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Opinión: Un Washington irreconciliable

Miodrag Soric
1 de febrero de 2017

El presidente estadounidense nombró a su candidato para la Corte Suprema. Sin embargo, no parece muy probable que sea confirmado. Y es que en Washington reina un ambiente de intransigencia, opina Miodrag Soric.

Sede de la Corte Suprema en Washington.
Sede de la Corte Suprema en Washington.Imagen: picture-alliance/AP Photo/P. M. Monsivais

¿Dónde acabará todo esto? Donald Trump lleva menos de dos semanas en el cargo, y los políticos en Washington se ven atrapados en un remolino de enemistad e intransigencia. Lo único que los une es la incapacidad de siquiera escuchar al bando opuesto. Tanto los demócratas como los republicanos están obsesionados por aquello que los divide y no por lo que los une.

El ejemplo más reciente: el candidato de Trump para la Corte Suprema estadounidense. El presidente ni siquiera había mencionado el nombre de su elegido cuando algunos líderes demócratas ya anunciaban su resistencia. Ojo por ojo, diente por diente. Y es que, en 2016, los republicanos bloquearon al candidato del entonces presidente Barack Obama para la Corte Suprema.

El año pasado, el candidato de Obama no había sido suficientemente conservador para el gusto de los republicanos. Ahora los demócratas se quejan de que la postura del candidato de Trump, Neil Gorsuch, de 49 años, es demasiado conservadora.     

Los demócratas se estremecen

Miodrag Soric, corresponsal de DW en Washington.

La Corte Suprema juega un papel clave en el sistema político de Estados Unidos. Los jueces de este órgano constitucional son nombrados de por vida y, en caso de un conflicto, deciden si el presidente o el Parlamento actúa de forma constitucional. Su fallo puede tener consecuencias para la vida política, social y cultural del país, por ejemplo en relación con temas como los derechos de minorías o el aborto.

En los próximos años, varios jueces estadounidenses podrían dimitir o fallecer debido a su avanzada edad. El hecho de que el presidente Trump pueda designar esos cargos estremece a los demócratas. Esto atiza su resistencia a la nueva administración, como sucede en el caso del candidato de Trump para la Corte Suprema. En el Senado, Neil Gorsuch deberá convencer por lo menos a ocho senadores demócratas para ser elegido.

Empate en la Corte Suprema

Actualmente, en el Parlamento estadounidense soplan vientos helados de intransigencia. Es difícil predecir si algunos demócratas votarán por Gorsuch. Algo que habla bien de él es su impecable carrera académica con estudios en universidades de élite tanto nacionales como extranjeras, su actitud humilde y su trabajo en el tribunal de apelación en Denver. En cambio, su postura conservadora en cuanto al aborto, la posesión de armas y la eutanasia podría costarle el cargo.

Desde la muerte del juez Antonin Scalia, hace un año, hay una situación de empate en la Corte Suprema, compuesta por cuatro jueces conservadores y cuatro liberales. En caso de que Neil Gorsuch sea confirmado en el cargo, los conservadores volverían a ser mayoría.

La última opción

De ahí que no debería sorprender que Trump espere de los republicanos que consigan la aprobación de su candidato en el Senado. La presión sobre el líder de la mayoría conservadora, Mitch McConnell, es enorme. El republicano deberá intentar persuadir a los senadores demócratas. Si no lo logra, solo le quedará una última opción: McConnell podría cambiar las reglas de juego del Senado. En ese caso, bastaría una mayoría simple de los republicanos para imponer a Gorsuch.

Pero una victoria de este tipo tendría un precio político muy alto: y es que, algún día, los demócratas volverán a ser mayoría en el Senado y, entonces, se beneficiarán de las nuevas reglas de juego.

En cambio, todos en Washington saldrían beneficiados si volverían a acercar posturas – y no solo en lo que se refiere al candidato para la Corte Suprema.           

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