El flujo de migrantes supera todos los registros en Panamá. Tan solo en agosto entraron por el Darién casi 82.000 personas. ACNUR denuncia el aumento de redes criminales que trafican con seres humanos en la zona.
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Panamá se convierte en epicentro de una crisis humanitaria e intenta enfrentar el creciente flujo de migrantes con dirección a Estados Unidos o Canadá con medidas como un incremento de las deportaciones.
El Gobierno panameño se siente desbordado. Y, en realidad, las cifras son alarmantes. "2022 fue un año récord, en que cerca 250.000 personas arriesgaron sus vidas atravesando el Darién, pero ya superamos ese récord. Hasta el momento, en 2023, más de 360.000 personas han realizado este recorrido, que es muy peligroso”, dice a DW Margarida Loureiro, representante adjunta de la Oficina Multipaís de ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) en Panamá.
Las causas de este incremento son diversas. Muchos de los factores que inducen la migración "se han visto exacerbados por los impactos socioeconómicos de la pandemia de COVID-19, los recientes fenómenos meteorológicos extremos o la inestabilidad política en los países de origen”, indica a DW Giuseppe Loprete, Jefe del Centro (Global) Administrativo y de la Misión de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Panamá.
Loprete especifica que "la mayoría viene de Venezuela, Ecuador, Haití, Colombia y de fuera de la región, de países como China, India, o Camerún”.
El olor de la muerte
Margarida Loureiro subraya, además, otro aspecto clave: la gran desinformación, que da alas a negocios criminales.
"Hay un incremento sustancial de redes de tráfico y de grupos criminales disfrazados de agencias turísticas, que venden paquetes muy atractivos a gente muy desesperada, que está huyendo por persecución, por violencia generalizada de sus países, o en busca de una vida más digna para sus familias… Algunos hasta prometen paquetes con tres tentativas, en caso de que las personas sean deportadas. Igualmente, en las redes sociales venden el Darién como una ruta muy sencilla, pero eso no es así. Darién es una jungla, es peligrosa, hay también grupos criminales adentro, que violan, que matan, que roban”, dice.
ACNUR intenta combatir esa información proyectos en redes como "Confía en el tucán”, que ofrece datos verificados. También monitorea la situación y ofrece testimonios reales de gente que ha hecho ese recorrido. Una tercera parte de las personas entrevistadas en agosto de 2023 reportó haber sido víctima de abusos, maltrato, robo o fraude.
"Estamos hablando del 31 por ciento de 82.000 personas. Ellos lo han perdido todo, documentos, sus celulares, cualquier recurso económico. Hay muchas mujeres violadas, hay gente que muere”, señala. Y explica que también están muy afectados sicológicamente por la experiencia traumática de ver muertos en el camino. No se sabe con precisión cuántos han perdido la vida en el trayecto. "Las personas con las que conversamos reportaron que habían visto entre uno y 15 cuerpos en el recorrido. Los que no han visto cuerpos, han sentido el olor”, dice la representante de ACNUR, y relata el caso de una mujer con quien conversó hace poco: "El nivel de shock que tenía por el olor y por no poder olvidarse del olor, fue lo más fuerte”.
Extrema vulnerabilidad
La vulnerabilidad de los migrantes se agrava aún más, a juicio de Abel Núñez, porque "muchos gobiernos locales ven este fenómeno como una amenaza para la seguridad y, en realidad, no aplican políticas de asistencia, sino de exclusión”.
El director ejecutivo de CARECEN, una organización que respalda a los inmigrantes en Estados Unidos, relata a DW: "He estado en reuniones con los alcaldes de la zona del Darién y ellos hablan de los inmigrantes como una peste, dicen que traen criminalidad, pero la realidad es que la criminalidad ya existe en ese área, lo que pasa es que ahora tiene una población más vulnerable para poder explotar”.
Solidaridad indígena
Núñez aclara, eso sí, que "hay que reconocer que muchos de estos países no tienen los suficientes recursos para proveer a sus propias poblaciones, y mucho menos para un flujo” de migrantes como el actual. "Yo creo que esto es, como dicen, una tormenta perfecta donde, por la necesidad de estas personas de salir de su país de origen, enfrentan situaciones en los países de tránsito, que no están preparados ni tienen los recursos para proveer los servicios necesarios”.
Margarida Loureiro destaca, por otra parte, la solidaridad de comunidades indígenas que han acogido desde hace décadas a migrantes y con las que ACNUR también colabora. Pero toda la ayuda parece poca en vista de las dimensiones de la tragedia. Más en el Darién. "La selva del Darién es una región notoriamente remota. No hay carreteras, el acceso es muy peligroso para las autoridades fronterizas y más aún para los actores humanitarios”, hace notar Giuseppe Loprete.
