Paro en Colombia: ¿quiénes son los de las camisetas blancas?
Antonia Schaefer
9 de junio de 2021
La huelga en Colombia lleva más de un mes. Algunos que no se sienten representados y expresan su rechazo en las calles. ¿Qué tan endurecidos están los frentes?
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"El dictador es la huelga": bajo este título, la senadora del partido gobernante de derecha Centro Democrático, Paloma Valencia, nieta de un expresidente, publicó a principios de junio un polémico artículo compartido numerosas veces como cadena de Whatsapp. En él, Valencia dice que las manifestaciones en Colombia son antidemocráticas y que solo buscan crear las condiciones como en la vecina Venezuela.
El título del texto hace referencia a comentarios de algunos manifestantes sobre que "Colombia ya no es una democracia, sino una dictadura". Se refieren a los casos de violencia policial que se han hecho públicos en las últimas semanas. Desde finales de abril, cientos de miles de personas se manifiestan contra la injusticia social, la corrupción y la pobreza.
Entretanto, hay cada vez más personas que no se identifican con las protestas y portan camisas o camisetas blancas. Pero numerosos videos demuestran que, al menos algunos, no vacilan en empuñar armas. A primera vista, se trata de frentes endurecidos. Ricos contra pobres; derecha contra izquierda. Pero al igual que los huelguistas, los opositores a la protesta no son un grupo homogéneo.
Más de 3.500 casos de violencia policial durante las protestas
"Quemar tiendas y destruir bienes, eso no es una protesta pacífica", dice Elías León Marín, presidente de la Asociación de Suboficiales Retirados de la Fuerza Aérea Colombiana (ASURFAC). El veterano de 62 años ayudó a organizar una contramanifestación a las huelgas bajo el lema "Marcha del silencio" en Bogotá a finales de mayo. Y miles de personas marcharon con él.
"Queríamos mostrar a todo el mundo que la protesta puede ser pacífica", dice León Marín. Aunque cree que hay policías que usan la violencia, "eso no es más del dos por ciento de las fuerzas de seguridad. La mayor parte de la violencia provino de los huelguistas", asegura el exmilitar.
Que sólo contados policías son responsables de la violencia es un argumento recurrente. A esa afirmación se contraponen las cifras de ONGs como Temblores, que hablan ya de más de 3.500 casos de violencia policial sólo durante las protestas. Sin embargo, la retórica de los casos individuales existe en ambos lados. Incluso desde las filas de los huelguistas se dice que sólo unos pocos manifestantes recurren a la violencia. Pero en contraposición a eso están los informes de varios cientos de heridos de las fuerzas de seguridad.
El vandalismo y la violencia conforman solo uno de los argumentos utilizados por los opositores a la huelga. La oposición a los bloqueos es aún más común, afectando especialmente a la tercera ciudad más grande, Cali, y sus alrededores. "Hay que distinguir claramente entre los que se oponen a la huelga y los que se oponen a los bloqueos", dice Omar Oróstegui, analista político. "Mientras que la gente que rechaza completamente la huelga no suele querer ver los problemas del otro, la gente que se opone a los bloqueos suele incluso simpatizar con el Paro Nacional".
También Esteban Piedrahita, presidente de la Cámara de Comercio de Cali, dice que entiende las reivindicaciones de los huelguistas: "La desigualdad y la corrupción crean desesperanza, y eso, lógicamente, genera rabia". Pero debido a los bloqueos, le preocupa el impacto económico. Según una encuesta de esa Cámara, el 90 por ciento de las empresas del departamento del Valle del Cauca no han podido operar durante este tiempo en absoluto, o sólo de forma limitada. Las principales razones: dificultad de abastecimiento de materias primas, movilidad limitada y sensación de inseguridad por los bloqueos.
Si los bloqueos continúan, esto tendría consecuencias fatales para las empresas de la región, según Piedrahita. Y así también para los trabajadores. "Entiendo que los bloqueos son para llamar la atención de los problemas. Pero si se mantienen de forma permanente, nos perjudican a todos a largo plazo".
En primera línea
02:26
Feria de empleo para jóvenes a cambio de desbloqueo
En algunos lugares, los huelguistas han levantado sus bloqueos. Al mismo tiempo, el Comité Nacional del Paro volvió a romper las conversaciones con el gobierno el domingo pasado. Además, muchos de los huelguistas no se sienten representados por el comité. Por eso hay diálogos locales, como en Cali.
Pero para algunos no son lo suficientemente locales. Jorge Elías González, gerente de un centro comercial en Dapa, un suburbio de Cali, ha organizado diálogos con los manifestantes que bloquearon la calle frente a su centro comercial. Desde su punto de vista, ha sido todo un éxito: "La calle está ahora despejada y estamos trabajando con los chicos de la huelga para darles mejores oportunidades a través de una feria de empleo local, aquí, en la ciudad, entre otras cosas".
