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Opinión: ¿Un auténtico avance?

Miodrag Soric19 de diciembre de 2015

El Consejo de Seguridad de la ONU ha acordado una resolución para poner fin a la guerra en Siria. Miodrag Soric opina que se trata de un primer paso en la buena dirección, pero está muy lejos de ser suficiente.

Sobre el papel tiene buen aspecto: las cinco potencias con derecho a veto del Consejo de Seguridad de la ONU y otros países importantes, entre ellos Alemania, han aprobado en Nueva York un proyecto de resolución para Siria. El documento contempla que en plazo de seis meses debe haber un Gobierno de transición en Damasco y, como muy tarde dentro de un año y medio, nuevas elecciones. De momento, no hay detalles sobre el futuro del presidente Bashar al Assad. Rusia e Irán apoyan que continúe el actual régimen de Damasco. El presidente de EE.UU., Barack Obama, ha dejado claro que contempla a Al Assad como interlocutor solo durante un período de transición. Así pues, continúa el desacuerdo sobre el futuro del dirigente sirio.

La segunda mitad de enero será clave para comprobar las bondades de esta resolución de la ONU. Será entonces cuando se sienten en la mesa de negociación en Ginebra los rebeldes y los interlocutores del Gobierno de Al Assad. Los mismos que en estos días tratan de matarse unos a otros, tendrán que trabajar de forma constructiva, incluso emprender acciones de gobierno. ¿Eso puede funcionar? Todas las partes se muestran escépticas al respecto.

Oposición heterogénea

Entre otras razones, porque a los opositores de Al Assad los caracteriza cualquier cosa excepto la homogeneidad. Tanto los seculares como los musulmanes estrictos tienen visiones muy distintas sobre cómo debe ser el futuro de Siria. Arabia Saudita acometió hace pocos días con éxito relativo el intento de unir a los rebeldes sunitas. Una publicación alemana calificó de “alianza espiritual” ese intento saudita. Así pues, si ni siquiera los millones de Riad son capaces de unir a los opositores sirios, ¿cómo lo va a conseguir la comunidad internacional? Tanto Irán como Arabia Saudita apoyan la resolución de la ONU, al menos de forma oficial. Pero una cosa es el papel y otra la realidad. Riad y Teherán siguen mirándose mutuamente con recelo y eso no lo ha cambiado la resolución sobre Siria.

Desacuerdos entre EE.UU. y Turquía

Mientras tanto, persisten los desacuerdos entre EE.UU. y Turquía sobre si se debe apoyar a los kurdos del norte de Siria y, en caso afirmativo, de qué manera. Washington los considera aliados en la lucha contra el Estado Islámico y quiere enviarles armas y dinero. Eso precisamente alarma a Ankara. Al fin y al cabo, una parte de los kurdos sirios colabora con el PKK, enemigo acérrimo del Gobierno turco. Hasta ahora, EE.UU. y Turquía han dejado de lado estas diferencias. La cuestión es cuánto tiempo están dispuestos a seguir haciéndolo, sobre todo si se va a dar voz a los kurdos para que participen en la formación del futuro de Siria.

Se ciernen numerosas amenazas para el proyecto “Paz en Siria”, incluso tras la aprobación de la resolución de la ONU. Sería un gran avance si al menos en las próximas semanas se pudieran acallar las armas. Hasta ahora, solo el Estado Islámico ha resultado beneficiado de las diferencias de la comunidad internacional.


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