El 11 de julio pasado, Ovidio Guzmán López, alias "El Ratón”, hijo del narcotraficante Joaquín "El Chapo” Guzmán, uno de los principales líderes del Cártel de Sinaloa, tuvo una cita con el destino en la Corte de Distrito Norte de Chicago.
Vestido con uniforme naranja, correspondiente a los criminales de máxima peligrosidad, encadenado de pies y manos, se presentó a la audiencia que marcará un antes y un después en su vida, y en el rumbo de la organización criminal de tráfico de drogas más poderosa del planeta.
Acompañado de su abogado de defensa Jeffrey Lichtman, cuando la juez Sharon Coleman le preguntó cómo se declaraba de los cargos en su contra, sumiso pronunció la palabra clave: culpable.
Con esta frase rompió con la regla de omertá que por más de medio siglo ha sido clave en el clan de los Guzmán, encabezado por su padre, "El Chapo".
Eso incluye todos las acusaciones de la fiscalía. Incluyendo el de ser una de las mentes siniestras detrás de la producción y tráfico del mortal fentanilo que cobró cientos de miles de vidas en Estados Unidos de 2019 a 2024, es decir, durante el periodo de gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
El "príncipe narco”
Ovidio nació un 29 de marzo de 1990 como parte de la ‘realeza' del Cártel de Sinaloa. Cuando dio su primera bocanada de aire en este mundo, su madre, Griselda López, era la mujer predilecta de "El Chapo", quien en ese entonces era lugarteniente de Amado Carrillo Fuentes, líder del Cártel de Juárez, asociado al Cártel de Sinaloa comandado por Ismael "El Mayo” Zambada.
En 1993, cuando Ovidio cumplió tres años de edad, su padre fue traicionado por Amado Carrillo Fuentes, fue detenido en Guatemala y entregado al gobierno de México.
En el vuelo militar de Chiapas a Ciudad de México intentó colaborar con el gobierno mexicano, probablemente esperando recibir beneficios de menos años de cárcel. Reveló cosas explosivas al jefe de la Policía Judicial Militar, el general Guillermo Álvarez Nahara. Habló sobre la corrupción de autoridades al más alto nivel en la Procuraduría General de la República, militares, jefes de la policía judicial, periodistas, y gobernadores.
Pero antes de ser presentado ante el Ministerio Público fue amenazado de muerte para que no repitiera lo que había confesado en el avión y que quedó asentado en el oficio número 1387 fechado el 9 de junio de 1993 el cual forma parte de mi extenso expediente sobre "El Chapo" y su familia.
Así, "El Chapo" se mordió la lengua, se desdijo de lo que habían confesado a Álvarez Nahara y se quedó rumiando su derrota durante 9 largos años en cárceles de máxima seguridad. Una ubicada en Almoloya, Estado de México, y la otra en Puente Grande, Jalisco, a donde el pequeño Ovidio iba a visitar a su padre narco, junto con su madre, y sus hermanos.
Guzmán Loera era el jefe de la prisión donde estaba encarcelado. Ovidio, "El Ratón” y su familia se llegaron a quedar hospedados en la cárcel como si se tratara de un hotel tipo resort. Así queda asentado en las miles de páginas que conforman el expediente de su fuga de Puente Grande ocurrida en 2001, cuando Ovidio tenia 11 años de edad.
No está claro el origen del apodo "El Ratón”, pero ex miembros del cartel que conocieron a Ovidio, a quienes he entrevistado en los últimos años, afirman que fue El Chapo quien le decía desde niño, "ratoncito”.
Aunque su hermano mayor, Edgar, era el favorito para heredar el imperio criminal de la familia, quienes conocieron a Ovidio y su relación con "El Chapo", afirman que era su consentido. El bebé de la familia.
Quienes lo conocen bien dentro del cártel lo describen como tímido. Prefería un perfil bajo. La primera vez que se supo públicamente de su existencia fue en 2010 a través de mi libro Los Señores del Narco. Aunque el primer expediente criminal abierto en su contra fue en 2009 en la Corte de Distrito Norte de Chicago, en realidad era un fantasma.
Cuando "El Chapo" Guzmán fue detenido por tercera vez en 2016, Ovidio y sus hermanos Joaquín, Iván y Alfredo, se quedaron al frente de los negocios criminales de su padre y fueron bautizados como "Los Chapitos”.
Los Chapitos
No fue elección de Ovidio nacer como "príncipe” heredero de uno de los clanes criminales más poderosos del mundo, pero sí fue su decisión aun adolescente traficar su primer cargamento de droga con el beneplácito de su padre.
Pese a sus estudios universitarios optó por seguir los pasos criminales de su progenitor.
Para este reporte obtuve copia del acuerdo firmado con la Fiscalía de Chicago. Se trata de 40 puntos desglosados en 36 páginas. En ellas, Ovidio Guzmán López admite su responsabilidad en seis cargos graves en la doceava acusación penal abierta en su contra en Chicago, y del cargo número dos en el expediente judicial de Nueva York.