Todo esto, dice González, sólo fue posible porque la Policía de Investigación (SIJIN) había detenido previamente a cinco de los bloqueadores. González cree que esto es lo correcto. Los habitantes de Dapa ya no tendrían acceso a los supermercados, los hospitales o su lugar de trabajo. Puede entender que los residentes protesten con vías de hecho por desesperación. Sin embargo, explica, en Dapa sólo hubo disparos de advertencia en el aire.
"Muchos colombianos están de acuerdo, en principio, en que debe haber más oportunidades para todos, menos corrupción y más equidad", dice el politólogo Oróstegui, sin dejar de mencionar que "cuando las formas de conseguirlo no son las habituales, se hace más difícil".
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Todo el mundo es culpable, ¿menos el Gobierno?
Reformas, renta básica incondicional, la renuncia del presidente: todas esas son propuestas -serias o no- que buscan ayudar a mejorar la situación. Pero la disputa sobre el contenido se ve repetidamente eclipsada por las acusaciones de ideología. Elías León Marín, el exmilitar pensionado, por ejemplo, está convencido de que los huelguistas son supuestamente pagados para que salgan a la calle, o copian sus ideas de los ideólogos.
Jorge Elías González, el comerciante de Cali, es más claro: según él, el candidato presidencial de izquierda Gustavo Petro está detrás del paro y la violencia. Una idea que el medio Semana ya publicó en su portada hace varios días, y que los partidarios del expresidente derechista Álvaro Uribe difundieron bajo el hashtag #Petrobastaya.
Aunque, en muchos casos, los frentes entre huelguistas y opositores probablemente no estén tan endurecidos como parece a primera vista, las acusaciones ideológicas están alimentando una situación ya de por sí caldeada.
Teniendo en cuenta las elecciones del año que viene, eso no es de extrañar. Pero con el telón de fondo de que al menos 60 personas han muerto durante las protestas, es extremadamente peligroso.
(jov/cp)
Afrocolombianos en Buenaventura
En Buenaventura, las poblaciones ancestrales de afrocolombianos se encuentran entre la espada de la violencia paramilitar y la pared de un desarrollo portuario, urbanístico y turístico que amenaza con no incluirlos.
Imagen: DW/M. Banchon
Puerta grande de Colombia
A través de Buenaventura, Colombia envía el 60% de su comercio internacional. Los nuevos acuerdos comerciales han hecho de este puerto pacífico -con su isla Cascajal y su zona continental- una pieza clave del desarrollo. Entre 2008 y 2013, el movimiento de carga creció un 50%. Las expectativas empresariales son inmensas.
Imagen: DW/M. Banchon
Rica infraestructura
TCBUEN, la nueva terminal para 400.000 contenedores, se inauguró en 2011. La construcción del puerto de Aguadulce comenzó en 2013. En junio comienzan los trabajos del nuevo malecón. Según informa la Alcaldía, el plan maestro para su desarrollo en 30 años hará que dé un giro de 180 grados. El 90% del proyecto “Buenaventura biodiversa, ecoturística y portuaria” se hará con presupuesto nacional.
Imagen: DW/M. Banchon
Población en movimiento
El 98 por ciento de su población es afrodescendiente y el uno por ciento indígena. Han utilizado los ecosistemas marinos y de la selva tropical como fuente directa de alimentos y recursos de materiales para la construcción de sus viviendas. Desplazados por la violencia reprodujeron sus casas sobre el agua (palafitos), un milenario método de construcción adecuado.
Imagen: DW/M. Banchon
Después de siglos de olvido
Sus nueve cuencas hidrográficas, su alta pluviosidad, sus condiciones tropicales y su aislamiento favorecieron que las culturas afrocolombianas mantuvieran por siglos una cultura propia. El fuego cruzado entre guerrilla, ejército, fuerzas paramilitares, narcotráfico e intereses empresariales se da en sus territorios ancestrales, ahora codiciados por sus riquezas y su ubicación geoestratégica.
Imagen: DW/M. Banchon
Lento, tardío y problemático reconocmiento
“La Constitución de 1991 (Ley 70) reconoce jurídicamente los territorios ancestrales. En algunos casos, al tiempo que se logra la titulación colectiva, fuerzas paramilitares desplazan a la población e implementan proyectos agroindustriales. El Estado no ha mostrado capacidad para proteger su vida y su territorio”. Enrique Chimonja, de la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz.
Imagen: DW/M. Banchon
¿Sospechas (in)fundadas?
De una zona gris entre grupos criminales, corrupción e intereses empresariales habla un reciente informe elaborado por la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz y la organización de cooperación al desarrollo Mundubat. El patrón de lo que los defensores de DD. HH. llaman legalización del despojo para la competitividad del puerto y su función en la economía colombiana se repite en muchos casos.
