¿Sabe usted cuántas bolsas de plástico consume en un año? En Alemania, cada habitante utiliza, como promedio, unas 71. La cifra debe bajar a 40 en 2025. ¿Cómo? Encareciéndolas.
Publicidad
La socialdemócrata Barbara Hendricks, ministra alemana de Medio Ambiente, y Josef Sanktjohanser, el presidente de la Asociación de Comerciantes Minoristas de Alemania (HDE), han firmado un acuerdo para reducir el consumo de bolsas de plástico en el país.
Las bolsas de plástico son innecesarias, dañan el entorno y pueden sustituirse por bolsas de tela reutilizables, considera Hendricks: "Su consumo puede y debe seguir reduciéndose. Eso ahorra recursos y promueve un uso sostenible de envases y embalajes de plástico."
Paso a paso, a partir del próximo 1 de julio, cada vez más negocios gravarán el uso de bolsas de plástico. Cada comerciante podrá fijar libremente el precio, de acuerdo con el derecho a la competencia, reporta la agencia alemana de noticias dpa. En el lapso de dos años, el 80 por ciento de las bolsas de plástico deberá tener precio.
Según Josef Sanktjohanser, también el comercio minorista quiere hacer su aporte a la protección del medio ambiente. Unos 260 empresarios, responsables del 60 por ciento de las bolsas de plástico ofrecidas por el comercio minorista han asegurado ya que se sumarán a la arrancada de la implementación de la medida, según la HDE. La asociación confía en poder alcanzar en dos años la cuota del 80 por ciento fijada, aseguró Sanktjohanser. Los ingresos obtenidos deberán, en parte, tributar a proyectos ambientales.
Sandra Schöttner, experta marina de Greenpeace, criticó el acuerdo como "maniobra de distracción del comercio minorista". Se trata de "una gran oportunidad de colocarse un manto verde frente a la opinión pública", asegura. Pero se debería aspirar a soluciones más ambiciosas, especialmente, porque no todas las ramas y comerciantes se han sumado y las bolsas más finas para frutas y vegetales han sido totalmente ignoradas.
2025 en la mira
Detrás de este acuerdo voluntario está una directiva de la Unión Europea (UE), según la cual, cada ciudadano podrá usar hasta 2019 unas 90 de estas bolsas anuales per cápita, pero hasta 2025 el consumo tendrá que reducirse a 40 bolsas como máximo.
Con unas 71 bolsas de plástico anuales por habitante, Alemania se halla bastante por debajo del promedio europeo, que ascendía a 198 en 2010. No obstante, el país también esta lejos de la meta fijada para 2025. Y los comerciantes se resisten a cobrar las bolsas por motivos ambientales: se trata, también, de un valorado soporte publicitario.
Algunas empresas ya comenzaron a cobrar voluntariamente las bolsas antes de este acuerdo. Entre ellas se hallan las de productos textiles H&M y C&A, las de productos electrónicos Mediamarkt y Saturn, así como diversos supermercados. Los precios varían, según el tamaño y grosor de las bolsas, entre 5 y 20 centavos de euro.
A imagen y semejanza de…
Una adelantada en materia de cobro por bolsas de plástico es Irlanda. Este paso tuvo visibles resultados allí: el impuesto ambiental de 22 centavos sobre cada bolsa ha provocado una reducción del 90 por ciento en su consumo. Los supermercados de la isla ofrecen bolsas de tela o plástico duraderas y reutilizables, que los clientes pueden comprar. Como alternativas se ofrecen, además, bolsas de papel y cestas de compra. Los ambientalistas alemanes exigen una regulación al estilo irlandés.
En Bangladés, por ejemplo, las bolsas de plástico están totalmente prohibidas pues, durante la época de lluvias, tapan los canales de desagüe y refuezan el peligro de inundaciones. También en Ruanda rige, desde 2006, una prohibición similar. Quien llega a sus fronteras con una bolsa de plástico, debe entregarla antes de ingresar al país.
¿Y en su país? ¿Debe pagar usted por las bolsas de plástico desechables que usa? ¿Cuánto? ¿Lo frena el pago de consumirlas? ¿Cuánto deberían costar para que usted pensara en reducir o desechar su consumo, sustituyéndolas por opciones sostenibles?
