En "Soñemos juntos”, el Papa habla, entre otras cosas, sobre una "globalización de la indiferencia y la hiperinflación del individuo". Además, pide a los gobiernos una "renta básica universal" para la población.
Publicidad
En su nuevo libro "Soñemos juntos”, el Papa Francisco lleva claramente a los sistemas políticos gobernantes ante los tribunales y acusa a los países industrializados de alinear demasiado sus acciones con los intereses económicos y muy poco con las personas individuales.
En su capítulo final, Francisco demanda una "renta básica universal". Se trata de un "pago global incondicional a todos los ciudadanos, que podría distribuirse a través del sistema tributario".
El Sumo Pontífice pide volver a valorar el trabajo que aporta dignidad y bienestar a las personas: "Priorizar el acceso al trabajo debe convertirse en un objetivo clave de la política pública nacional”. Al introducir esta idea, el jefe de la Iglesia católica critica tanto a los sindicatos, que no tienen en cuenta a las personas "marginales", como a los empresarios y accionistas.
Son los empleados los que crean el valor, dice, pero son "tratados como el elemento más prescindible de una empresa". Por otro lado, algunos accionistas, cuyo interés está estrechamente orientado a maximizar los beneficios, "llevan las riendas en sus manos".
Junto a los recolectores de basura
En esta crítica y exigencia, por la que seguramente Francisco será criticado por muchos expertos, se recogen experiencias de la época del arzobispo argentino Jorge Mario Bergoglio, que recorría las calles de noche con los recolectores de basura, los llamados cartoneros, con su propia ropa "y sin la cruz de obispo": "Vi el rostro de la sociedad desechable. Pero también vi la dignidad de los cartoneros".
Los comentarios recuerdan muchas ocasiones en las que el "Papa del Fin del Mundo" se dirigió a los movimientos populares: en conferencias durante sus viajes por América Latina, en reuniones en el Vaticano, en transmisiones de video. Y una y otra vez su mensaje: la "reversión de los procesos de deshumanización" en el mundo actual "depende de la participación de los movimientos populares".
Es la demanda política más clara del libro, y de ninguna manera la única. Lamenta la producción de armas y los enormes negocios en torno a estas, la pobreza mundial y el cambio climático, que llevaron a tantas personas en todo el mundo a huir, haciéndolas morir de hambre y sin una oportunidad. "Basta con mirar las cifras que gasta una nación en armas y la sangre se te congelará en las venas. El gasto en armas destruye a la humanidad", comenta Francisco.
Pueblos enteros "tirados a la basura"
Hoy en día el mundo estaría llegando a los límites de la existencia. El Papa nombra a los que sufren en los últimos meses, "los rohinya, los uigures, los yazidies", también "los cristianos en Egipto y Pakistán". Pueblos enteros estarían siendo "tirados a la basura". "Tenemos que rediseñar nuestra economía", advierte, para que todos tengan acceso a una vida digna. Pero la gente no abrió los ojos, en cambio, mostró "narcisismo, desánimo y pesimismo" y una indiferencia que "los hace a prueba de balas".
Francisco habla literalmente de una "globalización de la indiferencia y la hiperinflación del individuo". Esto incluye el mal equipamiento y deficientes salarios en los servicios sanitarios, las muertes por coronavirus en las residencias de ancianos. Y reafirma su llamado a la conversión ecológica, recordando la situación de la Amazonía.
El Papa y la crisis del coronavirus
La crisis del coronavirus tiene a este Papa, que siempre quiere estar entre las personas y tocarlas, encerrado en el Vaticano. Sin viajes, y casi ningún contacto. "Si queremos salir de la crisis de forma menos egoísta de la que entramos, debemos dejarnos tocar por el sufrimiento de los demás". ¿Qué viene después de esta pandemia? Eso es lo que lo impulsa, pues esta pandemia es para Francisco "la" crisis. El Papa cita, sin embargo, dos veces al poeta alemán Hölderlin (1770-1843): "Pero donde hay peligro, también crece lo que puede salvar. Hablemos de cómo". El libro es una narración, una acusación o una meditación. Parece una profecía, un grito de protesta dramático.
Esto hace que el libro, que llega a las tiendas esta semana en varios idiomas y países, sea muy importante. Desde que asumió el cargo en 2013, ha habido publicaciones de libros con textos meditativos o espirituales del Papa Francisco. Las publicaciones que aparecieron como retratos o largas entrevistas en forma de libro poco después del cónclave, sin embargo, se hicieron antes de 2013 y todavía reflejaban al cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio. En 2016 se publicó "El nombre de Dios es misericordia", una entrevista con el periodista Andrea Tornielli.
Pero ningún libro es tan personal, tan fundamental, tan político como "Soñemos juntos”, que fue el resultado de muchas conversaciones con el periodista británico Austen Ivereigh, coautor. Algunos hablan ahora, después de siete años y medio en el cargo, de una "declaración de gobierno" del jefe de la Iglesia católica de 84 años, quien atravesará un hito simbólico en unas siete semanas. Desde el 26 de enero, estará en el cargo más tiempo que su predecesor, Benedicto XVI.
(ct/er)
Óscar Romero, el santo de los pobres y las víctimas de la violencia en América Latina
El salvadoreño Óscar Romero, asesinado en 1980, fue canonizado en octubre de 2018 en El Vaticano. Romero es un ícono de la teología de la liberación, insultada como “comunista”, pero movida por el servicio a los pobres.
