La empresa alemana Henkel se asoció con el “Plastic Bank” (Banco del Plástico) para convertir las millones de toneladas de plástico de las costas haitianas en oportunidades humanitarias.
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Allí donde la arena blanca y el mar cristalino se combinan con una cubierta de botellas y bolsas de plástico, la empresa alemana Henkel vio una oportunidad transformadora. La firma anunció una alianza estratégica con la organización con fines de lucro canadiense “Plastic Bank” (Banco del Plástico -PB-), dedicada al desarrollo de proyectos sociales a través del reciclaje del plástico, con el objetivo de impulsar en 2018 un ambicioso plan humanitario en Haití: las comunidades locales de la isla latinoamericana, sumidas en la pobreza, recibirán bienes o servicios a cambio de recolectar los desechos de plástico que llegan a sus costas desde el mar.
La síntesis del proyecto clasifica y procesa el plástico recogido para luego ser aplastado, pulverizado, lavado y convertido en, por ejemplo, nuevos envases para la emblemática marca de belleza de Henkel, "Schwarzkopf", y otras marcas líderes del negocio de Lavandería y Cuidado del Hogar de la compañía germana. La cuestión humana atraviesa el proceso industrial desde su inicio al integrarse a las cadenas de valor de "Social Plastic", el área de desarrollo social del Plastic Bank en la que es verificado el origen del material para garantizar a los recolectores una remuneración mayor al del mercado por los mismos residuos.
Huella ambiental
Inicialmente la alianza Henkel-Plastic Bank se centrará en Haití, donde la falta de infraestructura de gestión de residuos permite un significativo potencial de impacto positivo. Con esta asociación, da un paso más en su recorrido y pretende triplicar el valor que crea en relación con su huella ambiental para 2030. El año pasado, según fuentes de la propia compañía, Henkel utilizó plástico reciclado en el empaquetado de alrededor de 1.300 millones de detergentes, productos de limpieza para el hogar y productos de belleza en todo el mundo.
El Plastic Bank es una compañía social fundada en 2013 en Vancouver, Canadá, por el empresario David Katz, con el objetivo de reunir a 1.000 millones de personas para generar ganancias con residuos y mejorar la vida de las personas en países en desarrollo. El primer proyecto piloto del PB tuvo lugar en Lima, Perú, país desde donde migró a Haití y continuó su expansión.
En su calidad de empresa de lucro con fines sociales, el Plastic Bank fue además reconocido durante la Conferencia Mundial del Clima (COP 23), organizada por Naciones Unidas (ONU) en Bonn, Alemania, en noviembre de este año. La mención fue parte de una sucesión de reconocimientos que en 2015 le otorgó el “Global Sustainia Community Award” y que también le mereció un gesto de parte del papa Francisco.
Mares limpios
Los desechos plásticos son una prioridad para la Dirección Ejecutiva de la ONU para el Medio Ambiente, que lanzó durante la Cumbre Mundial del Océano, organizada a principios de 2017 en Bali, Indonesia, la campaña #MaresLimpios. Con el fin de exhortar a los gobiernos a comprometerse con políticas para la reducción del plástico, pide a la industria minimizar los envases elaborados con este material y rediseñar sus productos. Ya hay una decena de países comprometidos con la campaña, entre los que destacan Uruguay, que gravará las bolsas de un solo uso a finales de este año; y Costa Rica, que tomará medidas para disminuir radicalmente el plástico de un solo uso mediante una mejor gestión de los residuos y la educación pública.
Si este incipiente proyecto cumple su cometido, Henkel llevará a una nueva dimensión el concierto de los casi 30 centros de acopio de “Ramase Lajan” –expresión que se traduce como "recoger dinero" en criollo haitiano–, empresa que envía el plástico a Haiti Recycling, que lo tritura en pellets. Con el tiempo, quizás las playas del país más pobre de América vuelvan a su antiguo esplendor. Un objetivo destinado no sólo a los turistas, sino a los propios haitianos.
Guía para separar los desechos en Alemania
Con sus contenedores de colores y sus rituales para botar la basura, los alemanes se han hecho famosos por tomarse muy en serio el asunto del reciclaje. Esto es lo que usted debe saber al respecto.
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“¿Qué tan verde es esa botella?”
En Alemania, dependiendo de sus colores, los desechos de vidrio van a parar a uno de tres contenedores: blanco, marrón o verde. Los de color azulado o amarillento pueden depositarse en el verde. Ni los restos de vasos o ventanas rotas ni las tapas de los recipientes deben lanzarse en el receptor de frascos y botellas porque están hechos de un material que obstruye el proceso de reciclaje.