Reconoce que desde que tenía 18 años, junto con padre y sus hermanos Iván, Alfredo y Joaquín fue parte de la conspiración para traficar enormes cantidades de cocaína, heroína, mariguana y metanfetaminas a Estados Unidos. Desde países como Colombia, Ecuador, Venezuela, Perú, Panamá, Costa Rica, Honduras, Guatemala y México.
Ovidio reconoció ser el coordinador logístico. Además de ser también responsable, junto con sus hermanos, del movimiento proveniente de las ventas de las drogas a través de trafico de efectivo, depósitos bancarios, transferencias electrónicas, transferencias a través de casas de cambio, entre otras formas.
Se declaró culpable de usar varios medios para evadir y escapar de las fuerzas del orden y personal militar, incluyendo el culiacanazo ocurrido el 17 de octubre de 2019.
También reconoció su culpabilidad de haber pagado sobornos a funcionarios públicos mexicanos corruptos.
Se declaró culpable de haber participado en asesinatos, secuestros, asaltos y agresiones contra las fuerzas del orden, narcotraficantes rivales e incluso contra miembros de su propio grupo criminal.
Ovidio reconoció que tras la última detención de su padre en 2016, él y sus hermanos, mejor conocidos como "Los Chapitos", asumieron el liderazgo del cártel junto con Ismael Zambada García y Dámaso López Núñez, padre de Mini Lic, contra quienes después los hermanos Guzmán emprendieron una brutal guerra.
"El Ratón" también confesó que desde 2014 hasta al menos enero de 2023 participó en la producción de fentanilo y su tráfico a Nueva York. Admitió que él mismo, junto a otros, supervisaba directamente la producción y tráfico de fentanilo, y su distribución a Estados Unidos.
El Departamento de Justicia estadounidense afirma que esa producción de fentanilo responsabilidad de Ovidio se llevó a cabo entre 2018- cuando AMLO llegó a la presidencia de la Republica- y el 2021.
Según el acuerdo de culpabilidad por todos esos cargos a Ovidio le corresponde una pena máxima de cadena perpetua y una condena mínima de 10 años de cárcel.
Todos esos delitos fueron cometidos por "El Ratón" manteniendo un bajo perfil, mientras sus hermanos mayores Iván y Alfredo, procreados por "El Chapo" con Alejandrina Salazar, eran los ‘famosos' de la familia.
Su nombre saltó a los encabezados de los diarios nacionales e internacionales cuando en 2019 el ejército lo capturó en un operativo exitoso en Culiacán, y sus hermanos mayores Iván y Alfredo trataron de liberarlo ordenando actos de violencia que pudieron ser sofocados por la autoridad.
Pero en vez de que el gobierno cumpliera con su deber de imponer el orden, tanto el gobierno estatal encabezado por el priista Quirino Ordaz, como el gobierno federal, claudicaron. AMLO ordenó su puesta en libertad. Puso como pretexto que la población de Culiacán y familias de militares estaban en peligro. Eran los tiempos de la política de "los abrazos y no balazos” de su gobierno ante los miembros de los carteles mexicanos.
Los secretos de Ovidio
En el punto 13 del documento, el hijo de "El Chapo" se compromete a cooperar "plena y verazmente” en cualquier asunto en que las oficinas del Departamento de Justicia de Estados Unidos le solicite su cooperación.
"Esta cooperación incluirá proporcionar información completa y veraz en cualquier investigación y preparación previa al juicio. (...) en cualquier procedimiento penal, civil o administrativo”. Es decir, presentarse como testigo de cargo ante una corte. Incluso contra sus propios hermanos Iván y Alfredo, aun prófugos, o un funcionario del gobierno de México del más alto nivel.
Cuando "El Chapo" fue extraditado a Estados Unidos y enjuiciado en 2018 y 2019, su abogado fue Jeffrey Lichtman, pero Guzmán Loera se negó a cooperar, no llegó a un acuerdo de culpabilidad y ahora pasará el resto de su vida en una cárcel de máxima seguridad en Colorado, que en nada se parece a la de Puente Grande.
A sus 35 años de edad, Ovidio no estaba dispuesto a pasar el resto de su vida en prisión.
Cuando hace semanas se anunció que el menor de "Los Chapitos", había llegado a un acuerdo con la Fiscalía, la presidenta de México Claudia Sheinbaum se mostró alterada y nerviosa. Reprochó que el gobierno de Donald Trump llegara a acuerdos con "narco-terroristas” sin conocer cómo funciona el sistema penal estadounidense.
E incluso se ha curado en salud, como se dice coloquialmente y ha dicho públicamente que si Ovidio declara debe presentar las pruebas, sin entender que en Estados Unidos un testimonio presencial y directo como el que puede dar Ovidio es considerada una prueba. Si ese testimonio se concatena con otros testimonios se convierte en un arma muy poderosa para la fiscalía norteamericana.
