Alemania quiere consumar el abandono de la energía nuclear en el aspecto financiero. El plan: las empresas aportan 23 mil millones, el resto lo asume el Estado. Un acuerdo pernicioso, opina Richard Fuchs.
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Cuando leí sobre este acuerdo, me deprimí. Y el miércoles llegó la certeza:pase lo que pase con el almacenamiento y eliminación de residuos altamente radiactivos, sentiré los efectos, traducidos en un alza de impuestos. La razón: la comisión nuclear establecida por el Estado presentó su plan para el financiamiento del abandono de la energía atómica. Y este no augura nada bueno, pues finalmente los riesgos se traspararán en gran medida al erario público.
El concepto prevé que el Estado y los cuatro consorcios implicados compartan los gastos. Las empresas asumen a corto plazo los riesgos financieros y el Estado lo hace a largo plazo. En el detalle esto significa que las compañías desmontarán las centrales nucleares y embalarán los residuos radioactivos. El Estado financiará el almacenamiento temporal y, finalmente, el definitivo de esta basura. Para hacerlo, recibirá de Eon, RWE, Vattenfall y EnBW 23,3 mil millones de euros en efectivo. Este es el fondo financiero creado como una caja de dinero público con el que se pagará la eliminación de los residuos nucleares.
La cuenta será elevada
Justamente ahí comienza el problema: cuando el fondo tiene una dimensión limitada. El presupuesto de 23,3 mil millones de euros es políticamente correcto, pero científica y económicamente no. Es cuento viejo que algunos miembros de la izquierda y detractores de la energía atómica duden de que el almacenamiento definitivo sea tan barato. También deben ser escuchados científicos y economistas que han compartido sus temores sobre el aumento en los costos. Muchos estiman que estos podrían duplicarse, algunos incluso creen que podría triplicarse, lo que en números serían más de 60 mil millones de euros.
Aun cuando resulta difícil hacer un pronóstico serio, una cosa está clara: cuando este acuerdo se convierta en ley, las empresas quedarán libres de responsabilidad por el explosivo aumento de los costos. Para mí esto va precisamente en el sentido opuesto de la lógica de que quien contamina, paga. Y también es una muestra de falta de creatividad. Porque, aunque se insista en que se trata de un "compromiso justo", se podrían haber buscado modelos de financiamiento alternativos que no liberaran completamente de su responsabilidad a las empresas.
Modelo de préstamo comercial
Un acuerdo de préstamo común y corriente habría servido como modelo. Es bastante común que diez o hasta quince años después se renegocien las condiciones de préstamo acordadas. Eso no stá contemplado en los palnes para financiar el abandono de la energía nuclear alemana, lo cual es un gran error. Sin necesidad, el estado regala a las compañías de energía una seguridad de planificación total, apostando a que sobrevivirán a la crisis del sector. Para los contribuyentes, en tanto, este acuerdo –cuya ecuanimidad es dudosa– tendrá resultados impredecibles, en el sentido literal de la palabra. Darles 15 años de seguridad a los consorcios habría bastado para calmar el mercado financiero.
Para la Comisión de Energía Nuclear y su copresidente, Jürgen Trittin, era impensable que las compañías de electricidad aceptaran los costos adicionales por la eliminación de residuos radiactivos. No es más que una “posibilidad teórica” para Trittin. Esto huele a la política de que “no hay alternativa”, propagada en tiempos de la crisis del euro, y con razón muchos ciudadanos están molestos. Si Alemania da por cerrada la factura de la basura nuclear, eso en principio sería positivo. Que ese cierre de factura sea más caro de lo necesario es lo que irrita.
La larga sombra de Fukushima
Cuatro años después del desastre de Fukushima, la respuesta global a la energía nuclear ha cambiado. Mientras que algunos países continúan desmantelando sus centrales nucleares, otros ven un futuro con energía atómica.
Imagen: Reuters/Kyodo
El terremoto de Tohoku y el posterior tsunami
Fue el peor desastre de la historia de Japón después de la II Guerra Mundial. Hace cuatro años, un terremoto de magnitud 9,3 registrado frente a las costas de la región de Tohoku provocó un tsunami que devastó la costa del noreste de Japón. El resultado: al menos 15.880 fallecidos y 2.694 desaparecidos, además de 6.135 heridos.
Imagen: dapd
Fuga radioactiva en Fukushima
El problema es que lo que empezó siendo un desastre natural acabó convirtiéndose en tragedia por culpa de la tecnología. El terremoto provocó un tsunami de 13 metros que arrasó la central nuclear de Fukushima Daiichi. Tras el impacto, los sistemas de refrigeración de la planta fallaron, provocando el sobrecalentamiento de tres reactores y la consiguiente fuga radioactiva.