Imagen: picture-alliance/dpa/O. Rivera
Lo mataron, pero no pudieron callar sus denuncias
Romero, beatificado en 2015, denunciaba en sus homilías los ataques de los cuerpos de seguridad contra la población civil. Fue asesinado el 24 de marzo de 1980 por un escuadrón de la extrema derecha mientras oficiaba misa en el hospital Divina Providencia de San Salvador, en días previos al estallido de la guerra civil (1980-1992). Su muerte no acalló las denuncias, las hizo más fuertes.
Imagen: Adveniat
Naciones Unidas: "Día Internacional del Derecho a la Verdad"
En El Salvador, Óscar Arnulfo Romero es venerado como héroe nacional y paladín de la paz y la Justicia. En 2011, el entonces presidente estadounidense Barack Obama se arrodilló ante la tumba del "obispo de los pobres". La ONU declaró el 24 de marzo, fecha del asesinato de Romero, como "Día Internacional del Derecho a la Verdad".
Imagen: Getty Images/Bettmann Archive
El Vaticano dejó de verlo como a un “comunista”
Tras el acercamiento entre Cuba y Estados Unidos, a fines de 2014, Francisco emitió una señal de reconciliación: monseñor Romero dejó de ser considerado un “revolucionario” o “comunista” y pasó a ser visto como un adalid de los derechos humanos. “También alguien que defiende a los pobres con su vida es un santo”, comentó en esa ocasión el teólogo de la liberación Leonardo Boff a DW.
Imagen: Museo de la Palabra y la Imagen, El Salvador
El mensaje de Romero sigue calando
Con Óscar Romero “pasa una cosa curiosa, y es que cuanto más tiempo transcurre, más gente se entusiasma con él, más gente lo sigue, lo ama, se emociona con su historia, con su figura”, decía el obispo auxiliar de San Salvador, Gregorio Rosa. En toda Centroamérica Romero ya es visto como “un santo de las Américas”.
Imagen: picture-alliance/dpa/O. Rivera
Un mensaje irrefutable: “La Iglesia tiene que vivir para los pobres”
También en Alemania dejó sus huellas, inspirando la creación de organizaciones como la Iniciativa Cristiana Romero (ICR). “Es un ejemplo de solidaridad con los pobres. Ser solidario con los pobres significa darles una voz y apoyar las demandas de los países del sur”, explica a DW Anne Nibbenhagen, de la asociación civil alemana Iniciativa Cristiana Romero.
Imagen: Adveniat
Peregrinos, prelados y juventud
Miles de salvadoreños viajaron al Vaticano para presenciar el acto de canonización de monseñor Óscar Arnulfo Romero. El beato Romero fue canonizado junto a Pablo VI durante un Sínodo de Obispos.
Imagen: Adveniat
Reconciliando a la sociedad
Óscar Romero ha sido una figura reconciliadora de la sociedad salvadoreña. Por un lado, Anne Nibbenhagen, de la Iniciativa Cristiana Romero (ICR), celebra la decisión del Vaticano de canonizar al arzobispo. Por otro, teme que al presentar a Romero como el santo "unificador", se acabe la cuestión de la culpabilidad, en lugar de seguir investigando a los responsables de la violencia y sus causas.
Imagen: Adveniat
Una historia de impunidad
Una Comisión de la Verdad de las Naciones Unidas ha señalado como autor intelectual del asesinato al fundador del partido de derecha Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), Roberto D'Aubuisson. No obstante, la Ley de Amnistía, aprobada en 1993, ha impedido que sea juzgado por el crimen. Romero representa a las más de 70.000 víctimas de la guerra civil salvadoreña.
Imagen: Adveniat
Difamaciones en El Salvador, ataques desde El Vaticano
“Él no quería ser político, no le interesaban las ideologías. Solo quería acabar con la violencia y abogar por la justicia. Un mensaje muy actual”, dice el biógrafo Giuseppe Morozzo Della Rocca. “Romero fue difamado como "suversivo" por la oligarquía salvadoreña que informaba a Roma. El prefecto de la Congregación de la época, el cardenal Sebastiano Baggio, lo atacó hasta su asesinato en 1980.
Imagen: picture-alliance
Morir, para convertirse en semilla
Óscar Romero fue asesinado a tiros en el altar, por orden de poderosos políticos. Un crimen que antecedió a la guerra civil entre fuerzas de seguridad, escuadrones de la muerte de ultraderecha y grupos guerrilleros de izquierda. Romero sabía del peligro. Justo antes de su muerte había dicho en su sermón: “El que no asume los peligros de la vida, como la historia nos exige, perderá la vida”.
Imagen: Adveniat
Saludo del Papa, impulsor de la canonización
"A los jóvenes reunidos en días felices por la canonización de monseñor Romero, un saludo grande y mi bendición. Y por favor no se olviden de rezar por mí", pide Francisco. La petición del Papa permite intuir las grandes dificultades para lograr la canonización de un religioso como Romero, cuya misión por los pobres generó un fuerte rechazo en las más altas esferas de la jerarquía católica.
Imagen: pictrue-alliance/dpa/AP/M. Kulbis
Origen modesto
Óscar Arnulfo Romero y Galdámez había nacido en Ciudad Barrios (El Salvador) el 15 de agosto de 1917 y fue asesinado el 24 de marzo de 1980 en San Salvador. Su padre se llamaba Santos y su madre Guadalupe. Una familia modesta. Su padre era telegrafista; su madre ama de casa. Romero vivió la II Guerra Mundial. Fue ordenado sacerdote el 4 de abril de 1942. En la imagen, su tumba en San Salvador.