"Estamos listos", fue el lema del aniversario, cuya celebración tuvo lugar en Königstein (centro de Alemania), mientras cientos de manifestantes de organizaciones de la sociedad civil protestaban a las puertas del centro de congresos. "No vale con ser la voz de la razón", afirmó la colíder Alice Weidel en su intervención, y agregó que la AfD quiere "estructurar" y "participar en el Gobierno", un próximo paso que sólo es cuestión de tiempo, ya que, según dijo, antes o después el resto de partidos deberán renunciar a su cordón sanitario.

"Somos la espina en la carne de las fuerzas establecidas y, por mucho que nos difamen y nos excluyan, nos mantendremos", prometió, y destacó que lo logrado en los primeros diez años es "sólo el principio". A continuación, bosquejó una futura Alemania con "fronteras seguras", con su propia divisa, construida sobre una determinada "identidad nacional" y que a nivel internacional mantiene relaciones amistosas con "todas las potencias".

Desde su fundación en 2013, AfD ha cosechado éxitos sobre todo en el este de Alemania, en cuyas regiones de Sajonia y Turingia fue el partido más votado en las elecciones federales de 2021, en las que obtuvo a nivel nacional 4,8 millones de votos, el 10,3 % del total.

Primero en contra del euro, luego en contra de los migrantes, ahora a favor de Putin

Pensado originalmente como un partido de corte euroescéptico, la crisis de los refugiados de 2015 le imprimió un giro antiinmigración, mientras que más tarde logró capitalizar el rechazo a las restricciones pandémicas y, ahora, la preocupación por las consecuencias de la guerra de Ucrania. A lo largo de este proceso, el abandono de las figuras de ideología conservadora, más moderadas, ha dejado vía libre a corrientes que coquetean con el neonazismo y las teorías de la conspiración y destacan además por sus simpatías hacia Rusia.

Un ejemplo de ello es Björn Höcke, líder de la facción conocida como "El Ala", que según las encuestas de intención de voto podría ganar las próximas elecciones regionales en Turingia en 2024.

Ello ha colocado a la formación bajo observación de la Agencia para la Protección de la Constitución (los servicios secretos alemanes del interior) debido a sus tendencias extremistas, mientras que el resto de fuerzas parlamentarias se han comprometido a mantener su cordón sanitario.

Entretanto, de los 18 fundadores del partido, sólo tres son a día de hoy miembros de la AfD, según datos de la cadena pública ZDF y varios líderes abandonaron la formación aduciendo públicamente el rechazo a su deriva cada vez más radical. Este fue el caso del exportavoz Bernd Lucke, que dejó la AfD en 2015 por la orientación cada vez más "xenófoba" y "antioccidental" de una formación que según dijo había iniciado su andadura como "liberal y abierta al mundo".

Otra víctima de las luchas de poder internas fue su sucesora Frauke Petry, una de las líderes más carismáticas y polémicas y que se marchó en 2017 arguyendo contradicciones irreconciliables en el seno de la formación. El economista Jörg Meuthen, por su parte, abandonó la cúpula de la AfD a principios de 2022 y afirmó que "el corazón del partido late hoy muy a la derecha" y denunció que en parte existen incluso en él resonancias "totalitarias".

El colíder Tino Chrupalla criticó en su intervención en Königsstein el eco mediático que han obtenido en los últimos días quienes han dejado el partido y justificó que hace diez años no se podía prever los retos a los que se debería enfrentar y las decisiones que sería. necesario tomar. "Damos voz a millones de ciudadanos que sin nosotros no tendrían representación parlamentaria y de eso podemos estar orgullosos", afirmó.

jov (efe, wdr5)