VW, un consorcio en emergencia
10 de octubre de 2015 En estos días que llevé mi Volkswagen al taller, el empleado quedó sorprendido de que la visita solo fuera para hacer poner los neumáticos de invierno y no para quejarme. Los teléfonos en su taller no paran de repicar. Todo el mundo está alarmado.
Pero algo ya se ha hecho. El director general ya no se llama Martin Winterkorn, sino Matthias Müller. Tres ejecutivos del departamento de tecnología fueron suspendidos, la Dirección de Auditoría Interna y un grupo de abogados de Estados Unidos buscan febrilmente a los culpables, en cada oficina.
También hay un nuevo presidente de la junta de supervisión. El jefe de Volkswagen en Estados Unidos tuvo que comparecer ante el Congreso de ese país. Por último, la Fiscalía ha realizado allanamientos policiales en varias plantas de VW en Alemania.
Engañar, camuflar y defraudar
Hoy no sabemos mucho más de lo que sabíamos hace tres semanas, pero todo lo que ha salido a la luz pública es suficientemente grave. Cosas como que el software de manipulación no solo fue instalado en EE.UU. sino también en Europa y otros países.
Ahora que sabemos que el truculento software era especialmente programado y adaptado a cada modelo de auto es cada vez más evidente que el engaño no pudo ser ejecutado solo por un pequeño círculo de ingenieros que buscaba llenar, a como diera lugar, las exigencias de las autoridades ambientales de Estados Unidos. Se trata de un ingenioso sistema de artimañas, camuflaje y engaños. La única pregunta que cabe es ¿cuál es la dimensión real del escándalo?
¿Quién, qué y qué tanto sabían los jefes?
Entre más tiempo se tome la central de Volkswagen en Wolfsburgo en esclarecer el caso, más fuerte será el golpe final. Hasta que no se mencione con nombre y apellido a los culpables, las disculpas de VW en la prensa de Estados Unidos y Alemania son palabras vacías.
Pero la Volkswagen tiene experiencia con escándalos. Hay que recordar el caso de José Ignacio López, a quien Ferdinand Piëch trajo de Opel en 1993. López fue sorprendido con documentos secretos de General Motors en el equipaje. VW tuvo que pagar 100 millones de dólares de multa y fue obligado a comprar mil millones de piezas de automóviles producidas por GM.
Desde 2005, el Grupo se ha visto envuelto en diversos casos de sobornos y viajes de placer en cruceros. Ejecutivos de VW fueron enjuiciados. Y por último, la reciente e inédita disputa pública por el poder entre Ferdinand Piëch y Martin Winterkorn.
Mal momento
Pero lo anterior no fue nada, comparado con el actual escándalo en torno al diésel. Nadie puede cuantificar la carga financiera que esto representará para el Grupo. La ola de demandas apenas acaba de empezar. La paciencia de los propietarios de automóviles afectados es sometida a una dura prueba. Es muy posible que el llamado a talleres se extienda a todo el año 2016. Más de uno se va entonces a preguntar si no es mejor comprar un auto de otra marca.
Y todo esto sucede en un momento en el que empresas multimillonarias como Google y Apple intentan construir vehículos autopropulsados. Un momento en el que la industria está en una transición histórica, como lo dijo el mismo exjefe Winterkorn hace unas semanas. Apple tiene reservados 180 mil millones de euros. Suficiente dinero como para comprar VW. Pero no lo van a hacer. Me imagino que a los chicos de Cupertino Wolfsburgo les parecerá muy aburrido.