A los votantes rusos les encantan las victorias, especialmente cuando son sobre un país odiado como Estados Unidos. En sus dos primeros mandatos, Vladimir Putin consiguió un aumento sin parangón del nivel de vida de los ciudadanos rusos. Pero el punto álgido de su popularidad se alcanzó cuando conquistó Crimea durante su tercer mandato.
Los rusos consideran un éxito de su país y, por tanto, una victoria de Putin, las operaciones miliares en Siria, gracias también a los incansables esfuerzos de la maquinaria propagandística del Kremlin. No obstante, antes de las elecciones del 18 de marzo el presidente ruso quería ofrecer a sus electores logros frescos, pero no menos ambiciosos.
Y para eso recurrió a una brillante, desde el punto de vista de la política interna, medida de relaciones públicas: anunció una victoria sobre Estados Unidos en el campo armamentístico. Durante 45 minutos, la mitad de su principal discurso antes de las elecciones, detalló las características de sus nuevos misiles, drones subacuáticos, láseres de combate y otros sistemas capaces de sortear las defensas antimisiles de Estados Unidos. Todo con elocuentes videos de lanzamientos que muestran la efectividad del nuevo armamento. Es el as en la manga de Putin para su reelección.
Todo ello hizo sombra a la primera mitad de su discurso, en la que prometió elevar en un cincuenta por ciento los ingresos per cápita, así como doblar el presupuesto para sanidad, obras públicas y desarrollo urbano. Sobre el crucial tema de la financiación de todas estas buenas intenciones, Putin pasó de puntillas. Casi por casualidad. Simplemente hizo un llamamiento para aumentar la eficiencia en el gasto público e insinuó subidas de impuestos. Sin embargo, las nuevas armas ya existen. Y están operativas, según el presidente: en breve las tropas dispondrán de ellas.
Queda claro en qué ha estado trabajando en secreto la Rusia de Putin en los últimos diez o quince años, a dónde han ido buena parte de los ingresos del petróleo y el gas, a qué se dedicaron los mejores matemáticos, ingenieros y científicos del país… Y por qué el acceso a las nuevas tecnologías, la atención médica, los servicios públicos y las infraestructuras se estaban deteriorando.
Putin culpa de todo a los estadounidenses y sus sistemas de defensa antimisiles. Es cierto que los argumentos que daba Washington para establecerlos junto a las fronteras rusas, en países como Polonia o Rumanía, no resultaban muy convincentes al principio. Pero el Kremlin podría, en lugar de buscar "devolver el golpe", a pesar de la debilidad de la economía rusa, haber intentado esfuerzos diplomáticos para encontrar una solución mutuamente aceptable.
Teniendo en cuenta la anexión de Crimea, la toma de Debaltsévo en el este de Ucrania, el bombardeo de Alepo en Siria o los repetidos ataques cibernéticos contra América y Europa, es difícil pensar que Rusia piense únicamente en su defensa. En realidad, lo que ha hecho el 1 de marzo de 2018 el presidente ruso, ha sido informar al mundo sobre el gigantesco programa de rearme ruso. Y advirtió de que nadie en el mundo tiene tales armas. En otras palabras, Rusia ha logrado una ventaja estratégica.
Esto no quedará sin respuesta. Si el famoso discurso de Putin en Múnich en 2007 puede ser visto como un presagio del inicio de una nueva Guerra Fría entre Rusia y Occidente, su actual presentación en video de Moscú puede ser considerado como el pistoletazo de salida para una nueva carrera armamentística mundial, en la que ya no compite únicamente Washington.
El discurso multimedia de Putin seguramente le recordará a Estados Unidos las amenazas del líder norcoreano Kim Jong-un. Y los miembros europeos de la OTAN, incluida Alemania, ciertamente no podrán seguir evitando elevar el gasto de defensa hasta al menos el dos por ciento del PIB, como pide la alianza. No cabe duda de que el cuarto mandato de Putin estará caracterizado por una carrera armamentista global en la que Moscú, simplemente, podría quedarse sin dinero para todas las maravillosas medidas para mejorar el bienestar del pueblo ruso de las que Putin habló en la primera parte de su discurso.
Autor: Andrey Gurkov (LGC/VT)
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