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Más allá de Panamá
ACNUR y la OIM reconocen los esfuerzos que hace Panamá. Pero todos los expertos consultados por DW coinciden en que la crisis solo se puede enfrentar a nivel supranacional.
"Darién refleja una crisis humanitaria y de protección que va más allá de Panamá, que requiere más solidaridad, más cooperación internacional y responsabilidad compartida de los Estados”, subraya Margarida Loureiro.
"Lo que está claro para ACNUR, y creo que para todos, es que se hace necesario ampliar las vías regulares para las personas refugiadas y migrantes, fortalecer el sistema de asilo, encontrar alternativas de protección en la región, al tiempo que se promueve también la estabilidad en los países de los que esas personas han huido”.
Giuseppe Loprete se manifiesta en términos similares, y duda que medidas como la deportación den resultado: "Históricamente, las deportaciones no tienen mucho impacto sobre los flujos migratorios de este tamaño. Solo un pequeño porcentaje de personas podrían ser deportadas y, por experiencia en otras emergencias, la tendencia es que estas mismas personas regresan por vías irregulares”.
(ms)
El Tapón del Darién: la ruta migratoria más letal de las Américas
El Tapón del Darién es una selva indómita. Este istmo, que une a Suramérica con el resto del continente, es la última alternativa para los migrantes que arriesgan perder la vida, antes que perder la esperanza.
Imagen: Fernando Vergara/AP Photo/picture alliance
La selva que ni los españoles ni los ingenieros lograron vencer
Durante siglos, pocos se atrevían a cruzar el Tapón del Darién, la selva que conecta a Suramérica con Centro y Norteamérica. Pero, desde 2004, tras la fundación de Frontex, la guardia que blinda la UE, migrantes asiáticos y africanos descubrieron el Darién para llegar a EE.UU. En 2021 la cruzaron 95.000, en su mayoría haitianos, cubanos y venezolanos. Hasta septiembre de 2022, ya eran 158.000.
Imagen: Lee Dalton/Avalon/NHPA/picture alliance
Mejor parques naturales que autopista Panamericana
La Panamericana recorre 25.750 kilómetros de Tierra del Fuego hasta Alaska, pero un tramo de 100 kilómetros impide la conexión. Ni Panamá ni Colombia han cedido a construir autopista o carrilera. Hoy la opción es ecológica. La región alberga dos parques naturales: Katíos en Colombia, y Darién, en Panamá, con 5790 km², Patrimonio de la Humanidad y mayor Reserva Biosfera de América Central.
Imagen: Arnulfo Franco/AP Photo/picture alliance
El Tapón del Darién es también territorio de indígenas
La selva entre Colombia y Panamá no es un territorio de nadie. Le pertenece también a diversas etnias indígenas, como los Emberá-Wounaan (en la imagen) y Guna Yala que viven en dos decenas de comunidades. A su lucha por la defensa de su territorio y la deforestación para el cultivo de coca, se agrega la incursión de miles de migrantes y refugiados. Y, detrás de ellos, los traficantes de personas.
Imagen: Sergi Reboredo/picture alliance
El Darién, una joya de la biodiversidad en las Américas
El continente americano duró 60 millones de años separado. El geofísico alemán Alfred Wegener basó su teoría de la deriva continental en el estudio de la unión del Istmo de Panamá que produjo el Gran Intercambio Biótico Americano. Gracias a este, hay llamas y jaguares en Suramérica, colibríes en Centroamérica y pumas en EE.UU. El Darién alberga más de 2.300 especies de árboles. Norteamérica mil.
Imagen: Avalon.red/NHPA/picture alliance
Necoclí: el número de refugiados supera al de habitantes
Una familia haitiana acampa en la terraza de una casa de familia en Necoclí. Los refugiados huyen de sus países y llegan hasta aquí por muchas razones: islamistas en África, terremotos y el asesinato del presidente en Haití, las dictaduras en Cuba y Venezuela y el regreso de los talibanes en Afganistán. Necoclí tiene 20 mil habitantes y más del doble de aspirantes a sobrevivir el paso del Darién.
Imagen: Ivan Valencia/AP Photo//picture alliance
Países de tránsito, superados por la crisis y sin solución a la vista
Colombia recibe a los refugiados de Ecuador y el Caribe y les concede un salvoconducto para cruzar el país rumbo a Panamá. El 6 de agosto, la canciller panameña, Erika Mouynes, y su homóloga y vicepresidenta colombiana, Marta Lucía Ramírez, acordaron que el puerto de Necoclí solo podía vender 500 pasajes diarios hacia Capurganá, la antesala de la selva. Una restricción que ha empeorado el atasco.
