El Consejo Presidencial libio designado por la ONU nombró hoy un gobierno de unidad nacional, 48 horas después de lo estipulado y con la oposición de una parte de sus miembros.
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La primera tarea que tendrá el nuevo Gobierno de unidad libio designado por el Consejo de Presidencial este martes (19.1.2016) será lograr el reconocimiento de los dos Parlamentos rivales en el país, el de Tripoli y de Tobruk, extremo que no consiguió el consejo que lo ha elegido.
El Gobierno, que quedará bajo la dirección del actual jefe del Consejo Presidencial, Mohamad Fayez Al Serraj, está compuesto finalmente por 32 ministros, elegidos de forma proporcional a las tres principales regiones libias.
Inmediatamente después de conocerse la noticia, el enviado especial de la ONU para Libia, Martin Kobler, instó al Parlamento en Tobruk, el único que reconoció la comunidad internacional, a reunirse rápidamente para hacer lo propio con el nuevo ejecutivo y que este pueda recibir fondos y comenzar a trabajar, según dijo en su cuenta de twitter.
Exigen garantías para el mando militar
La composición del nuevo gobierno debería haberse anunciado el domingo pero se retrasó por las disidencias entre las partes sobre la futura cúpula militar conjunta.
Fuentes cercanas al consejo presidencial aseguraron entonces que el representante de Tobruk en ese órgano, Ali al Katrani, y su colega Fathi al Mojbari habían amenazado con abandonarlo si no se aceptaban las demandas de la región oriental para la provincia de Berqa, que exige un tercio de los ministerios.
Además, exigieron garantías de que en el futuro mando militar conjunto este integrado, como comandante jefe, el general sublevado Jalifa Hafter, antiguo miembro de la cúpula gadafista y actual jefe de las Fuerzas Armadas leales a Tobruk.
Hafter, quien en la década de los ochenta se convirtió en uno de los principales opositores a Muamar al Gadafi en el exilio y se mudó a Washington, donde vivió hasta su regreso en la revuelta de 2011, está considerado uno de los principales escollos para la paz en el país.
Libia, sumida en el caos desde 2011
El parlamento de Tripoli amenazó este fin de semana con arrestar a cualquier miembro de las fuerzas de seguridad del consejo presidencial que pise la capital, lugar donde debe establecer su sede el nuevo gobierno.
Libia es un Estado fallido, víctima de la guerra civil y el caos, desde que en 2011 la comunidad internacional apoyara militarmente el alzamiento rebelde contra la dictadura de Muamar al Gadafi. Desde las últimas elecciones, el poder está dividido entre Tobruk y Trípoli, gobiernos a los que apoyan distintos grupos islamistas, señores de la guerra, líderes tribales y contrabandistas de armas, petróleo, personas y drogas.
Del enfrentamiento se aprovechan grupos yihadistas vinculados al EI y a la organización de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), que han ganado terreno y extendido su influencia al resto del norte de África.
Lugares en los que el mundo se desangra (2014)
En distintas regiones del planeta, conflictos armados destruyen vidas, infraestructura y el concepto de sana y pacífica convivencia entre seres humanos. (2014)
Imagen: picture-alliance/dpa
Libia: un gobierno que no gobierna
Tras el derrocamiento de Muammar Gaddafi, Libia no ha conseguido retomar el orden. Los distintos grupos que combatieron en esa guerra civil se disgregaron, no responden al gobierno central y combaten por sus propios intereses, generalmente relacionados con diferencias religiosas y la explotación del petróleo.
Imagen: Reuters
Sudán del Sur: lucha de líderes tribales
Sudán del Sur es el Estado más joven del planeta. Pero desde su independencia, en 2011, el país no ha logrado estabilizarse. Buena parte de los problemas responden a diferencias irreconciliables entre el presidente Salva Kiir y el líder rebelde y ex vicepresidente Riek Machar. Pertenecen a etnias distintas y ambos quieren el poder. Nuevamente el petróleo surge como factor de importancia.
Imagen: AFP/Getty Images
Nigeria: entre Boko Haram y el ébola
El grupo islamista radical Boko Haram tiene en serios aprietos al gobierno del presidente Goodluck Jonathan. El mandatario ha sido incapaz de controlar la insurgencia en el norte del país, e incluso Boko Haram ha extendido su influencia a Camerún. El secuestro de más de 200 niñas y los repetidos atentados no han disminuido. A eso se suma ahora el ébola en Nigeria. Problemas y más problemas.
Imagen: picture-alliance/AP Photo
Irak: un país dividido en la práctica
Las diferencias entre sunitas, chiitas y kurdos en Irak han existido siempre, pero por las buenas o por las malas se mantuvieron bajo la misma bandera. Sin embargo, ahora el caos político, la insurgencia y el avance de los rebeldes del Estado Islámico tienen al país al borde del colapso. Con el nuevo primer ministro, Haidar al Abadi, y la ayuda internacional, eso podría cambiar. Pero no pronto.
Imagen: Ahmad Al-Rubaye/AFP/Getty Images
Ucrania: los prorrusos tienen en jaque a Kiev
La caída del presidente prorruso Viktor Yanukovich desencadenó una serie de acontecimientos que sumieron a Ucrania en el caos. Primero Rusia tomó Crimea, luego rebeldes prorrusos se alzaron en armas en el este ucraniano, después asumió Petro Poroshenko el poder y lanzó una operación militar y ahora se vive una crisis humanitaria en Lugansk y Donetsk, donde siguen los combates.
Imagen: Reuters
Gaza: operación con cientos de civiles muertos
El secuestro y asesinato de tres jóvenes judíos, que Israel atribuyó a Hamás, comenzó una escalada que terminó con la invasión de la Franja de Gaza, con el objetivo declarado de destruir los túneles que usan los milicianos de Hamás para pasar a Israel. Sin embargo, la operación militar causó numerosas bajas civiles y la comunidad internacional llamó a negociar la paz. Casi 2.000 personas murieron.
Imagen: Reuters
Siria: una gigantesca crisis humanitaria
En marzo de 2011, las protestas contra el régimen de Bashar al Assad se convirtieron en una guerra civil que hasta ahora deja casi 200.000 muertos. Ahí surgió el Estado Islámico, mientras los combates entre el Ejército Libre Sirio y el Ejército de Siria continúan, sumados a enfrentamientos cruzados entre opositores radicales y opositores moderados. Miles de sirios han debido huir de sus hogares.