La prolongación del mandato del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, por un año más, no es una decisión por mera convicción personal. En todo caso, se trata de la solución más fácil para los 30 Gobiernos de la OTAN porque, a pesar de meses de búsqueda, no conseguían ponerse de acuerdo sobre un sucesor para dirigir la Alianza.

Lo mejor era seguir con lo ya probado, como había dicho el ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, en una reunión de la OTAN celebrada en Bruselas en junio. "No busco una renovación", habia declarado recientemente el propio Stoltenberg, que ha tenido que lidiar con numerosas crisis como jefe diplomático de la OTAN desde 2014.

¿Por qué un año más?

Pero ahora no hay alternativa. Este martes, Stoltenberg, de 64 años, declaró a través de Twitter que se sentía honrado.

Probablemente, al noruego le convencieron los elogios, especialmente de Estados Unidos, que alabó su liderazgo. Las felicitaciones también llegaron rápidamente del Gobierno de Ucrania. Durante la guerra con Rusia, Jens Stoltenberg no se cansó de defender el apoyo a Kiev, el suministro de armas y equipo militar "mientras sea necesario". Asimismo, muchos aliados de la OTAN no creyeron que fuera una buena idea cambiar el liderazgo en medio de la situación de guerra.

En realidad, el exprimer ministro noruego tenía otros planes. Quería dejar su puesto en Bruselas ya en 2022 para asumir el cargo de director del banco central de su país. Se dejó convencer de una extensión inicial hasta el verano de 2023, porque los países de la OTAN eran incapaces de encontrar candidatos adecuados para sucederle.

¿Qué ha conseguido Jens Stoltenberg?

Stoltenberg se incorporó a la OTAN en 2014. Desde entonces, su primer mandato estuvo marcado por Rusia y Ucrania. Moscú acababa de anexionar ilegalmente Crimea y ocupaba partes del este de Ucrania con rebeldes leales. En aquel momento, Stoltenberg aún quería lograr "relaciones constructivas con Rusia". Casi diez años después, ya no se habla de ello. La defensa contra la amenaza rusa en el flanco oriental de la OTAN es ahora la tarea principal.

Los diplomáticos en la sede de la Alianza elogian a Stoltenberg como un mediador exitoso y un constructor de puentes en la gestión de los conflictos internos de la OTAN. Sobrevivió al diagnóstico de Francia de que la OTAN tenía muerte cerebral, así como al deseo del expresidente estadounidense Donald Trump de disolverla. Durante años, presionó a gobiernos morosos, entre ellos los de Alemania: Stoltenberg los amonestó e instó a cumplir realmente sus promesas de gastar el dos por ciento de su PIB en defensa.

La invasión rusa lo cambió todo. Dio un nuevo significado a la OTAN y elevó enormemente el carácter moral de dicho pago. También supuso un punto de inflexión para la labor del secretario general de la OTAN, ahora que está a punto de entrar en su segunda extensión.

¿Habrá una tercera renovación?

Este nuevo plazo llegará a su fin en octubre de 2024. De cualquier forma, Jens Stoltenberg organizará el año que viene, en Washington, la cumbre del 75 aniversario de la OTAN. Los miembros europeos de la Alianza tienen ahora un año más para ponerse de acuerdo sobre un sucesor.

Los rumores apuntan como opciones a la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, el primer ministro de Países Bajos, Mark Rutte, y quizás pronto al presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, en caso de que pierda las elecciones anticipadas a finales de julio.

Tradicionalmente, los europeos designan al secretario general, mientras que la primera potencia de la OTAN, Estados Unidos, nombra al comandante militar en jefe.

En octubre de 2024, Stoltenberg habrá completado diez años, el segundo mandato más largo de un secretario general de la Alianza. El poseedor del récord sigue siendo el holandés Joseph Luns, que la dirigió por 13 años, de 1971 a 1984, durante la "Guerra Fría".

(ee/rml)