Imagen: Reuters/Kyodo
Central de Three Mile Island
El caso de Fukushima no es el primero de la historia. En el año 1979, en la planta nuclear de Three Mile Island, en Middletown, Pensilvania, un fallo en el circuito de la planta provocó una fuga radioactiva. Las bombas de alimentación dejaron de funcionar, provocando la fuga de 120.000 litros de refrigerante del circuito primario. Unas 140.000 personas, entre mujeres y niños, fueron evacuadas.
Imagen: AFP/Getty Images
El legado de Chernóbil
Hasta Fukushima, el desastre de Chernóbil fue el peor accidente nuclear de la historia. En 1986, un repentino incremento de potencia en la Unidad 4 de la central de Chernóbil, en Ucrania, destruyó el reactor y liberó una nube radiactiva que se extendió por Rusia y Europa. 335.000 personas fueron evacuadas en un radio de 30 kilómetros y al menos 30 murieron como consecuencia del accidente.
Imagen: picture-alliance/dpa
Nueva planta nuclear en EE. UU.
A la Unidad 2 de la planta Watts Bar en Tennessee se le están dando los últimos retoques, luego de un largo retraso por una baja demanda en la región. Su planta hermana, Watts Bar Unidad 1, se inauguró en 1996 y era, hasta ahora, la central nuclear de apertura más reciente. El país prevé seguir abriendo plantas nucleares, pues las considera una alternativa viable a los combustibles fósiles.
Imagen: picture-alliance/AP/Tennessee Valley Authority
Período de transición en Alemania
A pesar del fuerte movimiento antinuclear, la coalición de centroderecha de la canciller Angela Merkel trató de retrasar la fecha de eliminación de la energía nuclear de 2022 a 2034. El objetivo de 2022 había sido establecido por su predecesor, Gerhard Schröder, de centroizquierda. Merkel justificó el retraso alegando que se trataba de un período de transición hacia las energías renovables.
Imagen: picture-alliance/dpa
Merkel reacciona con rapidez
Después de la catástrofe de Fukushima, el gobierno alemán reaccionó con rapidez y cerró de manera definitiva ocho plantas nucleares. La coalición de Merkel decidió eliminar por completo el uso de la energía atómica hasta el 2022, adoptando la fecha originalmente establecida por Schröder. Ahora, Alemania ha decidido extender el uso de energías renovables en un 80 por ciento para el año 2050.
Imagen: picture alliance/Hinrich Bäsemann
Italianos confirman la prohibición nuclear
Al igual que Alemania, Italia también tiene una larga historia de activismo antinuclear. Después del desastre de Chernóbil, los italianos votaron para prohibir la energía nuclear en 1987. Sin embargo, en 2011, el entonces primer ministro, Silvio Berlusconi, trató de reintroducir la energía atómica. En un referéndum, los italianos rechazaron nuevamente el uso de energía nuclear en su país.
Imagen: picture-alliance/dpa
El futuro nuclear en Reino Unido
La coalición conservadora-liberal en Reino Unido también promueve la energía nuclear para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, la planta más reciente desde 1996, Hinkley Point C en Somerset (en la foto), se enfrenta a un proceso legal por el uso de dinero estatal para su construcción. El costo de la planta se calcula en unos 34 mil millones de euros.
Imagen: picture-alliance/Simon Chapman/LNP
La India amplía el uso de energía atómica
Nueva Delhi planea cuadruplicar su capacidad nuclear en 2020, abasteciendo así un 25 por ciento de la electricidad en el país. Sin embargo, el plan ha sido fuertemente rechazado. Manifestantes han interrumpido repetidamente los trabajos de construcción de la central nuclear de Kudankulam, parcialmente subsidiada por Rusia. Moscú ha ofrecido construir una docena de reactores nucleares en la India.
Imagen: picture-alliance/dpa
China mira más allá del carbón
Pekín está buscando un aumento más modesto en su capacidad nuclear. La República Popular planea generar un 6% de su electricidad a través de energía atómica para el 2020. Actualmente se encuentra en construcción la central de Changjiang (en la foto), en la provincia de Hainan. La energía nuclear puede reducir, en gran medida, la dependencia de China de las contaminantes plantas de carbón.
Imagen: picture-alliance/dpa
La dependencia de Francia
El 75% de la electricidad que consume Francia procede de energía nuclear. A pesar de que el presidente Hollande prometió reducir la dependencia atómica del país, sólo se ha anunciado el cierre de una planta, situada en la frontera con Alemania. El resto de las centrales, que suman 20, siguen humeando en el corazón de Europa.