Imagen: DW/M. Banchon
¿Quién les vendió nuestro territorio?
“Las Autodefensas Unidas de Colombia, la guerrilla y el Ejército nos desplazaron el 17 de marzo de 2003. Conseguimos la titulación en 2008. De las 3.446 hectáreas originales nos reconocieron 1.700. En 2010 volvieron a desplazarnos. Con la firma de la paz, queríamos volver. Pero vemos que están construyendo un proyecto hotelero en nuestras tierras”. Manuel Becerra, líder comunal y exconcejal.
Imagen: DW/M. Banchon
Desde 1550
“Nuestra comunidad vive aquí desde 1550. De pronto aparecen documentos que dicen que los territorios son de Aguadulce. Son fraudulentos. No ha habido consulta, ni regalías para la población. Estamos en riesgo de ser llevados a la cárcel”. Oney Hinostroza, líder de la comunidad Kilómetro 9.
Imagen: DW/M. Banchon
Un trágico partido de fútbol
“En 2005 llegó una moto buscando a jóvenes para un partido. Pagaban. Se fueron 12, también mi hijo. No regresaban, fuimos a la Policía: había que esperar 24 horas. Después dijeron: “¿Por qué no vinieron ayer? Ya los han matado”. A los 3 días los encontraron. Lo reconocí por la camisa. La masacre sigue impune. En 2008 llegó TSBUEN, tenemos que desalojar”. Bolivia Aramburo, pescadora y vendedora.
Imagen: DW/M. Banchon
Una pérdida cultural
“Para poner a funcionar a gran escala los puertos pacíficos, las poblaciones estorban; la pérdida cultural no se calcula. Hay violencia estructural intencional. Viven en medio de desperdicios. La mortalidad infantil por agua contaminada es muy alta, cuando un tanque para almacenar 2.000 litros de lluvia no pasa de 200 dólares”. Andreiev Pinzón, sociólogo, Programa de alternativas tecnológicas.
Imagen: DW/M. Banchon
¿Desplazar para no consultar?
“Tras los paramilitares está la mafia del malecón. Quieren nuestros territorios. Pero como tenemos derecho a la consulta previa, lo más fácil es optar por la violencia para que nos desplacemos. Para nosotros no es lo mejor: para la gente que vende piangua, camarón, jaiba sería un exterminio. Pese a la pobreza aquí la gente se siente mejor”. Isabel Castillo, líder de Puente Nayero.
Imagen: DW/M. Banchón
Reubicar para desarrollar
Según la Alcaldía, para las comunidades que están en la vía de desarrollo del malecón se está haciendo un proceso de reubicación. Serán unas 10.000 familias. La actual ciudadela San Antonio -en la zona continental, a unos 30 kilómetros- tiene capacidad para 4.500. Según un estudio de la Universidad del Pacífico se podrían modernizar las ancestrales construcciones palafíticas.
Imagen: DW/M. Banchon
Reubicados, ¿están mejor?
“Derribé mi casa, como lo exigían. Nos engañaron: en la escritura dice que es gratis, no un intercambio. No nos han dado el computador ni los 400.000 pesos prometidos. No hay centro de salud. A los pescadores, el estero San Antonio les queda lejos. El transporte público no viene”. Líder del barrio San Antonio, vivía en una casa palafítica. Llegó, desplazada, a Buenaventura a los 7 años.
Imagen: DW/M. Banchón
Muchos proyectos
“Hay planes de becas y de escuelas de formación profesional: tecnólogos en gestión portuaria y turismo. Estamos acabando una planta purificadora de agua. Para los pescadores artesanales habrá una línea de créditos blandos y se entregarán 76 lanchas a motor. En los planes de ecoturismo no se ha contemplado la participación de las comunidades ancestrales”. Oficina de prensa de la Alcaldía.
Imagen: DW/M. Banchon
Una tonelada, si le va bien
Walberto Reina llegó hace más de 40 años a Puente Nayero. Es pescador. Su faena puede tomar hasta 20 días. Unos 3 millones de pesos (1.100 euros) invierte por faena. Cuando les va bien vuelven con una tonelada de pescado fino para la exportación: cherna, pargo, corvina. La pesquera les paga unos 13 millones de pesos. Si le va mal, se queda con la deuda. A San Antonio no quiere irse.
Imagen: DW/M. Banchon
Desaparición de pescadores artesanales
“En 1964 creamos la Asociación de Pescadores Artesanales (ANPAC). 2.500 pescadores y 930 vendedoras. Nos oponemos a secar ciénagas y lagunas para meter ganado. Surgió el conflicto con el gobierno. En 2010 comienzan las dificultades con el paramilitarismo y el narcotráfico. Más de cien pescadores artesanales han desaparecido en el Estero San Antonio”. Manuel Bedoya, representante de ANPAC.