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Parchando el eje franco-germano

Emilia Rojas Sasse3 de marzo de 2008

“Europa no se puede permitir una brecha entre Francia y Alemania”, subrayó el presidente galo, Nicolas Sarkozy, al inaugurar junto a Angela Merkel la feria de informática y telecomunicaciones CEBIT.

Sarkozy y Merkel: una pareja muy dispareja.Imagen: AP

Mucho se habló y especuló en los últimos días acerca de un enfriamiento de las relaciones entre París y Berlín. La reciente cancelación de dos citas por parte de los franceses no hizo más que avalar las versiones que hablaban de un distanciamiento germano-francés desde la llegada al poder de Nicolas Sarkozy. Con redoblado interés se aguardaba en consecuencia la intervención del presidente galo en la inauguración de la feria CEBIT, donde se exhibe lo más novedoso del mundo de la tecnología informática. Consciente de la situación, el mandatario francés no escatimó en elogios para sus anfitriones, dispuesto a desterrar todo tipo de dudas sobre su admiración por Alemania.

Verdades que ya no son tan obvias

“El acercamiento germano-francés es un pilar fundamental en Europa”, subrayó Sarkozy. La coincidencia en este punto es absoluta. Como puntualizó Angela Merkel, “Europa se ha vuelto más compleja y ya no basta con que Alemania y Francia acuerden algo. Pero si ambos países no concuerdan, será difícil conseguir unidad en Europa”. Así de simple es la constatación: no todo gira ya en torno al eje franco-germano, pero éste sigue siendo imprescindible para el proyecto de integración europea.

El hecho de que tanto Merkel como Sarkozy hayan tenido que recordarlo con tanta claridad demuestra, sin embargo, que dicha cohesión no es tan obvia como había llegado a serlo años atrás. Ambos gobernantes no dan por lo menos la imagen de un tándem bien sincronizado. Ciertamente, no son sus ideas políticas el motivo de distanciamiento. Pero la afinidad ideológica no ha bastado para acercar a dos dirigentes diametralmente opuestos en cuanto a carácter y estilo de gobernar. En consecuencia, es hora de pulir públicamente las asperezas y eso es lo que ha hecho Sarkozy en Hannover.

La unión hace la fuerza

El presidente galo lamentó, por ejemplo, que su política industrial haya sido malentendida y que la iniciativa emprendida por París para salvar al consorcio Alstom haya sido interpretada como un acto de proteccionismo. A su juicio, hay que aceptar las diferencias en el rol que cada uno asigna al Estado en la economía, atribuibles a “las culturas de ambos países”. No obstante, Sarkozy manifestó su admiración por las reformas germanas, indicando que ahora Francia está llevando a cabo los cambios que Alemania ya realizó.

Y, si de resaltar los puntos que París y Berlín tienen en común se trata, no podía faltar por supuesto un elogio a la cooperación en materia de navegación aérea y espacial, en la empresa EADS. Además, en el marco de la CEBIT, correspondía también exhortar a estrechar aún más los lazos de cooperación en nuevos proyectos tecnológicos, como el desarrollo de nuevas computadoras de alto rendimiento. “Solos no lo lograremos. Alemania y Francia deben actuar aquí codo a codo”, afirmó Sarkozy. En suma, en Hannover el presidente francés se esmeró por demostrar su voluntad de trabajar en equipo. Y esa es buena noticia, sobre todo con miras a la presidencia de la UE, que Francia asumirá en el segundo semestre de este año. Sin embargo, parece difícil que a la larga logre controlar su marcado afán de protagonismo, que lo induce a provocar irritaciones tanto fuera como dentro de casa, donde sus niveles de popularidad siguen cayendo en picada.

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