Durante todo el invierno, y especialmente si hay fuertes nevadas, podemos ayudar a algunos animales a sobrevivir el invierno. Por ejemplo, a las aves, colocando comida especialmente preparada para ellas, con semillas, granos y una masa grasosa que les provee energía y vitaminas. Por suerte, su plumaje los protege un poco del frío, como a nosotros nuestros abrigos.

Las patas de los pájaros, como las de este verderón, son muy delgadas. Si a nosotros ya se nos congelan los dedos de las manos y de los pies con estas temperaturas bajo cero, ¿cómo lo soportan estos pájaros?

Los pájaros tienen un termostato interior que les impide congelarse. Se trata de un complejo de finas arterias llamado red tibiotarsal. La sangre que circula hacia los pies calienta a la sangre que retorna hacia la parte superior del cuerpo. Eso hace que solo llegue sangre más fría a los pies, minimizando la pérdida de calor del cuerpo.

Los puercoespines se alimentan antes del invierno para tener una gran reserva de grasa en su cuerpo. El mejor lugar para pasar el frío es para ellos el follaje de las hojas . Si cae nieve sobre ellas, se forma una capa más que los aísla. Si alguien encuentra un puercoespín enfermo, lo mejor es llevarlo a una estación de cuidado especializada en estos animales.

Estos sapos no podrán quedarse mucho tiempo quietos sobre la nieve. Los reptiles y anfibios, así como los roedores, se refugian bajo ramas caídas o en cuevas que cavan para no morir congelados. La naturaleza los dotó de esa gran sabiduría para sobrevivir a la época helada.

Los ratones se sienten bien cerca de donde viven los seres humanos, por ejemplo, en los lugares donde se recicla la basura vegetal, o compost. Allí, las temperaturas están muy por encima del punto de congelamiento y también hay alimento, aunque solo sean cáscaras.

Para escapar del frío, el lirón cava hasta un metro de profundidad en el suelo. Durante su hibernación, vive de las reservas de grasa que comió en verano. Para gastar poca energía, su pulso baja de 300 por minuto a solo cinco por minuto. Y también su temperatura corporal desciende drásticamente, a cerca de cinco grados centígrados.

Los animales más grandes, como los renos y los jabalíes, que no hibernan, tienen que buscar comida todo el tiempo en invierno, ya que no es fácil hallarla, y deben gastar la menor cantidad de energía. Un susto, o huir del peligro, representa un enorme esfuerzo para ellos. Por eso, los seres humanos deben dejar en paz a estos animales durante el invierno, manteniendo también alejados a los perros.