Imagen: Ivan Valencia/AP Photo//picture alliance
La opción que obliga a huir: "Morir en Haití, o morir fuera de Haití"
Una madre con su bebé en brazos cruza un río, ya rezagada. A los haitianos solo les queda dos opciones: “Morir dentro o morir fuera de Haití”, dice a DW el científico colombo-haitiano, Wooldy Edson Louidor. Además, la pandemia dejó sin sustento a miles de los 200.000 refugiados haitianos en Chile y 80 mil en Brasil. Louidor pone la crisis en una frase: "Esto es una estampida de la desesperación".
Imagen: Fernando Vergara/AP Photo/picture alliance
Al límite de tirarse al mar en cualquier objeto que flote
Debido al límite de embarques diarios exigido por Panamá a Bogotá, la situación en Necoclí es cada vez más precaria. El pueblo está desbordado y la mayoría tiene que esperar hasta un mes para conseguir un cupo en un bote. Pero como tienen que cubrir los costos de alojamiento y comida, muchos se quedan varados, o buscan cruzar el golfo en cualquier cosa que flote.
Imagen: Fernando Vergara/AP Photo/picture alliance
Capurganá, de paraíso caribeño a puerta de entrada al "infierno verde"
Capurganá era un caserío que vivía de sus playas y la brisa del mar Caribe que atraía a los turistas que prefieren un bohío de la etnia kuna a los resorts de cadenas hoteleras. Hoy, Capurganá y su vecina Acandí, conocida por las tortugas Carey, reciben a los migrantes que cruzan el golfo de Urabá en bote, procedentes de Necoclí, camino a internarse en la selva. Con sus bellezas y amenazas.
Imagen: Migración Colombia
Pies secos sobre el primer río, pero falta una veintena
Migrantes pasan con los pies secos el primer río de la travesía iniciada en Acandí. Las carretas tiradas por caballos se devolverán una vez los dejen en la otra orilla. Los refugiados tendrán que cruzar a pie una veintena de ríos más. La travesía dura entre 6 a 10 días. Quienes se internan en la selva, se precian de haber sobrevivido a los numerosos naufragios en el golfo de Urabá.
Imagen: Fernando Vergara/AP Photo/picture alliance
El Darién no es una jungla tropical como el Amazonas
El Darién forma parte del istmo de Panamá que divide el océano Pacífico y el mar Caribe. Esta selva no es una llanura como el Amazonas sino una quebrada serranía con alturas de hasta 1.340 metros y decenas de caudalosos ríos que arrastran a mujeres, niños y hombres. La desesperación en Haití, Venezuela, Cuba, Palestina, Afganistán y Somalia es mayor al temor a perecer en el Darién.
Imagen: Fernando Vergara/AP Photo/picture alliance
A muchos, lo que les espera al otro lado del Darién es una sepultura
No importa si las víctimas fatales durante la travesía del Tapón del Darién eran musulmanes, budistas o ateos, en todo caso reciben una sepultura católica. Un acto de misericordia del sacerdote de Agua Fría, en Panamá, aquí en el cementerio. La OIM ha reportado 50 muertes este 2021, socorristas parten de 200 víctimas por agotamiento, los ríos, las caídas, las serpientes y los depredadores humanos.
Imagen: Arnulfo Franco/AP Photo/picture alliance
A los migrantes también los persigue el coronavirus, la malaria, el dengue y el zika
La pandemia sigue expulsando a muchos migrantes de países que los acogían, pero el coronavirus los persigue en su ruta. Tras varios casos de COVID-19 en Necoclí, Colombia lanzó una campaña para vacunar a los migrantes contra el coronavirus. Pero en el Tapón del Darién les esperan los mosquitos que transmiten malaria, dengue, chikungunya y zika. La emergencia es también sanitaria.
Imagen: Migración Colombia
“Ruta humanitaria” a través del continente
Un cubano llega herido a Panamá. El 12 de octubre de 2021, otro naufragio en el golfo de Urabá dejó 8 muertos y otros tantos desaparecidos. Oenegés humanitarias piden crear urgentemente una "ruta humanitaria", porque la crisis es "una bomba de tiempo". Desde que a Necoclí llegó la noticia de que Biden está deportando a haitianos, muchos quieren devolverse, pero el flujo de los que llegan no para.
Imagen: Arnulfo Franco/AP Photo/picture alliance
¿Cumbre de las Américas para atender la crisis migratoria?
Un joven recupera fuerzas en Meteti, Panamá. La presión en el Tapón del Darién sube y amenaza con cobrar muchas más vidas. Por ello, diversas oenegés proponen una “Cumbre de las Américas para la migración” con todos los países de tránsito y destino, y también con los gobiernos que causan el éxodo. Autor: José Ospina-Valencia