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Contenedores públicos
Si usted no tiene contenedores de vidrio en su conjunto residencial, puede usar los que están en las calles; pero no en los días (domingos y feriados) ni en las horas (entre la una y las tres de la tarde de los días de semana) en que el ruido moleste a los vecinos.
Imagen: DW/Elisabeth Greiner
Devolución automatizada
Las botellas retornables de vidrio o plástico no deben depositarse en los contenedores. El consumidor debe llevarlas a los comercios para recibir de vuelta parte del dinero invertido en ellas cuando estaban llenas. La mayoría de los supermercados tienen máquinas que “mastican” las botellas para facilitar su reciclaje e imprimen un vale que le informa al consumidor cuanto dinero recibirá en la caja
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La economía informal en torno a los desechos
En las áreas urbanas, donde aumentan cada vez más los índices de pobreza, crece también el número de personas que recogen botellas retornables en las calles para cobrar el depósito correspondiente al llevarlas a los supermercados. En algunos lugares hay dispositivos especialmente diseñados para dejar las botellas a la vista y evitar que los recolectores tengan que escarbar en los basureros.
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El contenedor azul es para el papel y el cartón
El contenedor azul es para el papel y el cartón, pero muchos ignoran que las cajas de las pizzas y las papas fritas deben ser desechadas aparte. Los restos de comida suelen obstruir el proceso de reciclaje. El papel fotográfico crea el mismo problema. La práctica del reciclaje es una vieja tradición alemana: data de 1774. Su invención es atribuida al abogado Justus Claproth.
Imagen: DW/Elisabeth Greiner
Marrón o verde para el desecho biodegradable
Aquellos que estén acostumbrados a las reglas estrictas del uso del desecho como abono, les sorprendería saber que no hace falta separar entre el contenedor marrón o el verde al desechar restos de comida en lugares públicos de las grandes ciudades. Los restos van en un solo contenedor denominado “Biomüll”, o desecho biodegradable, que después es procesado en una planta de fermentación.
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El contenedor amarillo es para tooodos los empaques
En el contenedor amarillo pueden depositarse empaques hechos a partir de muchos materiales: aluminio, plástico, poliestireno... Aunque los cartones deben estar vacíos para evitar que sus contenidos se derramen, este contenedor tolera los restos de comida que otros no aceptan. Los desechos más “nobles” se reciclan y el resto se quema para generar energía.
Imagen: Imago
Bolsas amarillas en lugar de contenedores...
En algunos sitios, en lugar de contenedores se usan bolsas amarillas (“gelber Sack”) para desechar empaques de materiales disímiles. Estas bolsas deben ser colocadas en sitios específicos en días predeterminados para garantizar su recolección.
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Contenedores oscuros para todo lo demás
En los contenedores negros y grises se deposita la basura inorgánica no reciclable; desde los pañales hasta los restos de cigarrillos. Y aún en esta categoría hay excepciones. Desechos peligrosos –restos de pintura, pesticidas, productos corrosivos, tubos fluorescentes o baterías, por ejemplo– deben ser colocados aparte o llevados a centros de reciclaje especializados.
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Desechos peligrosos
Muchos supermercados reciben las baterías usadas para desecharlas. Cada ciudad tiene sus propios sistemas y protocolos para recoger, reunir y botar desechos peligrosos. El objetivo es evitar que entren en contacto con fuentes de calor que los hagan arder y emitir gases venenosos.
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Palabras mayores
Algunos desechos son muy grandes y no caben en los contenedores de basura. Para la basura voluminosa –muebles, aparatos electrodomésticos, escombros, etcétera– hay puntos y horarios de recolección especiales.
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Contenedores de ropa
En la mayoría de las urbes alemanas existen contenedores para la ropa de segunda mano y los zapatos usados. Organizaciones benéficas recogen esas prendas para revenderlas.
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El peligro de un contenedor rebosante
Cuando un contenedor está tan lleno de basura que no puede cerrarse, muchos recolectores se rehúsan a vaciarlo. De ahí que agregar más desechos a un contenedor que ya está lleno no sirva de nada. Es posible solicitar contenedores más grandes, pero ese servicio tiene su precio.
Aunque se han ganado la reputación de tomarse muy en serio el asunto del reciclaje, no todos los alemanes lo hacen. Ahora que usted conoce las reglas, puede que supere a los lugareños en lo que respecta a la administración de los desechos...