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Peligrosa disputa por el gas entre Grecia y Turquía

Barbara Wesel
26 de agosto de 2020

Grecia y Turquía se disputan yacimientos gasíferos en el Mediterráneo. Turquía exige una revisión de sus derechos de explotación, pero se enfrenta a una coalición. Para la UE, es difícil mediar en el conflicto.

El barco turco de perforación Yavuz, en el Mediterráneo Oriental.
El barco turco de perforación Yavuz, en el Mediterráneo Oriental.Imagen: picture-alliance/AA/Turkish National Defence Ministry

En Agosto de 2020, un barco de guerra griego y uno turco se acercaron peligrosamente. Francia envió barcos de guerra para apoyar a Atenas. De ese modo, tres socios de la OTAN estaban enfrentados. Este miércoles (26.08.2020), el gobierno griego anunció una maniobra de tres días en el lugar, junto con Francia, Italia y Chipre. Poco después, dos barcos turcos de guerra iniciaron una maniobra militar con un destructor estadounidense, según Ankara.

La disputa por los yacimientos de gas en el Mediterráneo Oriental se viene desarrollando desde hace meses.  Las recientes escaladas alarmaron a la Unión Europea (UE). Alemania, como presidente del Consejo Europeo, intenta actuar como mediador: “Nadie quiere resolver este conflicto con medios militares”, dijo el ministro alemán de Relaciones Exteriores, Heiko Maas, luego de mantener conversaciones con los gobiernos de Grecia y Turquía.

Tratados históricos

El origen del conflicto data de casi 100 años atrás. Luego de la Primera Guerra Mundial, el territorio de Turquía quedó demarcado en el Tratado de Lausana, en 1923. El Estado turco que siguió al Imperio Otomano perdió todas las islas del Mar Egeo, que pasaron a pertenecer a Grecia. Desde entonces, Atenas y Ankara se disputan la Zona Económica Exclusiva entre las islas griegas y la costa turca.

En 1996 casi llegaron a una guerra, cuando comandos turcos tomaron por asalto una isla griega deshabitada. En el año 2000, la UE volvió a definir la frontera marítima favoreciendo, una vez más, a Grecia. Pero desde hace algunos años, el presidente turco, Erdogan, pide una reforma de los tratados. Grecia, por el contrario, acusa a Turquía de tener ínfulas de gran potencia y se aferra a la división actual.

Nicosia, capital dividida de Chipre.Imagen: Imago Images/Joko

Chipre: un conflicto congelado

Otra manzana de la discordia es Chipre, dividido de facto desde que Turquía ocupó el norte de la isla, en 1974. A pesar de los constantes esfuerzos de mediación europeos, el conflicto “congelado” persiste y afecta las relaciones de Turquía con la UE, a la que el Estado grecoparlante de Chipre se sumó en 2004. Desde que los barcos turcos comenzaron a realizar perforaciones de prueba en el mar del norte de Chipre, el conflicto sigue escalando.

Estados Unidos definió su postura respecto de la disputa hace tiempo, pero no a favor de Turquía: a finales de 2019, levantó el embargo de armas contra Chipre, según el gobierno, en pos de la seguridad energética de Europa. Pero hace unos meses, barcos estadounidenses de guerra llegaron a la región, a lo cual el barco turco de perforación Oruc Reis emprendió la retirada. En la región está presente el grupo estadounidense Exxon-Mobile.

Libia: otro más se suma al juego

En noviembre de 2019, Turquía y el gobierno libio reconocido por la ONU, bajo el primer ministro Al Sarraj, firmaron un Memorando de Entendimiento. La nueva división de la Zona Económica Exclusiva en el Mediterráneo Oriental formulada en dicho documento otorga a Turquía derechos sobre los tesoros naturales en el suelo marino desde Creta hasta un territorio marítimo al este de Rodos.

Los gobiernos de Atenas y Nicosia protestaron, y la UE se puso de su lado. El panorama jurídico es complicado en ese sentido. Al fin y al cabo, Libia y Turquía no pueden cerrar un tratado que pone en desventaja a terceros sin aprobación internacional. 

El presidente turco, Erdogan (dcha.), con el primer ministro libio reconocido por la ONU, Al Sarraj.Imagen: DHA

El nuevo “Club Med”

El gobierno de Atenas. entretanto, ya acordó una cooperación con Egipto para la explotación de yacimientos gasíferos en el Mediterráneo Oriental que contradice el tratado entre Turquía y Libia.

En enero de 2020, además, Grecia, Chipre e Israel sellaron un acuerdo sobre la construcción de un gasoducto submarino de casi dos mil kilómetros de largo para transportar grandes cantidades de gas hacia Europa, sin pasar por Turquía.

Y, por último, Grecia, Chipre, Israel, Egipto, Italia, Jordania y los palestinos se unieron al Foro de Gas para el Mediterráneo Oriental (FGMO), al que también respalda EE. UU. Del foro quedó excluido Turquía, que protesta contra el grupo alegando que se trata de un club antiturco. Mientras tanto, también los Emiratos Árabes Unidos (EAU) decidieron rivalizar con Turquía y manifestarse en contra de la cooperación turca con grupos islamistas como los Hermanos Musulmanes

Barcos de guerra turcos en el Mar Mediterráneo Oriental. (10.08.2020).Imagen: picture-alliance/abaca/Turkish Naval Forces

Turquía, cada vez más aislada

En vista de esta constelación internacional, Turquía parece estar entre la espada y la pared. Pero Ankara tiene motivos para criticar la distribución de los derechos marítimos, y podría hacer valer los suyos ante el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya.

En lugar de eso, el presidente turco, Erdogan, intenta imponer sus derechos con gestos de gran potencia mundial y promete a sus seguidores una especie de nuevo gran imperio turco en la tierra y en el mar. Pero esas consignas nacionalistas hacen que, a nivel internacional, se cierren cada vez más los frentes en su contra.

La UE, en un rol difícil de mediación

Durante la reunión con su homólogo alemán, el ministro turco de Exteriores, Mevlut Cavusoglu, señalizó estar dispuesto a aceptar una mediación de la Unión Europea en el conflicto. Pero la UE está en un dilema. Por un lado, Bruselas trata a Turquía desde hace años con guantes de seda porque vive bajo la constante amenaza de que Ankara pueda renunciar al tratado sobre refugiados y abrirles a estos el portal hacia Europa. Por el otro, la UE se ve obligada a dar la cara por Grecia y Chipre, países miembros del bloque comunitario.

A corto plazo, la situación podría apaciguarse si se hiciera una movida política, como, por ejemplo, integrar a Turquía al FGMO. Sin embargo, a mediano plazo, es evidente que solo una ronda internacional de negociaciones sobre los derechos marítimos en la región podría ser útil.

(cp/ers)

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