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Otra fuerza policiaca alemana bajo sospecha de racismo

Enrique López Magallón28 de marzo de 2007

Un ciudadano de origen africano murió mientras estaba en custodia de la policía alemana. El caso divide a la localidad de Dessau, y es seguido de cerca por organizaciones internacionales de derechos humanos.

Un observador del juicio es sometido a inspección.Imagen: AP

Oury Jalloh tenía 21 años cuando murió entre las llamas de su celda, aparentemente sujetado de manos y pies. Esto no ocurrió en Sierra Leona, su país de origen, ni el episodio fue motivado por las masacres y la guerra civil que son asunto de todos los días en esas tierras de África.

Detención sospechosa

La muerte tuvo lugar en Alemania y, según presumen organizaciones de derechos humanos que observan el proceso, correspondió a un acto racista perpetrado por policías de la localidad de Dessau.

Mariama Djambo Diallo, al centro, es una de las querellantes.Imagen: AP

Jalloh había solicitado asilo político en Alemania, pues consideraba que su vida corría en peligro si regresaba a Sierra Leona. El 7 de enero de 2005 fue arrestado en aparente estado alcohólico y luego de que, de acuerdo con algunos testigos, había molestado a algunas mujeres de la localidad.

El enigma

Lo que sucedió después es en gran parte un enigma. Jalloh fue llevado a una celda preventiva. Pero a partir de entonces hay dos versiones: una, que fue sujetado de manos y pies pese a que tal práctica es considerada como tortura según los criterios europeos en materia de derechos humanos.

Otra, que Jalloh era reincidente en delitos relacionados con los estupefacientes, y que al momento de su detención manfestó conductas peligrosas para sí mismo y para los demás; por ejemplo, la de azotar su cabeza contra la pared.

La primera versión señala que el detenido logró esconder entre sus ropas un encendedor, con el que luego prendió fuego a su propia celda. El oficial encargado de la inspección corporal rechaza esto de manera tajante: "Si de algo estoy seguro, es de que ahí no había ningún encendedor", dijo, y afirmó que el procedimiento se realizó conforme a la norma.

¿Crimen racista?

La parte acusadora pretende demostrar que el policía Andreas S., principal acusado, dejó quemarse vivo a Oury Jalloh, y quizá participó en el incendio de la celda.

Se basa en el hecho de que en los reportes policiacos de esa noche puede escucharse a S. profiriendo lenguaje despectivo hacia los individuos de raza negra. En pocas palabras, acusan al policía de asesinato con motivación racista.

La defensa, a su vez, presentó un testimonio en el que S. se disculpa por emplear palabras hirientes y manifiesta pesar porque "no me fue concedido salvar la vida del señor Jalloh".

Según esta versión, el policía ignoró dos alertas del detector de humo por una razón: el aparato había emitido antes varias falsas alarmas. Esto ha sido refutado por algunos peritajes según los cuales el detector había sido revisado con oportunidad.

Aspecto de una de las audiencias.Imagen: AP

Como se ve, el juicio se ha desenvuelto en detalles contradictorios. También ha propiciado una batalla entre grupos extremistas de izquierda y de derecha en Dessau. A raíz de la muerte de Jalloh, voceros neonazis lamentaron que "una vez más se culpe a la policía".

Por su parte, grupos ultraizquierdistas acosaron y pintarrajearon la casa del médico forense del caso, pues lo consideran parte de una conspiración para salvar a los policías involucrados.

Ante estos puntos de vista irreconciliables, representantes de amnistía internacional y otras organizaciones francesas y británicas asisten a las audiencias en calidad de observadores.

La situación es tan delicada, que la diligencia de este miércoles transcurrió en medio de un cerco especial de seguridad. Mientras no concluya el juicio, es prematuro hablar de motivaciones concretas. Pero lo que se sabe, por lo pronto, habla de una notable negligencia en la detención de Oury Jalloh.

El caso del asilante africano conlleva una nueva sospecha de racismo por parte de policías alemanes. Hace unas semanas, un sobreviviente de Auschwitz fue increpado por policías de Berlín, quienes dijeron estar "cansados de oir hablar del Holocausto".

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