodia de las negociaciones entre el jefe de Estado de Israel y la organización palestina Hamás. No obstante, Netanyahu nunca se ha indignado. Al contrario, en 2013 visitó el programa como invitado estelar.
Imagen: Getty Images/AFP/J. Guez
Winston Churchill
La sátira política tiene una larga tradición: esta caricatura británica de 1915 muestra a Winston Churchill, que en aquel entonces era ministro de Marina, como un Aquiles desaliñado en la guerra de Troya. El dibujo que lleva el título “La lucha de los barcos” hace alusión a la guerra marítima por los Dardanelos, que perdió Churchill.
Imagen: picture-alliance/akg-images
Hugo Chávez
El difunto expresidente venezolano Hugo Chávez tampoco se salvó de la sátira, como se puede apreciar en esta caricatura de 2012. Muchas personas cercanas al exmandatario aseguran que tenía un excelente sentido del humor y que sus bromas estaban cargadas de metáforas. Por ejemplo, se hizo famosa su frase “huele a azufre” con la que se refirió a George W. Bush.
Imagen: Roberto Weil
Jamenei y Carrell
En 1987 una sátira del líder de la revolución iraní, el ayatolá Jamenei, provocó un escándalo en la televisión alemana. El moderador Rudi Carrel había mostrado un montaje fotográfico de Jamenei: durante una visita de Estado a Alemania manifestantes supuestamente lanzan ropa interior contra el ayatolá. Como consecuencia, dos diplomáticos alemanes fueron expulsados de Teherán.
Imagen: picture-alliance/dpa/I. Wagner
Erdogan y Böhmermann
Aún está por verse si el poema del cómico alemán Böhmermann sobre el presidente turco llevará a una crisis diplomática parecida a la de 1987. Está claro que no es la primera ni la última vez que la sátira política provoca tensiones diplomáticas a nivel internacional.