291009 Amnesty Bhopal
3 de diciembre de 2009En la noche del 2 de diciembre de 1984 sucedió en Bhopal, al norte de la India, un accidente que tuvo graves consecuencias: varias toneladas del nocivo gas isocianato de metilo escaparon de la planta de Union Carbide, la empresa química estadounidense. En pocos días murieron 7.000 personas, a lo largo de los años subsiguientes más de 22.000 a consecuencia de los efectos del gas. Unas 500.000 personas sufrieron heridas; muchos no pudieron volver a trabajar. La oficina alemana de Amnesty International apoya a los sobrevivientes de Bhopal en sus reclamos por el respeto a los derechos humanos, sociales y económicos. Luchan por el acceso a agua limpia y a servicios médicos.
La catástrofe continúa
La catástrofe no ha terminado. Los suelos en Bhopal están contaminados y a los ríos llegan residuos nocivos. Sólo la mitad de la población tiene acceso a la red de agua potable y los más pobres tienen que seguir bebiendo agua contaminada. 25 años después de la catástrofe la gente sigue enfermando a causa de sus efectos. Cada vez son más los supervivientes que exigen de Dow Chemical- que asumió la entonces Union Carbide- que se encargue de retirar los residuos contaminantes. Pero Dow Chemical se niega a asumir la responsabilidad por los inmensos daños.
Campaña por una vida digna
“Nuestra campaña exige sólo dos cosas: una vida digna para los habitantes de Bhopal que piden que se haga justicia y que Dow Chemical retire los residuos de la catástrofe. Exigimos una revisión médica de las personas que enferman a causa del agua y de los niños que nacen con impedimentos. El gobierno de la India y nosotros hemos puestos varios juicios a Dow Chemical. Ellos producen en la India pero cuando se trata de asumir la responsabilidad por lo que hacen no se les ve ni el rastro”, acusa Rachna Dhingra.
Poco después de la catástrofe, la empresa Union Carbide participó en la limpieza de la planta, a la vez que lograba acuerdos con el Gobierno para reducir al mínimo su obligación de ocuparse de las indemnizaciones. “¿Qué son 470 millones de dólares divididos para 572.000 personas?”, pregunta Sanjay Verma, ecologista que perdió a sus padres en la catástrofe. Unos 600 euros recibió cada una de las víctimas que quedaron lisiadas de por vida y entre 1500 y 1800 euros por cada muerto. Sanjay Verma hace su maestría en economía. Para él se sobreentendía que tenía que unirse a la lucha de los sobrevivientes de Bhopal.
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Para ser recibidos por el primer ministro fue necesario hacer una huelga de hambre. Sanjay Verma cuenta: “Después de siete días, el primer ministro se declaró dispuesto a hablar con nosotros. Nos prometió de todo. Un año después seguía sin mover un dedo para mejorar nuestra situación. Convocamos a otra huelga de hambre. Esta vez éramos nueve, la huelga duró 21 días. Logramos que el Gobierno construyera una conexión de agua potable, la mitad de la población tiene ahora acceso a agua limpia”. La lucha es ardua. Una y otra vez tienen que marchar hasta Dehli.
El estudiante Safreen Khan, cuyos padres están enfermos desde hace 25 años, relata: “muchos niños nacen con deformaciones. Cuando entendí que todo tiene que ver con la catástrofe química, decidí unirme a la lucha. Ninguna multinacional tiene derecho a destrozar nuestro futuro. A diferencia de otros, yo puedo caminar, hablar y pelear. Por eso tomo parte en la campaña”.
Nacer sin derechos
A los niños no sólo se les usurpó su derecho a la salud, sino también a la educación: si ambos padres están enfermos, los niños tienen que ganar el pan y no pueden asistir a la escuela. Los activistas de Bhopal están convencidos: a su gente no se la ayuda porque Dow Chemical no quiere sentar precedente; teme que, si asume su responsabilidad, de otros países en vías de desarrollo les empiecen a llover demandas. Pues se trata de mucho dinero: a 3,3 billones de dólares ascendía la primera demanda del Gobierno de la India.
“Dow Chemical pone al Gobierno bajo presión. Ofrece inversiones por un billón de dólares si se retiran las demandas judiciales y si se renuncia a la exigencia de retirar los residuos y de asumir el tratamiento médico de los afectados. Es imaginable que muchos quieren recibir una parte de ese billón de dólares”, acusa Rachna Dhingra.
Union Carbide fue sentenciada a construir un hospital modernísimo para tratar a las víctimas del gas, pero los más pobres no acceden a ello. El hospital se ha convertido en un oasis para pacientes con recursos; los lisiados de Bhopal no acceden a él. Amnesty International exige que los responsables asuman la justa indemnización de las víctimas.
Autora: Henriette Wrege/Mirra Banchón
Editora:Claudia Herrera-Pahl