Ordenan cierre de la mayor cadena de TV de Filipinas
5 de mayo de 2020
La Comisión Nacional de Telecomunicaciones de Filipinas ordenó hoy al canal de televisión ABS-CBN, el mayor grupo de comunicación del país, el cese inmediato de sus operaciones al haber expirado ayer su licencia.
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La Comisión Nacional de Telecomunicaciones filipina ordenó el cese de emisiones de ABS-CBN con el argumento de que su licencia expiró ayer, 4 de mayo.
ABS-CBN -el canal de televisión más antiguo del Sudeste Asiático en el que trabajan unas 11.000 personas- lleva 25 años en antena, pero en los últimos tiempos se ha convertido en centro de las críticas del presidente filipino, Rodrigo Duterte, que lo ha acusado de publicar noticias "injustas".
Desde el entorno de Duterte han insistido en que la renovación de la licencia, pendiente de debatirse en el Congreso tras numerosos retrasos, no corresponde al gobierno y que el mandatario no está ejerciendo presión al respecto.
"La posición del presidente es que se trata de un asunto que compete a la Comisión Nacional de Comunicaciones y respetará su decisión", indicó hoy su portavoz, Harry Roque.
El pasado marzo, el Congreso tuvo un primer debate sobre la licencia de ABS-CBN, pero el parón parlamentario -que en Filipinas se produce entre marzo y abril- y la cuarentena por la pandemia de COVID-19 han impedido reanudar la discusión antes del fin de la licencia.
Demanda judicial
Pero la ofensiva a ABS-CBN también viene desde el flanco judicial, ya que el fiscal general, José Calida -figura que equivale a la Abogacía del Estado-, presentó en febrero una petición ante el Tribunal Supremo para que anulara la licencia del canal.
Calida alegó que ABS-CBN "ejerce ilegalmente", ya que se financia parcialmente con capital extranjero, lo que viola la ley filipina sobre medios nacionales.
Desde la cadena han insistido en que sus operaciones "cumplen la ley" y que el capital foráneo entró a la compañía mediante "recibos de depósito filipinos" (PRD, en inglés), lo que está permitido.
er (efe, ap)
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Filipinas y la guerra contra las drogas
El presidente filipino libra una guerra sangrienta contra las drogas, que ya se ha cobrado miles de víctimas. Los familiares sufren. Pero no todos rechazan la política de mano dura.
Imagen: picture-alliance/ NurPhoto/E. Acayan
La zona más deprimente de Manila
Barangay en Caloocan, en el norte de Manila. Fue destruido por un incendio provocado por dos drogadictos, y los vecinos lo reconstruyeron con sus propias manos sin ayuda oficial.
Imagen: DW/A.Foncillas
En la cárcel
Detenidos por varios delitos en la comisaría de Pasay, en Manila. Bajo el presidente Duterte muchos jóvenes fueron encarcelados o matados por delitos de drogas.
Imagen: DW/A.Foncillas
Sufriendo las consecuencias
Barangay es una de las zonas más deprimentes y pobres de la capital y con más víctimas en la guerra contra las drogas.
Imagen: DW/A.Foncillas
Madre soltera
Jocelyn Bellarmino. Perdió a dos maridos en menos de un año, ambos tiroteados por hombres enmascarados que llegaron de noche a su barangay de Caloocan. Sobre la tabla en la imagen conserva los únicos recuerdos de su segunda pareja.
Imagen: DW/A.Foncillas
El cementerio de Nabotas
Niños juegan en el cementerio de Nabotas, donde son enterradas todas las víctimas de la guerra contra las drogas de los barrios del norte.
Imagen: DW/A.Foncillas
Una cancha inusual
Todos los días jóvenes juegan voleibol entre las tumbas porque, según dicen, no tienen ningún parque cerca de sus casas.
Imagen: DW/A.Foncillas
El hijo ya no está
La familia en duelo junto al féretro de Tano en su vivienda en Manila. Mataron al hijo por un delito de drogas.
Imagen: DW/A.Foncillas
Jugando bingo para el funeral
La familia de Tano organiza entre sus amigos y vecinos un bingo para recaudar dinero para pagar el entierro y funeral. Es una costumbre en Filipinas.
Imagen: DW/A.Foncillas
Mucho más trabajo
Emong Ramos, de 50 años. Es enterrador en el cementerio de Nabotas desde los 10 años. Dice que su trabajo se ha disparado desde que Duterte llegó al poder. Para él es una buena noticia: cobra por cada entierro.
Imagen: DW/A.Foncillas
No todos están en contra de Duterte
Rosita Opiasa, 59 años. Líder social en Caloocan y defensora a ultranza de Duterte, a pesar de que uno de sus hijos murió en su campaña contra las drogas. Muestra el tatuaje de la misma organización de la que es miembro Duterte.