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Opinión: Ucrania, al borde de la ingobernabilidad

Bernd Johann17 de febrero de 2016

La clase política de Kiev ya perdió mucha credibilidad, pero ahora viene lo peor: el primer ministro, Arseni Yatseniuk, se queda en el poder, pero sin contar con una mayoría.

Arseni Yatseniuk, primer ministro de Ucrania.
Arseni Yatseniuk, primer ministro de Ucrania.Imagen: Reuters/G. Garanich

Arseni Yatseniuk tiene que irse. Sin embargo, el primer ministro ucraniano logró obtener un voto de confianza del Parlamento. Puede continuar, ya que su partido le cubre las espaldas, a pesar de que es una pesada carga. En filas de la coalición, Yatseniuk ya no cuenta con la mayoría. Incluso el presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, a quien parecía no importarle esta crisis de gobierno, pidió su renuncia.

Es de suponer que ahora se lleve a cabo una reforma del Gobierno en Ucrania. Pero aún es más que incierto si eso logrará restablecer la confianza en la política, tan necesaria para que la gente pueda creer que es posible una vida en la que no reine la corrupción.

Instrumento de pequeños grupos

El primer ministro Yatseniuk se ha convertido en un juguete de los diferentes grupos de intereses. No cuenta con una mayoría que logre su renuncia, pero para gobernar le falta el apoyo del Parlamento. En ese contexto, se reveló como cínica y destructiva la actitud de los partidos de la oposición durante la votación. Estos le negaron el voto a las reformas legales del Gobierno y tampoco participaron en el voto de confianza.

Bernd Johann, de DW.

Los políticos de Kiev están presionados por los intereses de esos grupos en tiempos en los que el país necesita un verdadero nuevo comienzo. Sin embargo, se ve enfrentado a una montaña de escombros. Ucrania perdió la confianza a nivel nacional e internacional en cuanto a su capacidad de realizar reformas. Y para colmo ahora también está en juego la gobernabilidad.

Falta de voluntad de reformas

El balance es sombrío: dos años después del levantamiento contra la oligarquía dominante y el régimen totalmente corrupto del expresidente Viktor Yanukovich, las mafias invisibles siguen manejando los hilos en Ucrania. Empresarios y políticos continúan haciendo planes, evidentemente, para convertir al Estado ucraniano en una fuente de beneficios para sus intereses privados. Por eso también se demoran y diluyen constantemente todas las leyes de reforma en el Parlamento.

La carencia de una voluntad firme de reformar el país atraviesa prácticamente todas las estructuras en Ucrania. El Gobierno de Yatseniuk ya logró llevar a cabo algunos cambios, por ejemplo, una nueva Policía de tránsito. También se reformaron los bancos y el sector energético. Pero los resultados de esas medidas –que fueron ejecutadas hace muy poco tiempo– apenas pueden medirse aún. Eso vale, en especial, también para las nuevas autoridades anticorrupción, que, debido a maniobras dilatorias, hasta ahora desempeña su trabajo solo en parte.

Todavía siguen faltando cambios esenciales en áreas claves: en la Justicia, por ejemplo, sobre todo en cuanto a los jueces y fiscales. Además, el Parlamento también bloquea reformas en el terreno impositivo. Y las planeadas privatizaciones aún se hacen esperar.

Es necesario recuperar la confianza

Europa y EE. UU. siguen apoyando el proceso de reformas en Kiev, tanto en lo político como en lo financiero. Esos socios, y sobre todo los ucranianos, esperan que las estructuras corruptas sean desterradas con urgencia. Pero Ucrania está sumida en una crisis de gobierno. Si bien Yatseniuk ganó el voto de confianza, casi no está en condiciones de ejercer su cargo de primer ministro.

Y también Petro Poroshenko está abatido políticamente. Solo una parte de su partido apoyó su pedido de dimisión a Yatseniuk. Hace tiempo que el presidente está en la mira de las críticas por no llevar adelante las reformas, y su relación con Yatseniuk acaba de destruirse por completo.

Ambos, Poroshenko y Yatseniuk, siguen cargando con la responsabilidad de que Ucrania pueda cumplir con las reformas necesarias, y Occidente no dará el visto bueno hasta que eso suceda. La confianza perdida debe ser recuperada. Una tarea nada fácil.

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