Papa dice que "todos recibieron el mensaje" de los rohinyás
3 de diciembre de 2017
Se estima que más de 620.000 rohinyás se encuentran en campos de refugiados en Bangladesh viviendo en condiciones infrahumanas y que 60 % son menores de edad.
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Tras la visita a Myanmar y Bangladesh, uno de sus viajes diplomáticamente más difíciles por darse en medio de la crisis humanitaria de los rohinyás, el papa Francisco aseguró que su mensaje en defensa de esta perseguida minoría musulmana había conseguido llegar a todos.
"Consideré que si en el discurso oficial hubiese dicho esa palabra, era como dar con la puerta en la narices, pero yo describí las situaciones, hablé de derechos, de que ninguno quedase excluido, de ciudadanía, y así permitirme después en los encuentros privados ir mas allá", dijo.
Tras seis días de viaje, once discursos y numerosas reuniones con todos los sectores de la sociedad, Francisco manifestó: "Visto todo el recorrido, el camino, yo sentí que el mensaje llegó".
"Todos recibieron el mensaje. Y yo no he oído ninguna crítica, quizá las haya, pero no la he oído", resaltó. Aseguró, además, que quedó "muy satisfecho" con todas las conversaciones que mantuvo.
La Iglesia católica en Myanmar le había solicitado al sumo pontífice que no pronunciara el término rohinyá en este país de mayoría budista porque podría suscitar reacciones violentas por parte de las franjas más extremistas de los diferentes sectores del país.
Sin embargo, Francisco decidió hacerlo en el segundo destino de su gira. Durante un encuentro interreligioso con representantes musulmanes, budistas, hinduistas y cristianos y 16 miembros de la etnia, en su visita a Bangladesh, el viernes, el Papa dijo: "La presencia de Dios hoy también se llama rohinyá. Que cada uno tenga su respuesta".
El Papa también explicó que le hubiera gustado ir a los campos de refugiados en la provincia de Cox's Bazar, pero que por muchas circunstancias era muy difícil, por lo que el gobierno bangladesí y la organización católica Caritas organizaron el encuentro con los 16 rohinyás, entre los que se encontraban dos mujeres y dos niñas.
Al respecto de su controvertida reunión con el comandante en jefe del Ejército de Myanmar, Min Aung Hlaing, considerado el responsable de los brutales ataques contra esta minoría en el estado del Rakáin, sostuvo que él se entrevista con todos los que se lo piden "porque cerrando puertas y con la agresividad se impide el diálogo y el mensaje no llega".
Desveló que con el general mantuvo una "bonita conversación" y "un buen encuentro civilizado", pero advirtió de que "no negoció la verdad" y que le hizo entender que "un camino como el de los viejos tiempos no es viable" y que "incluso allí también el mensaje llegó".
Acerca de las críticas a la jefa de facto del gobierno de Myanmar por no defender a los rohinyá, la Premio Nobel Aung San Suu Kyi, Francisco quiso recordar que el país se encuentra "en una situación de desarrollo político, de transición, y que preguntarse si hubiese sido posible hacer esto o aquello se tiene que evaluar en esa óptica".
Los rohinyás fueron obligados a escapar de la violencia del Ejército de Myanmar y buscar refugio en Bangladesh. Según la ONU, la operación militar, ejercida desde agosto, es una "limpieza étnica".
Se estima que más de 620.000 rohinyás se encuentran en campos de refugiados en Bangladesh viviendo en condiciones infrahumanas y que 60 % son menores de edad.
RRR (Efe, Dpa).
No hay niñez para los rohinyás en Cox's Bazar
Tiene 12 años. Aun así, el rohinyá refugiado Nur Hafes cuida a su familia. Durante la huida desde Myanmar hacia Bangladesh su papá se fue. Ahora su mamá está sola con él y sus hermanos.
Imagen: Reuters/A. Abidi
El sostén de la familia
Nur Hafes, de 12 años, busca personas en el campo de refugiados de Palong Khali que quieran darle un poco de dinero si los protege con su paraguas del penetrante sol. Da una mirada hacia los sacerdotes musulmanes, quienes a veces distribuyen las donaciones que han recolectado en sus comunidades. Él todavía no es un adulto y, sin embargo, debe cuidar a una familia de nueve.
Imagen: Reuters/A. Abidi
Un euro al día es un buen día
“A veces hago 50 o 100 takas, a veces llego a casa con las manos vacías”, dice Nur. Un taka es equivalente a un centavo de euro. Por 50 takas se compran alrededor de 250 gramos de chiles verdes en los mercados de los campos . Un pollo cuesta alrededor de 150 takas.
Imagen: Reuters/A. Abidi
Sola con ocho hijos
Nur es el mayor de ocho hermanos. Cuando el ejército llegó a la aldea de los abuelos, el padre de Nur huyó sin la familia. No lo han visto desde entonces. La huida a Bangladesh cerca de la ciudad de Cox's Bazar ha dejado a la madre Rabia sola con los niños. Los ancianos hacen todo lo posible para ayudar a Rabia a mantener a flote a la familia en el campo de refugiados.
Imagen: Reuters/A. Abidi
"El ejército incendió casas"
Hace dos meses, Rabia y los niños fueron expulsados de su pueblo natal en la provincia de Rakáin, Myanmar. "El ejército incendió casas donde todavía había gente", recuerda la madre de 33 años. "He visto tanta gente con heridas de bala". La familia huyó a casa de sus abuelos, pero solo un día después llegaron los soldados.
Imagen: Reuters/A. Abidi
Dependientes de la ayuda humanitaria
Como la mayoría en el campo de refugiados cerca de Cox's Bazar, Nur y su familia dependen de la ayuda humanitaria. Desde su casa solo pudieron llevar la ropa que tenían puesta, documentos de identidad, un par de fotos y una manta para protegerse de la lluvia. Como cabeza masculina de la familia, Nur acostumbra estar al frente ante las organizaciones de ayuda.
Imagen: Reuters/A. Abidi
Sobreprecio en los campos de refugiados
Por lo general, solo se distribuyen alimentos básicos a los refugiados (aceite, lentejas, cebollas) y a menudo no lo suficiente. Es por eso que los campos de Cox's Bazar tienen una gran cantidad de comerciantes que, por ejemplo, venden chiles verdes o nueces, como también anticonceptivos y cigarrillos. La mayoría de los productos cuestan más que en los mercados de las ciudades vecinas.
Imagen: Reuters/H. McKay
Nur ya trabajaba en Myanmar
Antes de huir de Myanmar, Nur vendía productos que su padre compraba al por mayor. Como apátridas, los rohinyás tenían poco acceso al sistema educativo antes de que el conflicto estallara y eran discriminados en el mercado laboral.
Imagen: Reuters/A. Abidi
Los más jóvenes están desnutridos
A pesar de sus esfuerzos y la ayuda humanitaria, a la familia de Nur a menudo le falta lo más esencial. Los dos hijos más pequeños de Rabia, Fátima, de un año y medio (en la foto) y Mohammed, de ocho meses, sufren de desnutrición, al igual que muchos de los niños en los campos. Se estima que el 60 % de los refugiados rohinyá son menores de edad. Muchos sufren de enfermedades como diarrea.
Imagen: Reuters/A. Abidi
"Ya no se comporta como un niño"
"Es joven, pero entiende que tiene una responsabilidad. Ya no se comporta como un niño", dice Rabia sobre Nur. Sus deseos para su futuro son sencillos: espera que pueda montar un negocio como comerciante en Bangladesh. Pero a veces él sueña con otra vida, una educación adecuada, tiempo para jugar fútbol con amigos, y así poder ser un niño.