La desconfianza y el desacuerdo entre Occidente y Rusia está dominando la cumbre de la OSCE, en la que hoy ha quedado patente la dificultad de llegar a un acuerdo sobre la crisis de Ucrania pero sí ha habido consenso en la necesidad de luchar juntos contra la amenaza yihadista. La reunión, la más importante del año de un foro que se extiende geográficamente desde Norteamérica hasta Siberia, arrancó hoy en Belgrado con la presencia de 40 ministros de Exteriores y otros altos cargos de los 57 socios del grupo. El ambiente general ha estado marcado por la noción de que la seguridad en Europa atraviesa su peor crisis en décadas, tras años en las que las relaciones en el seno de la OSCE se han ido deteriorando. El ministro de Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, llegó a comparar lo ocurrido en 2015 con la situación actual con la existente antes de la I Guerra Mundial "cuando las políticas no tenían la sabiduría para afrontar la catástrofe que se avecinaba y se impusieron las ambiciones geopolíticas". "La situación es, según mi punto de vista, demasiado peligrosa y la estabilidad demasiado frágil" dijo por su parte el ministro de Exteriores de Alemania, Frank-Walter Steinmeier. efe