La vida de una botella de plástico
Cientos de millones de botellas de agua son vendidas cada año en el mundo entero. Una vez que hemos saciado nuestra sed, ¿a dónde va a parar el envase?
Imagen: Fotolia/zhekos
Mensaje en la botella
Cuando compramos una botella de agua, la mayor parte de lo que pagamos coresponde a la botella de plástico en sí. Pero el costo para el medio ambiente es mucho mayor. Para producirla, rellenarla, etiquetarla, almacenarla y refrigerarla se necesitan grandes cantidades de energía. Además, con ella engrosamos las montañas de desechos.
Imagen: Fotolia/fottoo
Petróleo para el agua
La mayoría de las botellas plásticas está hecha de tereftalato de polietileno (PET), producido a base de petróleo. Tras haber sido extraído, el petróleo es llevado a refinerías como ésta, cerca de Colonia, que es la mayor de Alemania.
Imagen: picture-alliance/dpa
Plástico granulado
El material es transportado desde las refinerías a fábricas que producen gránulos de plástico. Las fábricas de botellas derriten estos gránulos y los vierten en moldes que parecen tubos de ensayo. Luego, las compañías calientan estos pequeños tubos para dar a sus botellas la forma y el tamaño que deseen. Para reciclar las botellas de plástico hay que derretirlas y producir material granulado.
Imagen: Fotolia/digitalstock
Alternativa libre de petróleo
También se puede fabricar botellas de plástico biodegradable, hecho a base de vegetales, sin necesidad de usar petróleo. Pero eso no significa que sean infensivas para el medio ambiente. El cultivo de plantas para la producción de plástico biodegradable requiere grandes superficies de terrenos agrícolas, que podrían utilizarse para cultivar alimentos. Además, demanda grandes cantidades de agua.
Imagen: Fotolia/siwi1
Línea de producción
En la planta embotelladora, las botellas son esterilizadas y rellenadas. Luego se les pone la tapa y se las etiqueta, para ser embaladas y transportadas. En esta planta de Sajonia se embotellan diariamente 1,5 millones de litros de agua y otras bebidas.
Imagen: picture-alliance/dpa
Un largo camino
Una infraestructura eficiente desde el punto de vista del consumo de energía es la que provee a amplias regiones de agua de cañería. El transporte de botellas de agua, en cambio, genera emisiones de CO2. El The Earth Policy Institute estima que casi una cuarta parte de las botellas de agua atraviesa alguna frontera antes de ser consumida.
Imagen: picture-alliance/dpa
Despilfarro de recursos
Según estimaciones del Instituto del Pacífico, se necesitan tres litros de agua para producir un litro de agua embotellada. En las zonas donde se ubican las plantas embotelladoras, la extracción concentrada de agua puede llevar a filtraciones, que luego redundan en que las comunidades locales sufran escasez del vital elemento.
Imagen: picture-alliance/dpa
Problema de largo aliento
Según PETCORE Europe, una agrupación que promueve la sostenibilidad en la industra de plásticos PET, el año pasado se reciclaron en Europa más de 60 millones de botellas de plástico. Eso equivale a poco más de la mitad de las botellas utilizadas. El resto termina por lo general en vertederos, pese a que pueden tardar cientos de años en descomponerse.
Imagen: dpa
Devolución de envases
En Alemania se paga por muchas botellas de plástico una especie de garantía, que el cliente recibe al devolver el envase. Todos los negocios que venden bebidas en botellas de plástico tienen la obligación legal de recibir los envases usados para que puedan ser reciclados.
Imagen: picture-alliance/dpa
Creciente demanda
Estados Unidos es el mayor consumidor mundial de agua embotellada. Pero China se le va acercando. Cada año se producen en China unos 10 billones de botellas de plástico, para lo que se utilizan unos 18 millones de petróleo crudo. La demanda china crece a la par que su economía.
Imagen: picture-alliance/dpa
Otra vida
Reciclar botellas implica seleccionarlas y limpiarlas antes de volver a convertirlas en gránulos y estrilizarlos. De este matrial se puede hacer diversos productos, como fibras sintéticas. Y así termina la vida de una botella plástica, que consume en su ciclo una cantidad de agua mucho mayor que la que llegó a contener.