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Orquesta de 25 solistas

16 de abril de 2003

Con la firma del Tratado de Adhesión entre los mandatarios de la UE y 10 nuevos miembros, comienza una nueva era en Europa. Sin embargo el gigante todavía está empantanado en la disputa entre los grandes y los pequeños.

La Acrópolis, cuna de la democracia.Imagen: AP

La Unión Europea tiene razones de sobra para celebrar, 25 Jefes de Estado y de Gobierno firmaron a los pies de la Acrópolis en Atenas, el Tratado de Adhesión que abre la entrada a los nuevos miembros. Poco antes de documentar con su firma la voluntad de ampliar la UE, los mandatarios de los 25 aprobaron la "Declaración de Atenas". En ella reafirman su compromiso a favor de una sola Europa y su determinación a poner fin a siglos de conflictos y a superar las divisiones del viejo continente.

"Haremos frente a nuestras responsabilidades ante el mundo. Apoyaremos la prevención de conflictos, promoveremos la justicia, ayudaremos a mantener la paz y a defender la estabilidad mundial", afirman los Veinticinco y también reiteran su compromiso a luchar a todos los niveles contra el terrorismo mundial y a detener la producción de armas de destrucción masiva. El texto fue refrendado después por el Consejo Europeo informal, la primera cumbre europea que cuenta con la participación activa de los dirigentes de los diez nuevos miembros: Eslovenia, Estonia, Lituania, Malta, Chipre, República Checa, Polonia, Letonia, Hungría y Eslovaquia.

Un gigante enano

Las banderas nacionales.Imagen: AP

Sin embargo el día histórico está opacado por la guerra en Irak que provocó una profunda división en Europa que no ha sido superada a pesar de que ya hay las primeras señales de reconciliación. Sobre el objetivo inicial, la reunificación europea con la que fue justificada la ampliación de la UE hacia el Este del continente, se habla menos estos días.

Desde la cumbre de Niza hace dos años, que debía poner en forma a la UE para abrirse a la adhesión de nuevos miembros del centro y este de Europa, se ha preparado a las instituciones comunitarias y a los países candidatos con un sinnúmero de medidas, muchas de ellas amargas. Los Quince han tenido numerosas discusiones sobre el financiamiento de la ampliación, y también se ha sometido a los países candidatos a fuertes purgas para adecuarse a las exigencias del mercado europeo occidental y todo esto a una velocidad vertiginosa.

La ampliación de la Unión Europea no tenía como objetivo único el dar una nueva dinámica económica al viejo continente, también se argumentó que políticamente la Unión Europea ampliada, era un garante de paz y para ello viejos y nuevos miembros han hecho enormes esfuerzos y concesiones.

La división europea

Manifestación contra la guerra.Imagen: AP

Ahora, cuando los Quince y los 10 nuevos miembros han firmado bajo la Acrópolis en Atenas el Tratado de Adhesión, hay la impresión de que este histórico acontecimiento es mas bien simbólico. La Unión Europea se encuentra dividida como nunca desde hace meses. El conflicto en torno a si la estrategia de la "coalición de los dispuestos", la guerra en Irak, ha sido correcta o equivocada, prácticamente ha hecho trizas todos los esfuerzos para alcanzar una política exterior común. Eso sin que hayan entrado todavía los nuevos miembros, pero "sin pertenecer todavía a la familia ya son parte del problema", como diría hace unos meses evidentemente molesto, el presidente Francés Jacques Chirac.

Los países de nuevo ingreso se solidarizaron con Estados Unidos, el país que les ofreció protección frente al comunismo cuando se encontraban bajo la cortina de hierro. La posición pro-estadounidense de muchos de los nuevos miembros de la Unión Europea provocó una profunda indignación en otros países occidentales europeos, aunque el único que expresó claramente su malestar fue Francia.

Estos días cada quien hace lo que quiere en Europa. Unos hacen una mini-cumbre, como Alemania, Francia, Bélgica y Luxemburgo, quienes quieren hablar sobre el tema de defensa y sobre como fortalecer este pilar fuera del marco de la OTAN. Paralelamente hay esfuerzos por reparar las relaciones transatlánticas y coqueteos con Moscú. Otro grupo de pequeños estados preparan su rebelión frente al poderío de los grandes.

Los nuevos desafíos

Irlanda a favor de la ampliación.Imagen: dpa

La firma marca el nacimiento de la Europa de los Veinticinco, aunque su adhesión plena entrará en vigor a partir del 1° de mayo del 2004, cuando el tratado sea ratificado por cada uno de los actuales miembros y de los estados adherentes. Un total de 450 millones de ciudadanos pertenecerán entonces a la UE. Un gigante territorial y poblacional cuyas dimensiones representan desafíos y riesgos para la estabilidad y operatividad de las instituciones comunitarias. Los viejos y nuevos miembros están separados todavía por un abismo económico.

Todos los nuevos miembros cuentan con una renta per cápita considerablemente inferior al promedio de los Quince. Polonia, el país más grande territorialmente y con la mayor población, apenas si supera la renta media comunitaria. En la pasada cumbre de Copenhague, los Quince acordaron destinar un paquete presupuestario de 40.800 millones de euros para impulsar el desarrollo de las regiones más rezagadas, pero también para atender otros rubros como la seguridad nuclear, el fortalecimiento institucional y el control fronterizo.

El futuro de Europa

Joschka Fischer.Imagen: AP

Para hacer frente a los nuevos desafíos fue creada hace un año la Convención sobre el futuro de Europa, que se encarga de diseñar las reformas institucionales necesarias para que la Unión de 25 miembros o más, pueda seguir funcionando. La Convención, cuyo presidente es Valery Giscard D’Estaing, prepara también un proyecto de Constitución europea. En Atenas el ex-presidente francés planteó a los líderes los asuntos clave sobre los que la Convención se concentrará en la fase final de sus debates: el dotar a la UE con un presidente estable, un ministro europeo del exterior y el tamaño del ejecutivo europeo, la Comisión, cuando la UE tenga más de 27 miembros.

Aunque hay consenso en que la UE tenga un ministro del Exterior, los líderes europeos siguen sin ponerse de acuerdo sobre la conveniencia de elegir un presidente duradero. Giscard dijo que también hay divergencias en torno al tamaño de la comisión. Ambos puntos son objeto de disputa entre países grandes y pequeños.

Fischer puede ser el primero.

Jacques Chirac y Dominique de Villepin.Imagen: AP

El actual ministro alemán del Exterior, Joschka Fischer, muy probablemente será el primer ministro del Exterior europeo. Hace unos días un emisario de Bruselas informó al canciller alemán, Gerhard Schröder, que de apoyar la candidatura de su jefe diplomático, deberá buscarse otro ministro del Exterior a partir de junio del próximo año. El futuro ministro o Secretario de Estado de la UE reemplazaría al actual tándem formado por el Alto representante de la UE, cargo ocupado por el diplomático español, Javier Solana, y el comisario de Relaciones Exteriores, que actualmente ejerce el británico Chris Patten. Se discute si el futuro ministro del Exterior de Europa deberá ser al mismo tiempo uno de los vicepresidentes de la Comisión y quedar así dentro del ejecutivo comunitario.

Giscard presentará la propuesta de un "Tratado Constitucional" el próximo 20 y 21 de junio en la ciudad griega de Salónica, cuando concluirá la presidencia griega. Se prevé que durante el segundo semestre de 2003 comience, bajo presidencia italiana, la Conferencia Intergubernamental, en la que se decidirán los cambios necesarios para adecuar a la Unión Europea a sus nuevas dimensiones.

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