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Países ricos, pero en crisis

3 de septiembre de 2010

Funcionarios de alto rango de 45 naciones debatieron en Ginebra sobre el financiamiento de medidas para enfrentar los efectos del calentamiento global, tema clave para el éxito de la venidera cumbre climática de Cancún.

Christiana Figueres se mostró impaciente ante los alardes de pobreza de los países industrializados.Imagen: DW

¿Cuánto dinero? ¿Cómo controlarlo? ¿Cuándo y dónde invertirlo? Esas fueron las preguntas clave en el encuentro de dos días que culminó este viernes (3.9.2010) en Ginebra y que reunió a los ministros del Ambiente y funcionarios de alto rango de 45 naciones para discutir sobre las maneras de financiar las medidas necesarias para afrontar los efectos del cambio climático. La misión de los convocados: recaudar 30.000 millones de dólares para ayudar a los países más pobres a enfrentar los retos del calentamiento global, un fenómeno cuyo ritmo tardará años en desacelerarse, según la Organización de las Naciones Unidas.

Encarar las secuelas del cambio climático cuesta dinero y de los países más robustos económicamente –que no casualmente son los grandes emisores de los gases que generan el efecto invernadero– se espera que pongan los recursos prometidos a disposición de los países no industrializados, algunos de los cuales ya están sufriendo los embates de las inundaciones y sequías que hacen del calentamiento global un fenómeno tangible, medible. A largo plazo se podría crear un fondo adicional de 100.000 millones de dólares, pero, por ahora, cumplir con el compromiso adquirido durante las negociaciones climáticas de Copenhague es un desafío suficientemente grande.

Alardes de pobreza

Ciudades como la propia Ginebra, también sienten los efectos del calentamiento global.Imagen: picture alliance/dpa

De hecho, a la incertidumbre general en torno a la procedencia, distribución y control de los recursos, se sumó la duda de los países más ricos sobre su propio rol como proveedores; y es que son precisamente los donantes más afluentes quienes están aplicando medidas de austeridad puertas adentro para compensar los efectos de la crisis financiera global. Christiana Figueres, Secretaria Ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), fue una de las que se mostró más impaciente ante los alardes de pobreza de las naciones industrializadas.

“Los países desarrollados deben estar a la altura de sus responsabilidades históricas y esas responsabilidades van mucho más allá de la crisis económica que nos ocupa actualmente. Es comprensible que a muy corto plazo se verán en una situación apretada, pero se cuenta con que la economía global se recuperará de esta crisis y eso no debería ser un factor que les impida planificar un financiamiento a largo plazo para los países en vías de desarrollo”, dijo Figueres.

“El dinero debe ser nuevo”

Son varios los pueblos amenazados por el ascenso del nivel del mar.Imagen: picture-alliance/ dpa

Organizaciones no gubernamentales aprovecharon la ocasión para advertir que pronto se podría repetir un fenómeno visto con frecuencia cuando de aprobar medidas de asistencia económica se trata: los países donantes anuncian que van a proveer cantidades sustanciales de dinero y, de hecho, sólo interrumpen el subsidio de otros proyectos de ayuda para el desarrollo o transfieren los montos de un proyecto a otro. “Existe el riesgo de que los países reciclen promesas de ayuda hechas en otra parte”, comenta Romain Benicchio de la organización internacional para la lucha contra la hambruna Oxfam.

Benicchio insiste en que los fondos para compensar los efectos de los cambios climáticos deben estar constituidos por dinero nuevo y los receptores de esos recursos deben estar involucrados en las discusiones. “Los países en vías de desarrollo y sus comunidades más vulnerables están en el frente de batalla. Son ellos quienes están sintiendo el impacto del cambio climático en su alimentación, su salud y sus formas de vida”, explica el representante de Oxfam, subrayando que a ellos les compete definir las prioridades de las estrategias de ayuda y decidir adónde va el dinero.

Con Cancún en mente

El predecesor de Figueres, Yvo de Boer, renunció tras las frustraciones de Copenhague.Imagen: UNFCCC

Aunque nadie esperaba que se tomaran decisiones concretas en el encuentro de Ginebra, los anfitriones –Suiza y México– procuraron que se llegara a acuerdos en lo alusivo a las finanzas; el ministro suizo del Ambiente, Moritz Leuenberger, indicó que sólo así se podría llegar a una conclusión exitosa en la XVI Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático, que se celebrará en Cancún del 29 de noviembre al 10 de diciembre. Por su parte, Figueres dejó claro que el éxito de la próxima cumbre climática no dependía de que se firmara o no un tratado mundial para combatir el calentamiento global.

Es posible que Cancún sea simplemente la ágora en donde los Gobiernos fijen nuevos plazos para suscribir un documento que sustituya al Protocolo de Kyoto, que se vence en 2012. Lo que a juicio de Figueres no puede ser postergada es la decisión en torno al financiamiento de la lucha contra los efectos del cambio climático; ese es un factor vital para poner en movimiento la búsqueda de soluciones para otros problemas climáticos graves.

Autor: Imogen Foulkes / ERC
Editor: Enrique López Magallón

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