La participación confesa y directa en el Cártel va del 2008 hasta 2023. Abarca el gobierno de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto, y también el de Andrés Manuel López Obrador y la larga precampaña presidencial de Claudia Sheinbaum.
Aquí en este espacio en diversas columnas he revelado que hay testimonios y/o documentos que señalan el financiamiento del cartel de Sinaloa a la campaña presidencial de AMLO en 2006. Y que "Los Chapitos" ayudaron a financiar sus campañas en 2012 y 2018.
Cuando el año pasado fue traicionado y capturado El Mayo Zambada, una fuente del gobierno de Estados Unidos me confirmó que tienen información sobre la relación de Ovidio Guzmán y sus hermanos con hijos y sobrinos del hoy expresidente López Obrador. Y que esa relación era "personal y de intereses”.
La misma fuente confirma que Ovidio podría revelar también que Los Chapitos financiaron las campañas de al menos dos gobernadores morenistas: Rubén Rocha Moya, de Sinaloa y de Alfonso Durazo, de Sonora, así como decenas de presidentes municipales en ambos estados.
Y de pagos en 2017 a el actual Secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, el colaborador más cercano de Claudia Sheinbaum.
Ovidio deberá contar todo aquello que le conste de primera mano. La Fiscalía deberá corroborar con otros testimonios y elementos la veracidad de sus dichos.
Queriendo o sin querer, el abogado Lichtman ha dejado entrever las cartas y el as bajo la manga que "El Ratón" tiene para no pasar tantos años en la cárcel.
El abogado incómodo
Sorpresivamente al salir de la audiencia de Ovidio, en conferencia de prensa su abogado acusó la presidenta Sheinbaum de actuar "como el brazo de relaciones públicas de la organización de narcotráfico de (El Mayo) Zambada”.
Con mas de 30 años como abogado penalista, Lichtman es un viejo lobo de mar en las cortes federales de Estados Unidos.
Si alguien conoce de la colusión del gobierno de México con el Cártel de Sinaloa, y conoce las entrañas de la organización criminal, incluso mejor que muchos fiscales, es justamente el abogado de Ovidio porque ha representado legalmente a varios de sus integrantes de primer nivel. Conoce todos los testimonios acusatorios y conoce los testimonios que sus clientes han dado a diversas oficinas del Departamento de Justicia desde hace lustros.
En 2018, fue justamente Lichtman el primero en hacer público que El Cártel de Sinaloa dio dinero a la primera campaña presidencial de AMLO. La fiscalía había presentado como testigo de cargo en el juicio contra "El Chapo", al narcotraficante Jesús Zambada, hermano del Mayo Zambada. Cuando llegó el contrainterrogatorio por parte de la defensa, encabezada por Lichtman, se le preguntó sobre el dinero entregado y este admitió en la corte que fueron 7 millones de dólares.
Alguien con el perfil de Lichtman no se jugará su reputación lanzando acusaciones tan fuertes como las hechos a la presidenta de México. Sus acusaciones suman a esa soga que día a día se va apretando en torno al cuello de los narcopolíticos mexicanos.
Desde el inicio de su segundo mandato Donald Trump acusó al gobierno de México, incluyendo el de AMLO y Sheinbaum, de mantener una relación de complicidad insostenible con los cárteles de la droga.
Y hace unas semanas el Departamento del Tesoro acusó a la empresa financiera Vector, de lavar dinero para el Cártel de Sinaloa. Su propietario es Alfonso Romo, uno de los principales aliados y operadores de López Obrador para llegar al poder.
El gobierno de Estados Unidos acusa que Vector transfirió más de 17 millones de dólares estadounidenses a varias empresas con sede en China a principios de 2021, en nombre de una empresa que, según informes estaba vinculada a una organización internacional de tráfico de drogas.
En la acusación del Departamento del Tesoro se concluye que Vector ha sido clave en el procesamiento de transferencias de fondos a empresas chinas conocidas por haber enviado a México precursores químicos con fines ilícitos.
Lo más grave de todo es que esas operaciones ocurrieron de 2018 a 2023, es decir en el período cuando Alfonso Romo fue promotor de la candidatura presidencial de AMLO. En 2018 fue parte de su equipo de transición y luego, de diciembre de 2018 a diciembre de 2020, fue el jefe de la Oficina de la Presidencia y uno de los hombres de mayor confianza de AMLO en su gabinete.
En pocas semanas al acuerdo de Ovidio con la Fiscalía se le sumará la de su hermano Joaquín y la de El Mayo Zambada, en Nueva York.
En el horizonte se anuncia una tormenta perfecta que se mueve en dirección al partido Morena, encabezado por Claudia Sheinbaum.
Ahora con valor judicial, los secretos de Ovidio, Joaquín Jr. y El Mayo expondrán los nexos del Cártel de Sinaloa con el gobierno y la política mexicana al más alto nivel, del pasado y el presente.
La pregunta es: ¿Qué hará el gobierno de Trump con esa información?